Lexique

OLIMPIADA

Vascos en los Juegos Olímpicos. El País Vasco, como tal, nunca ha tomado parte en unos Juegos Olímpicos de la Era Moderna, de los que se han celebrado ya 19 ediciones, desde su reinstauración en Atenas en 1896. Sin embargo, como es lógico pensar, un número relativamente importante de deportistas éuskaros, que podemos cifrar en torno a los dos centenares, han participado en tan importantes competiciones a lo largo de este siglo casi completo desde el surgimiento del olimpismo moderno. En la inmensa mayoría de los casos, lo han hecho bajo bandera española y, excepcionalmente, bajo pabellón francés, dándose también algún caso aislado de deportistas vasco-americanos. Un repaso rápido al palmarés de los diferentes Juegos, nos podría inducir a cierto error si nos fiáramos por las apariencias de los apellidos de dos campeones olímpicos de dos épocas bien diferenciadas, como Juan Carlos Zabala, un argentino que ganó la maratón de los Juegos de la X Olimpiada, celebrados en Los Angeles, en 1932, al igual que los de la XVIII, 52 años después. Y más recientemente, el cubano Alberto Juantorena, uno de los héroes de Montreal (1976), ganador de los 400 y 800 metros, desmentía con el oscuro tono de su piel toda otra resonancia. Considerarlos parte del deporte vasco, supondría un exceso de chovinismo un tanto extravagante. La auténtica realidad del fragmentario olimpismo vasco-si vale tal expresión-es algo más modesta. Ningún deportista euskaldún ha conquistado jamás esa soñada cúspide, salvo en las competiciones de pelota, que fue deporte de exhibición en París (1924) y México (1968), y que está previsto vuelva a serlo en Barcelona-92. Quince han obtenido medallas de plata, de ellos 13 como componentes del legendario equipo que representó a España en Amberes (1920) y que se proclamó subcampeón, sobre el que nos extenderemos inmediatamente. Los otros dos corresponden a la segunda de las Olimpiadas celebrada en Los Angeles (1984): el guipuzcoano Luis Mari Lasurtegui, en remo, y el vizcaíno Juan Manuel López Iturriaga, en baloncesto. Tres han sido, por último, los medallistas de bronce, como miembros del equipo hispano de hockey sobre hierba en Roma (1960): Luis Mari Usoz, Rafael Eguskiza y Perico Murua. Asimismo, una embarcación de dos remeros con timonel, los tres del club labortano Aviron Bayonnais, obtuvo el tercer puesto en la prueba de 1.600 metros dentro de los Juegos Panolímpicos Helénicos, celebrados en Atenas en 1906. Destacan también, en este inicial resumen, los cuartos lugares conseguidos, en primer término, por el tenista Manuel Alonso (Amberes, 1920) y por los ya mencionados Lasurtegui y López Iturriaga, en Moscú, una olimpiada antes de conquistar sus respectivos subcampeonatos. Quintos se clasificaron también en Moscú los balonmanistas José María Pagoaga, Jesús María Albisu, Juan José Uría e Ignacio Novoa. En atletismo, «deporte-rey» de los Juegos, la mejor clasificación corresponde al donostiarra Luis Felipe Areta, sexto en la prueba de salto de longitud en Tokio (1964), lo que significa el primer diploma olímpico de todo nuestro atletismo. Merece destacarse también la novena posición de Ignacio Sola en México (1968), en la prueba de salto con pértiga, tanto por la clasificación en sí como por la anécdota protagonizada por el garrochista bilbaíno. Porque él fue el primer saltador de la final que superó los 5,20 metros, lo que le sirvió para ostentar, aunque fuera durante tan sólo media hora, el récord olímpico de su especialidad. Las deportistas vascas apenas han tenido ocasión de tomar parte en las competiciones olímpicas. Y pese a ello, es precisamente una atleta, Maite Zúñiga, con su séptima plaza en la final de los 800 metros de Seúl (1988, los últimos Juegos celebrados), quien ha obtenido el mejor lugar del atletismo euskaro, diploma olímpico incluido, desde los tiempos de Areta. Ya hemos dicho al comienzo que Euskal Herria, como tal, no ha tenido ni tiene entidad propia en el movimiento olímpico internacional. Sin embargo, aunque lo hicieran bajo pabellones de Francia o España, hasta cinco formaciones, a lo largo de la historia, han sido plenamente éuskaras, todas ellas embarcaciones de remo. Así lo fueron el ya mencionado equipo del Aviron Bayonnais, compuesto por un total de seis remeros, en los Juegos Panolímpicos Helénicos (Atenas, 1906), que se anotó el sobresaliente lugar del que hemos dado cuenta más arriba; el outrigger a ocho de la Societé Nautique de Bayona, en Estocolmo (1912), que supone el genuino debut olímpico de nuestros deportistas; el equipo de fútbol de España en Amsterdam (1928); el también ocho del Ur-Kirolak donostiarra, en Roma (1960) y por último, el doble scull compuesto por José Luis Korta y José Ramón Oyarzábal, que ganó la pequeña final de Moscú (1980), lo que equivale al séptimo puesto. La representación vasca más numerosa fue la de París (1924) con 35 deportistas, si bien hay que considerar que 21 de ellos intervenían en rubgy y pelota, ambos deportes de exhibición, que engrosan, por tanto, la cifra de una manera un tanto artificial. En Amsterdam, sin que concurriera esa circunstancia, el número llegó a ser de 26. La menor presencia corresponde a Los Angeles (1932), con un solo deportista, Clement Duhour, lanzador de peso del equipo de Francia, pues España no tomó parte en los primeros Juegos celebrados en California. Los atletas Diego Ordóñez y Luis Felipe Areta, así como el futbolista Pedro Vallana y el balonmanista Juan José Uria, comparten el récord de participación, con su presencia en tres olimpiadas. En atletismo, el grupo más nutrido corresponde a París (1924), con un total de ocho participantes. No hubo representación vasca alguna en las cuatro primeras citas olímpicas (Atenas, 1896; París, 1900; San Luis, 1904; Londres, 1908), aunque sí en los repetidamente citados Juegos Panolímpicos Helénicos (Atenas, 1906). Y más tarde, por diferentes circunstancias, tampoco la hubo en Berlín (1932), Helsinki (1952) y Melbourne (1956). Y culminamos este preámbulo globalizador con una fugaz referencia a los Juegos Olímpicos de Invierno. La única presencia vasca se produjo en los últimos celebrados hasta la fecha, los de 1988 en Calgary (Canadá). La guerniquesa Ainhoa Ibarra no tuvo otra opción que la de hacer suyo, en sentido más estricto, el viejo adagio olímpico de que «lo importante es participar». A partir de ahora, vamos a extendernos olimpiada por olimpiada y a entrar más en detalle en la actuación euskaldún.