Concept

Periodismo y Medios de Comunicación en Euskal Herria (version de )

Siglo XX. Las publicaciones nacionalistas, bien de estricto contenido político, bien de pretensiones culturales, y las revistas religiosas, marcan el paulatino desarrollo del periodismo en lengua vasca de las dos primeras décadas del siglo XX.

En lo que se refiere a las publicaciones nacionalistas, la lista es extensa: en el País Vasco peninsular se editan varios periódicos bajo el nombre de Aberri (1916-1922, l921-1923, l923), todos ellos portavoces del sector más aranista del P. N. V., comandado por Luis de Arana y Goiri; Euzkotarra, de accidentada vida, se publica en diferentes puntos de México y Estados Unidos, y tiene una vida efímera; el Gipuzku Buru Batzar del P.N. V. edita Guipuzkoarra en dos épocas, entre 1903 y 1907 y en 1920, el Araba Buru Batzar hace lo propio con Arabarra, que conoce hasta cuatro épocas entre 1912 y 1933, la primera bajo la dirección de Luis de Eleizalde, y el Napar Buru Batzar es el último en incorporarse con la edición del semanario Napartarra (1911-1918), y más tarde la revista cultural bilingüe Amayur. Los nacionalistas editan también revistas culturales: Euzkadi (1901-1915) es la de más repercusión, dirigida por Eleizalde, pero en lo que se refiere al desarrollo del euskera, la más influyente es la bilbaína Euzko Deya (1916-1923), totalmente en lengua vasca, que edita Euzkeltzale Bazkuna, órgano de euskaldunización cercano al P. N. V.

En lo tocante a las revistas religiosas, en las dos primeras décadas se unen al Fedeco propagacioneco urtecaria (1877) San Frances terciaren hilabethekaria (1911), San Francesen Deia (1912), Irugarren'go prantziskotarra (1913), el Busturi'ko Kistar Ikastia (1915), el Irugarrengoen irakaslea (1917) y, sobre todo, Jaungoiko-Zale (1912-1932) y Jesus'en Biotzaren Deya (1917-1936).

Sin embargo, es en la década de los veinte y treinta cuando el periodismo vasco conoce su impulso definitivo: en 1919 nacen el quincenal Zeruko Argia, que editaban los capuchinos de Pamplona, Euskera, que publica la recién nacida Euskaltzaindia, Eusko Ikaskuntzaren Deia y otras, y en 1921 surgen Aranzazu y Argia, esta última fundada en San Sebastián por un grupo que incluia a Víctor de Garitaonaindía, Ricardo Leizaola, Ander Arzelus y Ambrosio Zatarain y que se constituirá en la más influyente de las publicaciones íntegramente en euskera de la preguerra. Funciona desde 1913 el diario nacionalista Euzkadi, cuya sección euskérica, dirigida sucesivamente por Kirikiño, Orixe y Lauaxeta, tendrá un considerable peso. En el País Vasco continental, la cultural Gure Herria se suma a Eskualduna y a otras publicaciones que, como L'Argitzalea (1909), han tenido menos éxito.

Ya en la década de los treinta, tras la incómoda situación que ocasionó la dictadura de Primo de Rivera, el advenimiento de la República supone una mayor posibilidad de desarrollo del euskera y también una mayor politización. Argia se decanta definitivamente del lado nacionalista, contribuye a la consolidación del guipuzcoano, y consigue vender unos 7.000 ejemplares entre su público, formado en principio por campesinos aunque luego se abre a las generaciones jóvenes, alfabetizadas en euskera. Incorpora formas periodísticas propias de los medios de comunicación de masas y mejora su impresión. Jaungoiko-Zale se transforma en Ekin, bajo la dirección de Gabriel Manterola (1932). Surge el semanario nacionalista Euzko (1932-1934), la revista Euzkerea (1929- 1936) defiende los postulados lingüísticos de Sabino Arana y la revista cultural Yakintza (1933-1936), impulsada por José de Ariztimuño Aitzol, incorpora el nacionalismo a la cultura de élite.

En el País Vasco francés se publican Aintzina (1934-1937), regionalista, y Elgar (1934). Incluso existe un proyecto de diario en euskera, que partiría de la experiencia de Argia, y que defendieron en 1929 personajes de la talla de J. M. Aguirre Lizardi. El diario no se llegó a publicar. El único diario exclusivamente en euskera publicado hasta nuestros días es Eguna, que se tiró en Bilbao durante la Guerra Civil, en 1937, bajo la dirección de Manuel Ziarzolo, que antes había sido el responsable de Euzko. Llegó a editar 139 números.

La guerra civil corta de raiz todos los proyectos culturales y el euskera sufre un importante retroceso. Desaparecen durante décadas en el País vasco continental las publicaciones y los libros en lengua vasca; ésta es prohibida incluso en conversaciones privadas durante años. Euzko-Deya, que incorpora algunas partes en euskera, se edita en París (1936) primero y en Londres y América después por iniciativa del Gobierno vasco de José Antonio Aguirre. Espetxean (1937-1938), escrita a mano por los presos de la cárcel de Larrínaga, es el último estertor del periodismo en euskera en tiempos de la guerra. En 1939 se edita en Francia, pero hecha por vascos peninsulares, Euzko Enda, bilingüe. Pero la Guerra Mundial coarta también el periodismo vasco del exilio. Será en el exilio donde se publique la primera revista íntegramente en euskera de la posguerra: Eusko Gogoa, que edita en Guatemala Jokin Zaitegi y en la que interviene decisivamente Nicolás Ormaetxea Orixe, uno de los personajes más influyentes de toda la posguerra en la cultura vasca.

