Lexique

OLIMPIADA

La prehistoria: Atenas (1906) y Estocolmo (1912). Lo que llamaríamos prehistoria olímpica vasca, es decir, los primeros balbuceos, tienen al remo y a Lapurdi como protagonistas. En 1906, los Juegos Panolímpicos Helénicos ven participar a seis remeros del Aviron Bayonnais, capitaneados por uno de los legendarios fundadores de este club, uno de los más importantes de todo el País Vasco Continental: Fernand Forgues. De su espléndida conquista -un lugar de bronce- ya nos hemos hecho eco. Pero aún y todo, hay que hacer aquí un inciso para explicar que los Helénicos fueron unos juegos con todas las condiciones olímpicas, incluso con más participantes que las tres ediciones celebradas previamente. En algunos historiales, incluso se hallan homologados con las propias olimpiadas, aunque no influyan en su tradicional numeración reiniciada en 1896. El leit motiv aparente de su celebración fue precisamente el décimo aniversario de esa efemérides. Pero, según todos los indicios, debió suponer también el canto de cisne de una reivindicación que no hace mucho volvió a estar en candelero: convertir a la capital griega en sede permanente de los Juegos. Ello iba en contra de la filosofía del Baron de Coubertin, padre del olimpismo moderno, quien buscaba su universalidad, haciendo que se expandieran por toda la geografía mundial. Seis años más tarde, en Estocolmo y ya con todas las condiciones reconocidas como olímpicas, otro club bayonés de remo hace el debut vasco, bajo bandera francesa, con tripulación totalmente labortana. Se trata del outrigger a ocho de la Societé Nautique, a la que como campeón de Francia le corresponde el honor de su representación. En la misma figuran, entre otros, los hermanos Elichegaray. Su actuación no debió de ser muy brillante y se cuenta la anécdota de que nuestros remeros tan sólo vieron al delegado francés en la Gare de Nord de París, ya que antes de llegar a la capital sueca les dejó abandonados.