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Periodismo y Medios de Comunicación en Euskal Herria (version de )

Siglo XIX. La introducción del euskera en la prensa escrita comienza, a ambos lados de los Pirineos, bien entrado el s. XIX. Aunque hay algunos ejemplos de protoperiodismo anteriores (pasquines como el de Tolosa de 1619, proclamas gubernamentales de los primeros años de la Revolución francesa, redactados de forma bilingüe), el primer intento serio de editar una publicación periódica en euskera data de febrero de 1834, en plenas guerras carlistas, cuando Antonio Ramón Zarco del Valle, a la sazón secretario de Estado, propone a la reina, a instancias de los comandantes generales de las provincias vascongadas, la publicación «en la Ciudad de San Sebastián de un Periódico en Vascuence», y cuya finalidad era «desvanecer las falsas noticias que propalen los rebeldes», en referencia a los carlistas. Se pretendía de esta manera contrarrestar la influencia que los miembros del clero tenían sobre las clases campesinas y vascoparlantes, de Guipúzcoa. Una semana más tarde, el ministerio de la Guerra da el visto bueno e indica a la Diputación de Guipúzcoa que vea el modo de llevarlo a cabo. No sabemos si el periódico vio finalmente la luz, en todo caso no quedan pruebas documentales que lo acrediten.

Ese mismo año de 1834, sin embargo, encontramos los primeros ejemplos de periodismo en euskera, si bien se trata de un par de suplementos dirigidos a los campesinos de Guipúzcoa, insertos en El Correo del Norte, periódico que editaban los liberales en San Sebastián dos veces por semana. Los textos, uno de ellos titulado «Necazariac bere artecoari», aparecieron el 4 y el 30 de mayo de ese mismo año, respectivamente.

Habrá que esperar hasta 1848, y esta vez al otro lado de los Pirineos, para que se repita otro intento de editar un periódico íntegramente en euskera. Aunque efímeramente, el semanario Uscal Herrico Gaseta sí llega a ver la luz. En realidad, se trata de un proyecto muy ligado a L'Ariel, un periódico que Joseph-Augustin Chaho editaba en Bayona desde 1844 y que tuvo varios nombres a lo largo de su historia, entre ellos Le Républicain de Vasconie. Coincidiendo con la Revolución de 1848 y con sus deseos de presentarse a las elecciones, Chaho edita, con similar estructura y diseño externo que L'Ariel, esta Uscal Herrico Gaseta el 15 de junio y el 30 de julio de ese año (a pesar de su pretendida periodicidad semanal), que puede ser así considerado el primer periódico íntegramente redactado en lengua vasca. Que se sepa, la Uscal Herrico Gaseta no volvió a publicarse, si bien el último número conocido de L'Ariel (bajo la denominación, como ya hemos dicho, de Le Républicain de Vasconie, del 9 de febrero de 1852), aparece de nuevo totalmente escrito en euskera.

1848 es también el año en que comienzan a editarse, en el País Vasco francés, los almanaques. Aunque algunos estudiosos se resisten a incluirlos entre las publicaciones periódicas, nosotros tendemos a considerarlas así no sólo porque bajo el mismo título, formato y diseño se publican año a año, sino también porque son el punto de partida de una forma muy importante de periodismo. Además de calendarios, ferias y consejos agrícolas, esta pequeñas publicaciones, dirigidas esencialmente a un público rural, constituyen el verdadero origen del periodismo en lengua vasca, y son reflejo de la división política del territorio de habla vasca de allende los Pirineos: en efecto, la publicación del Escualdun laborarien adiskidea... del abate Etcheberry en 1848 desata toda una avalancha de almanaques churiak (fundamentalmente agrupados en torno al catolicismo, bien de ideas monárquicas, bien bonapartistas) y gorriak (partidarios de la República, y en cuyo núcleo, que edita sus publicaciones en Pau, se encuentran, entre otros, Jean-Baptiste Elissamburu y Jules Vinson). Entre los almanaques churiac o giristinoak destacan, además del ya citado de Etcheberry, el Armanak o Almanak berria (1887) escrito en suletino, el Eskualdunentzat eskuarazko egunari edo almanaka berria (1904), el napoleónico Eskualdun almanaka edo egunari berri (1885-1886) y más tarde el Eskualdunaren almanaka, que editaba anualmente el semanario Eskualduna. Entre los republicanos destacan el Almanach o Almanaca berria edo egunaria (1879-1882) y el Almanach o Almanak berria, Ziberouko eta Basa-Nabarreko egunaria, ligado al semanario bilingüe Le Réveil Basque de Pau. Mientras tanto, los almanaques y pronósticos que se editan en Vizcaya y Guipúzcoa (con el Egutegia eusquerascoa de Ulibarri de 1815 como precursor) carecen del contenido político de los citados. En las tres últimas décadas del XIX, se edita en Vizcaya el Eusquerasco pronosticua de José Gorosábel (1858-1859), y en Guipúzcoa el Euscaldun necazarien adisquidea eta guiaria (Tolosa, 1865-1866), y los que con diversas denominaciones edita Serafín Baroja en San Sebastián, ya en la década de los 80, vehículo primordialmente de sus aficiones literarias.> Posteriormente editará, con el nombre común Bai, jauna, bai (1883 y 1904), dos revistas del mismo tipo, bilingües.