Egan comienza a editarse en San Sebastián en 1948 como suplemento literario en euskera y castellano del Boletín de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País. Unos años después toma vida propia y aparece, hasta nuestros días, sólo en euskera. Fue su director e impulsor Koldo Mitxelena. En los años 50 reaparecen varias revistas religiosas que ya se editaban en la preguerra: es el caso de Zeruko Argia, que renace de nuevo en 1952, o Aranzazu. Zeruko Argia, editada por los capuchinos de Pamplona, llegará hasta nuestros días con el nombre de Argia, convertida desde 1980 en una sociedad anónima laboral que desde ese año transforma la revista en un semanario. Reaparece asimismo el boletín informativo de la Academia de la Lengua Vasca-Euskaltzaindia, Euskera. También nace Jakin, revista dedicada a la cultura vasca que ponen en marcha los franciscanos de Aranzazu.

En los años sesenta, las transformaciones sociales y económicas del régimen, aunque tímidas, permiten que el euskera ocupe un lugar, si bien muy marginal, en varios diarios de la época (caso de La Gaceta del Norte, El Correo Español-El Pueblo Vasco, en el que de vez en cuando aparece algún texto de José de Arteche, o El Diario Vasco, en el que diariamente publica el periodista y bertsolari Inazio Eizmendi Basarri su habitual sección Nere bordatxotik...). Será en esa década cuando, con el nacimiento de ETA. se editen, de forma clandestina y de forma muy rudimentaria, diversas publicaciones que incorporan en mayor o menor medida el euskera.

En los años setenta, comienzan a editarse varias publicaciones en euskera que, tras los primeros años de la transición, desaparecen al no encontrar un número suficiente de lectores vascoparlantes que permitan el mantenimiento de todas esas revistas. Dos nuevos diarios se incorporan, tras la muerte de Franco, al panorama periodístico vasco: Deia, ligado al Partido Nacionalista Vasco, y Egin, cercano a posiciones abertzales radicales y Herri Batasuna, que incorporan el euskera en una medida que puede ser calificada de minoritaria. También aparecen revistas literarias, de vida más o menos efímera, como Pott y Panpina Ustela, en la que toman parte escritores como Atxaga, Sarrionaindia, Iturralde o Saizarbitoria.

En la década de los ochenta, los diferentes servicios de euskera de los ayuntamientos de localidades fundamentalmente guipuzcoanas ponen en marcha revistas, generalmente de difusión gratuita, que impulsan el periodismo en euskera, con textos muy cercanos a la sensibilidad local. Así, surgen ...eta kitto! en Eibar, Goierritarra y sobre todo Arrasate Press, que publica en Mondragón la asociación del mismo nombre. Por otra parte, el Gobierno vasco decide otorgar subvenciones a aquellas iniciativas que editen un semanario íntegramente en lengua vasca con apariencia de periódico e incorpore noticias del día. El ejecutivo autónomo vasco impulsa así los semanarios Eguna, editado por la empresa que pone en la calle Deia (Iparragirre, S. A.), que continuó la numeración de aquel otro diario que, con el mismo nombre, se editó en 1937; y Hemen, que edita Orain, S. A., la empresa que publica Egin. Ambos se mantienen hasta 1990. Paralelamente, el Gobierno vasco encarga un estudio sociológico sobre la viabilidad de uno o más diarios íntegramente en lengua vasca. Este estudio provoca dos nuevas iniciativas: una, la que impulsa un grupo de personas ligadas con la cultura vasca y, sobre todo, con la revista Argia, que bajo la denominación de Egunkaria Sortzen pone en la calle, en diciembre de 1990, el diario Euskaldunon Egunkaria; y otra, que el Gobierno de Vitoria encarga a un grupo de periodistas presidido por José Ramón Beloki, que estudia a lo largo de todo el año la posibilidad de publicar otro diario con apoyo institucional. En cuanto a otras publicaciones de tipo no diario, destacan, aparte de las ya citadas Argia y Jakin (que pasa a publicarse cada dos meses y se aparta del control de los franciscanos, bajo la dirección de J. M. Torrealday), revistas como Elhuyar, de tipo científico, que edita la asociación del mismo nombre; Unesco-ren Albistaria, edición del Correo de la Unesco en euskera, y otras. También continúan editándose revistas literarias como Susa o Maiatz (esta última en el País Vasco francés), y suplementos semanales de diferentes diarios en castellano, entre los que destacan Zabalik, que dirige Félix Ibargutxi en el Diario Vasco, y Orria, que aparece en las páginas del Diario de Navarra, así como Nafarroa Gaur, que publica Navarra Hoy. Al otro lado de los Pirineos se mantienen Herria, Enbata, Herriz Herri y otras publicaciones.

Javier DÍAZ NOCI