Lexique

OLIMPIADA

Seúl 1988. Superados ya los aún recientes tiempos de confrontaciones entre los bloques políticos, los Juegos Olímpicos de Seúl (1988) recuperaron el carácter universal que nunca debían haber perdido. Aunque en esta ocasión, fue el escándalo del doping, desencadenado a raíz del caso Ben Johnson, el que oscureció la causa del deporte mundial. Por primera vez en la historia, hubo representación vasca femenina y por partida doble: las atletas Maite Zúñiga y Blanca Lacambra. Y fue precisamente Maite Zúñiga la que salvó la pobrísima actuación en conjunto de los deportistas vascos. Ella, nacida en Eibar, pero formada atléticamente en Vitoria, alcanzó nada menos que la final de 800 metros lisos, en la que se clasificó séptima, lo que le supuso un diploma olímpico. Era la mejor clasificación atlética vasca, desde el sexto lugar cosechado por 'Pipe' Areta 24 años antes, también en el Extremo Oriente y más concretamente en Tokio (1964). Otra alavesa, Blanca Lacambra, corrió peor suerte en su debut olímpico, al caer eliminada en los cuartos de final de los 400 metros lisos. Y si en Los Angeles, Juanjo Prado se había quedado sin estrenarse en la prueba de 4 x 400 metros, como hemos visto poco más arriba, algo similar le ocurrió a Valentín Rocandio en la de 4 x 100 de la Olimpiada coreana. Rocandio sí que estuvo en la pista. Pero el defectuoso relevo entre sus predecesores Florencio Gascón y Enrique Talavera, produjo su descalificación, por lo que el relevista donostiarra no llegó a correr. La chusca historia, en una versión con pequeñas variaciones, se había vuelto a repetir. El remo, que tan destacado papel había completado en Moscú y especialmente en Los Angeles supuso un enorme fracaso, no por temido menos triste. En Seúl afloraron públicamente los larvados enfrentamientos que se habían ido macerando desde varios meses atrás. Nunca se sabrá si el mal ambiente vino dado por la previsión de malos resultados, o si fue precisamente la falta de armonía lo que produjo una defectuosa preparación. El caso es que cuando las eliminaciones se consumaron, los unos se echaron las culpas a los otros, pero nadie se mostró sorprendido. Lasurtegui y Climent, que defendían el subcampeonato brillantemente conquistado en Los Angeles, fueron incapaces de superar la primera ronda, ni tan siquiera en las repescas. Similar suerte corrieron José Ramón Oyarzábal, José Luis Aguirre y Bartolomé Alarcón, componentes, junto a Enrique Briones, en cuatro sin. En baloncesto, ocurrió algo parecido. De la plata californiana se pasó a una más que decepcionante octava plaza. Esta vez la representación vasca fue más indirecta que otra cosa. Ya se apuntó más arriba el origen éuskaro, pero la catalanidad deportiva de Nacho Solozábal. En esta ocasión, habría que añadir que Josetxu Biriukov Aguirregaviria debe su nacionalidad española a la condición vasca de su madre, exiliada a Rusia cuando niña, en tiempos de la Guerra Civil Española. Juan José Uría y Miguel Angel Zúñiga formaron parte de la selección de balonmano, que fue a por medalla y se encontró postergada a una novena plaza que supuso el descenso de categoría. Reseñamos, no obstante, que con su tercera presencia olímpica consecutiva, Uría igualó el récord de los atletas Diego Ordóñez y Luis Felipe Areta, compartido con el futbolista Pedro Vallana. Xabier Isasa y José Antonio Martiarena participaron, en el sentido más estricto, en la prueba de persecución por equipos. Por si el pobre balance general fuera poco, para colmo el halterófilo alavés Fernando Mariaca, que había obtenido un prometedor duodécimo lugar cuatro años antes, se vio implicado en un caso de doping, al parecer por una negligencia de su médico. Fue descalificado. Cuando realizamos esta puesta al día de la historia del olimpismo éuskaro, nos hallamos cerca de los próximos Juegos Olímpicos, los de la XX Olimpiada de la Era Moderna, que se celebrarán en Barcelona en 1992.-G. R. A.