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Periodismo y Medios de Comunicación en Euskal Herria (version de )

Tiempo de silencio: la Dictadura de Franco. Represión, ausencia de libertad de expresión, censura previa y el más estrecho control y tutela gubernamental sobre la prensa, notas características de un régimen dictatorial como el franquista, sumen al periodismo en el marasmo. Cabe distinguir, no obstante, dos períodos bien diferenciados: el primero, de mucha mayor dureza, bajo la ley de prensa de Serrano Suñer, prolonga largamente la situación de postguerra; el segundo, a partir de la ley Fraga, menos restrictivo, se corresponde con la última década del régimen, y es ya perceptible cierto deshielo.

Durante la primera y larga etapa totalitaria, de más de un cuarto de siglo de duración, el panorama periodístico es el que hemos esbozado al final de la guerra civil: la prensa del Movimiento Nacional (el partido único, que se ha incautado del patrimonio de los periódicos republicanos en virtud de un decreto del 16 de septiembre de 1936 y que llegará a contar, en 1975, con 35 periódicos sobre un total de 120 publicados en toda España) -contando en ellos el bilbaíno Hierro y el donostiarra La Voz de España- sólo comparte la escena con algunos periódicos falangistas (Unidad, El Correo Español, Norte) y con las cabeceras tradicionales (El Pensamiento Alavés, El Pensamiento Navarro, el Diario de Navarra...). Uno de los ejemplos más trágicos de la represión franquista de primera hora es el fusilamiento en Madrid de Julián Zugazagoitia, a fines de 1940, por la labor periodística desarrollada al frente de El Socialista (desde 1932). Las redacciones de los periódicos han sido depuradas de elementos republicanos, izquierdistas o nacionalistas, y el director de cada periódico es nombrado, a propuesta de la empresa editora, por el Ministerio de la Gobernación. En 1952, pocos años después de la fundación de la Universidad de Navarra, se creó en su seno un Instituto de Periodismo que en 1971 se convertiría en Facultad de Ciencias de la Información-, incorporándose así por primera vez en una Universidad de este territorio los estudios sobre medios de comunicación y la formación de los informadores. Hasta los años 60, en que La Gaceta del Norte lanzó su edición especial para Navarra, se mantienen en Pamplona tres periódicos: Arriba España, el Diario y El Pensamiento.

La ligera apertura que supuso la nueva Ley de prensa de 1966 (siendo Fraga Iribarne ministro de Información y Turismo) señala el paso del totalitarismo informativo al autoritarismo. Lo cierto es que la desaparición de la censura previa y del sistema de consignas provoca una tímida liberalización de la prensa (al amparo de ese renovado marco legal nacen algunas revistas críticas, como Cuadernos para el Diálogo o la Revista de Occidente -2.ª época-, y tiene lugar el giro hacia la izquierda del semanario Triunfo, uno de los más difundidos). La nueva situación no deja de tener su reflejo en los contenidos de algunas publicaciones vascas de los años 70, si bien el comienzo de la actividad armada de ETA y los subsiguientes «estados de excepción» no son el mejor clima para avanzar en la vía del pluralismo informativo. La oposición antifranquista recurre a la prensa clandestina para difundir su ideario, promover huelgas y movilizaciones contra el régimen y contribuir al debate y la organización entre la exigua militancia de los ilegales sindicatos y partidos. En los años finales del régimen se da una gran proliferación de esta clase de publicaciones, de pequeño formato e impresas en condiciones precarias (en su mayoría tiradas a multicopista, de aparición irregular y con pocas excepciones- de orientación ultraizquierdista y anticapitalista). Algunas se imprimían en el extranjero para luego introducirse clandestinamente en el interior. Es el caso del diario Eusko Deya (portavoz de la O. P. S. -Oficina de Prensa de Euzkadi-), que se publicaba en París bajo la responsabilidad del Gobierno Vasco en el exilio; también el órgano de los socialistas y ugetistas vascos (Euskadi Socialista) se editaba en Toulouse o en Bayona. Euskadi Obrera, el órgano quincenal del P. C. E., se trasladó pronto a Bilbao desde su originario emplazamiento en la capital gala. La mayoría de las publicaciones de las diversas ramas de ETA -producto de sucesivas escisiones-, en las que el título Zutik es particularmente recurrente, también se confeccionaban en territorio francés.

Javier FERNÁNDEZ SEBASTIÁN