Concepto

Teatro

El último decenio del siglo XX asistirá a la disolución de formaciones históricas como Orain, Karraka, Geroa, Tarima y Bekereke, mientras perviven sobre las tablas veteranos como Maskarada de Bilbao y Teatro Paraíso de Vitoria en el ámbito profesional, amén de amateurs de larga trayectoria como El Lebrel Blanco de Pamplona y Teatro Estudio de Donostia, por citar sólo los nombres más conocidos. La desmembración de aquellos grupos -que muchas veces eran bastante más que simples grupos-, liberó las individualidades que a partir de entonces, por fuerza o de grado, comenzaron a labrar autónomamente sus propias carreras como actores, autores o directores.

Agotada la "edad heroica" del teatro vasco -tiempo de voluntariado, de entrega vocacional, de pasión, de "activismo", de pluriempleo-, el sector entró en un lento e irregular proceso de profesionalización. El concepto "grupo" se esfumó, desplazado por el más profesional de "empresas de producción de espectáculos". En esas nuevas empresas a menudo se da una interesante simbiosis entre los "viejos rockeros" del Teatro Independiente con jóvenes licenciados de Antzerti o de otras escuelas. La antigua separación entre "teatro vasco" y "teatro en castellano" se fue diluyendo, al menos desde el punto de vista de la producción profesional puesto que, excepciones al margen, la mayoría de las compañías preparan dobles versiones de sus montajes para acceder a un público más amplio.

Al terminar el siglo XX, algunas productoras mostraban ya una estructura profesional importante, y los nombres de Ur Teatroa, Bekereke, Tanttaka, Agerre o Trapu Zaharrak sonaban con fuerza no sólo en Euskal Herria, sino también en la cartelera española y en los festivales internacionales.

Pero el sector adolecía de un mal endémico: su extrema dispersión. Una encuesta de 1994 cifró en 129 el número de colectivos, 30 de ellos con carácter profesional (al menos así se declaraban). La inestabilidad seguiría siendo una constante: las productoras sobreviven sólo unos años, se hacen pocas representaciones de cada propuesta y los actores ven el teatro sólo como un complemento al mucho más rentable trabajo en televisión y en cine.

Para coordinar esfuerzos, en 1995 nació Eskena, Asociación de Empresas Productoras de Artes Escénicas de Euskadi. Eskena, que en 2010 reúne a una veintena larga de las principales empresas, tiene como objetivos la promoción de las artes escénicas, el desarrollo económico del sector, así como favorecer la relación entre sus miembros con instituciones y agentes implicados.

El teatro, que a principios de siglo XX era el género literario más practicado, ha caído en lo minoritario. La autoría teatral ofrece escasa difusión y poca recompensa económica, así que a los jóvenes dialoguistas les atrae más el mundo del guión audiovisual. Sólo premios literarios como los Ciudad de San Sebastián o Serantes de Santurtzi mantienen un leve estímulo.

Un rápido repaso a los autores del teatro vasco a caballo entre los dos siglos, tanto en castellano como en euskera, debe empezar por alguien que no es autor sino el más importante "cazador" de éxitos comerciales por todo el mundo para su traducción y adaptación a los escenarios españoles: el guipuzcoano Juan José de Arteche. Entre los nacidos en los años cuarenta se encuentran Rafael Mendizabal, David Barbero, Ignacio Amestoy -el más estrenado y el que mayor suerte ha tenido en las traducciones escénicas de sus textos-, Fernando Savater y Enkarni Genua, esta última dedicada especialmente al mundo de la marioneta. De la década posterior son Francisco Javier Gil Diez-Conde, Felipe Loza, Teresa Calo, Maite Agirre, Xabi Puerta, Juan Luis San José y Antton Luku. La generación de los años sesenta es la que ha dejado mayor pléyade de escritores para la escena: Borja Ortiz de Gondra, Garbiñe Losada, Roberto Herrero, José Antonio Vitoria, Carlos Ansó, Patxo Telleria, Ramón Agirre, Xabier Zorroza, Xabier Mendiguren, Aitzpea Goenaga y Yolanda Arrieta. Con Ander Lupus, nacido a comienzos de los setenta, cerramos esta relación que pretende ser más aproximativa que exhaustiva.

Cuando se escriben estas líneas el panorama teatral vasco está dominado por compañías como Ados, Agerre, Ez dok hiru, Fábrica de Teatro Imaginario, Gaitzerdi, Glu Glu, Golden Apple Quartet, Gorakada, Hortzmuga, Kanpingags, Kukubiltxo, Markeliñe, Maskarada, Panta Rhei, Picor, Porpol, Tanttaka, Taun-Taun, Teatro Paraíso, Teatro Estable de Navarra-Pinpilinpauxa, Tentazioa, Traspasos, Txalo, Ur Teatroa y Vaivén.

En cuanto a Iparralde, su situación ha sido vista como privilegiada desde el otro lado del Bidasoa tanto por sus infraestructuras como por la estabilidad de un puñado de compañías sustentadas con sólidos apoyos institucionales. La formación decana es Théâtre des Chiméres, fundada en 1979. Se trata de un centro integral de teatro que se ocupa tanto de animar talleres en los "lycées" de la región, de impartir cursos y seminarios, como de organizar tres Festivales: Le Mai du Théâtre en Hendaye, Faim de Travaux, en Biarritz, y Les Translatines ? Festival Franco-Ibérique et Latino-Américain, de carácter bienal. La compañía Lézards qui bougent está reputada en toda Francia por la calidad de sus puestas en escena de textos contemporáneos; también produce y anima festivales de "performances". En 2010, la compañía abre una "Residencia de Artistas" en Bayona.

Terminemos mencionando la valiosa labor de la revista Artez, con sede en Elorrio, dirigida por un veterano de la escena vasca: Carlos Gil Zamora. Desde 1996 Artez es notario puntual de la realidad teatral vasca, española e iberoamericana, así como activo promotor de la investigación y la creación. Tampoco pasaremos por alto las fechas señaladas del calendario teatral vasco que coinciden con los festivales, jornadas y ferias de Vitoria, Eibar, Getxo, Santurtzi, Donostia y Tolosa, amén de las ceremonias de reconocimiento a los trabajos más artísticos de los premios Ercilla, EAB y Max.

El teatro vasco encara, a comienzos del siglo XXI, muchos e importantes retos. Pero cuenta con profesionales preparados como nunca antes los tuvo. La inexistencia de una escuela oficial de Arte Dramático o la excesiva dependencia de los presupuestos públicos son algunos de los problemas que deberá hacer frente para su proyección futura.