Entretanto, la fuerte emigración de todos los territorios vascos hacia América impulsa a diarios como el Eco de San Sebastián a publicar suplementos en euskera dirigido a los emigrantes (1883). En 1885 el abogado de origen bajonavarro M. V. Bizcailuz edita en Los Angeles tres números del que se pretendía primer periódico en euskera: la Escualdun Gazeta. Dos años después se edita la ambiciosa Gure Izarra. Euscalerrico berriac astean bein en París, con noticias de los territorios vascos continentales y peninsulares, y especial atención a los emigrantes. Sólo aparecieron un «número cero» y otro real. Más éxito logró California'ko Eskual Herria, que se editó durante cinco años (1893-1898) en San Francisco, y que se distribuía en buena parte de la costa oriental del continente americano.

En el País Vasco francés, entretanto, continúan las disputas políticas. Si los republicanos deciden editar Le Réveil basque (1886-1894), en euskera y francés, los católicos aceptan el reto y fundan en Bayona el semanario Eskualduna (1887-1940), la publicación en euskera que hasta ahora ha sido más longeva. El semanario consiguió su momento de máximo esplendor bajo la dirección del sacerdote Jean Hiriart-Urruty. Eskualduna se convierte en punto de referencia de varias generaciones de escritores vascos del otro lado de la frontera, y contribuye a la consolidación de lo que Laffitte denominó navarro-labourdin littéraire. Sus simpatías pronazis, durante la ocupación alemana de Francia en la Segunda Guerra Mundial, provocaron su cierre por orden gubernamental y su posterior transformación en el semanario Herria, bajo la dirección de Piarres Laffitte.

En las entonces denominadas Provincias Vascongadas y en Navarra surgen, tras la abolición de los fueros y las guerras carlistas, los primeros movimientos pre-nacionalistas, que también tendrán reflejo en la prensa: la Asociación Euskara de Navarra, presidida por Campión, edita en Pamplona la Revista Euskara, y en Guipúzcoa surgen en 1880 Euskal Erria (1880) y Euskal Esnalea, de tipo cultural. En la primera década del s. XX aparecerá la Revista Internacional de los Estudios Vascos de Julio de Urquijo, fundamental hasta nuestros días en el desarrollo de la cultura vasca y el euskera.

La aparición de la generación de Resurrección María de Azkue y Sabino Arana marca un punto de inflexión en el desarrollo del euskera. Arana, muy activo en la fundación de periódicos que consideraba indispensables para dar a conocer sus teorías políticas y lingüísticas, pone en marcha los bilingües Bizkaitarra (1893-1895) y Baserritarra (1893-1897). Más tarde, tras la muerte de Arana, llegarán Aberri (1906-1908) y Aberrija (1908). El igualmente bilingüe Euskalduna (1896-1898) se convierte en portavoz de un nacionalismo más moderado. Por su parte, R. M. de Azkue publica en Bilbao, al filo del cambio de siglo, dos importantes semanarios de tipo fundamentalmente literario y cultural: Euskalzale (1897- 1899) e Ibaizabal (1902-1903), en el que también es parte importante Evaristo Bustinza Kirikiño.

Javier DÍAZ NOCI