Concepto

Teatro

Al final de la guerra, el teatro en toda España experimenta un gigantesco paso atrás y comienza una larga etapa de decadencia. La prohibición de representaciones en cualquier lengua distinta al español, y la instauración de una censura férrea que reprimió incluso a los creadores del bando ganador siempre que no se ajustaran a la ideología triunfante, a su puritanismo y a sus pretendidas grandezas imperiales, lo acusó sobremanera el teatro vasco. Sólo cabe definir como "catástrofe cultural" la desaparición de toda una generación de prometedores autores y de los muchos cuadros teatrales que, adscritos a asociaciones culturales y a partidos políticos, insuflaban de vitalidad a la escena vasca.

Sea sólo por su excepcionalidad en el desolador panorama cultural del Bilbao de la posguerra, el grupo Álea de Bilbao acredita méritos para ser mencionado aquí. A iniciativa de un puñado de jóvenes inquietos, surgió en febrero de 1936 como "un remanso en el que pudiéramos hablar, pensando distinto, no de lo que nos dividía, sino de lo que teníamos en común: el interés por temas universales de literatura, arte, filosofía, música, teatro. Algo que, en la España de aquellos años, era dificilísimo" (en palabras de José Miguel de Azaola). Inicialmente, varios de sus miembros plantearon que Álea se consagrase sobre todo al teatro, y aunque no llegó a ese grado de especialización sí desplegó diversas iniciativas en forma de representaciones, publicaciones, conferencias y tertulias sobre asuntos teatrales.

Habrá que esperar a la segunda mitad de la década de los cuarenta para ver surgir, lentamente, jóvenes formaciones que comienzan por retomar el repertorio más costumbrista del teatro de preguerra, y por ello el menos conflictivo en la coyuntura. Tras once años de silencio, el euskera volvió a oírse en los escenarios donostiarras el día de Santo Tomás (21 de diciembre) de 1947, cuando con motivo del Festival Folclórico Vasco se repuso Arantza, de Francisco de Aróstegui, estrenada en la misma ciudad tres decenios antes. Junto con el semillero de una nueva generación que se incorporaba, el retorno de exiliados como Antonio Mª Labayen, José Antonio Arcocha y Agustín Zubikarai se vio enriquecido con la publicación de libretos teatrales contemporáneos en Egan, primera revista literaria en vascuence y castellano de la posguerra; sin obviar la difusión de Euzko-Gogoa, publicación creada en 1950 en Guatemala por Iokin Zaitegi, poeta y conocido traductor al euskera de clásicos griegos y latinos, y puente entre las generaciones de pre y de postguerra.

En 1953, María Dolores Agirre lideró la reorganización de la Academia de Lengua y Declamación Eúskaras con su cuadro teatral, Euskal Iztundea, bajo los auspicios del Ayuntamiento donostiarra. Esta segunda etapa arrancó sin más pretensión que dar continuidad a la labor de Toribio Alzaga en los años de preguerra, pero en su evolución la academia fue incorporando a su repertorio obras de nuevos autores vascos, así como clásicos, comedias comerciales y traducciones de la moderna dramaturgia. Durante los años cincuenta y sesenta, Euskal Iztundea llevó el teatro en euskera por pueblos de Gipuzkoa, Bizkaia y norte de Navarra, reavivando así los rescoldos de una afición que había languidecido.

A finales de 1964, un periódico informaba de la existencia de 25 grupos que trabajan en lengua vasca, de los cuales 20 estaban radicados en Gipuzkoa; y tres años más tarde, a la convocatoria realizada por Gerediaga Elkartea de una asamblea de grupos euskaldunes celebrada en Zaldibar, respondieron nada menos que 32. Uno de ellos fue Jarrai, de Donostia, constituido en 1961 por una decena de jóvenes inquietos entre los que se encontraban Xabier Lete, Ramón Saizarbitoria e Iñaki Beobide.

En ruptura con Euskal Iztundea, cuyo modelo consideraban conservador y tradicional, Jarrai quería promover un teatro más universalista y con contenido crítico y social. Además de montar en euskera a Camus, Tennessee Williams, Arthur Miller, J.B. Priestley, Ibsen, Max Frisch o Ionesco, apostaron por autores autóctonos de impronta vanguardista como Salvador Garmendia y el poeta Gabriel Aresti; este, a su vez, intentaría crear en Bilbao, bajo el paraguas de la Academia de la Lengua Vasca, un grupo de ideario semejante al de Jarrai que llamó Kriselu. Además de llevar sus funciones por muchas localidades (llegaron a dar medio centenar de representaciones de un mismo montaje), y de proveer de textos dramáticos en euskera a los nuevos grupos que iban surgiendo, Jarrai se dejó notar como un agente de dinamización cultural por medio de publicaciones, organizaciones musicales, actividades artísticas, etc. Su desaparición se produjo en 1969.

En paralelo con este quehacer colectivo se desarrollaba la producción individual de los escritores. El relevo de la generación de la República y del exilio irá aflorando de manera muy lenta a partir de la década de los cincuenta: Pedro Sarriegui Laburu, Eusebio Erkiaga y el laburdino Piarres Larzabal, nacidos en los primeros lustros del siglo; a la generación de los años veinte y treinta pertenecían Jon Etxaide, Xabier Gereño, Gabriel Aresti, Salvador Garmendia y Lourdes Iriondo; y ya nacidos en los años cuarenta eran dramaturgos como Luis Haranburu y Daniel Landart.

En lengua castellana, el vizcaíno Elías Amezaga fue autor de 19 obras, algunas de las cuales estrenó en la península y en varios países de América. También escribió teatro infantil y, como traductor y productor, dio a conocer en los teatros madrileños a autores como Arthur Adamov, Bertold Brecht, Maurice Druon y, particularmente, al flamenco Michel de Ghelderode. El donostiarra José Mª Bellido también alcanzó notoriedad. Estrenado en Estados Unidos, en Francia e Inglaterra, y ganador del Premio Guipúzcoa de Teatro en 1964 con Fútbol, en los años setenta cambió la experimentación por el género comercial donde cosechó un par de éxitos.

Pero la figura del autor será puesta seriamente en entredicho a partir de la segunda mitad de los sesenta, cuando irrumpe una corriente teatral de rebeldía contra todo convencionalismo que, entre otras cosas, propugnó el colectivismo en la creación. Esa corriente ha pasado a la historia con la denominación de "Teatro Independiente".