Concept

Historia económica de Euskal Herria

La romanización, del siglo II a. de C. al siglo V d. de C.. En los siglos II y I a. de C. Roma conquistó la Península Ibérica, romanizando asimismo los territorios vascos, en mayor grado en las zonas más fértiles como la cuenca del Ebro (en el año 178 a. de C. se funda Graccurris, la actual Alfaro) y en menor grado en zonas montañosas.

En el caso vasco la romanización tuvo un auge creciente en los siglos I y II y primera mitad del siglo III d. C. con un declive que se alargó hasta finales del siglo IV.

En los territorios vascos los romanos distinguieron, basándose en razones de carácter geográfico y económico, dos zonas claramente diferenciadas: la parte norte o "saltus vasconum", boscosa y de dedicación pastoril, y la meridional o "ager vasconum" donde se practicaba una agricultura cerealista y donde se desarrollaron cultivos de trigo mediterráneo.

La economía en el Periódo Romano

Fuente: Agirreazcuenaga, J; Basurto, R.; Lopez Atxurra, R.: "Historia de Euskal Herria", Donostia, 1980, tomo I.

Roma consolida su asentamiento con la fundación de núcleos urbanos. Ya Ptolomeo, en sus escritos, señala la existencia de quince núcleos vascones. Además de Graccurris (Alfaro), se había fundado Pompeiopolis (Pamplona se fundó en el año 75 a. de C), asegurando la conquista del "ager" vasco. La sujeción del "saltus" o zona agrícola-ganadera se estabilizará al comienzo de la era cristiana. En cuanto a las realidades económicas, ya en el siglo II d. de C. las explotaciones mineras de Triano y Arditurri adquieren su mayor auge; también se explotan las canteras de mármol de Ereño (Bizkaia) y la administración romana muestra gran interés por la franja costera más occidental del área, con la fundación de varios establecimientos en el litoral caristio (Forua, Portuondo, Lekeitio, Bermeo) y autrigón en "Flaviobriga" (Castro Urdiales). Establecimientos que a la vez que posibilitan la explotación y comercialización de recursos locales, facilitan funciones de vigilancia y control de la zona y aseguran una mínima infraestructura portuaria a la navegación de cabotaje.

A comienzos del siglo IV, bajo Constantino, hay una etapa de prosperidad, una pujante actividad en el sector agrícola, si bien condicionada por la autarquía y la ruralización, consolidándose una poderosa estructura latifundista. Este período se extiende a lo largo de la segunda mitad del siglo IV y comienzos del siglo V.

De cualquier modo, no hay que olvidar que en esta época hay un recorte en la autonomía financiera municipal, prácticas fiscales injustas que condenan al endeudamiento y enajenación de bienes al pequeño propietario rural.

También las invasiones, a comienzos del siglo V, de suevos, vándalos y alanos aumentan la inseguridad y decadencia del Imperio, después del saqueo sufrido por Roma, en el año 412, a manos de los godos.

En el siglo V hay un cierto grado de crisis social y de violencia. Las autoridades pierden el control sobre la zona e instalan fortificaciones en Iuliobriga, Veleia (en Álava) y Lapurdun (Baiona).

Junto con las invasiones, las revueltas bagaudas son causa y efecto de la creciente debilidad de la autoridad romana en territorio vasco y en toda la provincia Tarraconense. En los años cuarenta y cincuenta del siglo V grupos armados de campesinos pobres y de esclavos libres se alzan contra la oligarquía nobiliaria y realizan saqueos a lo largo del valle del Ebro y en la provincia Tarraconense. Finalmente el príncipe visigodo Federico los derrota en el año 454. Las revueltas bagaudas conjugan tanto el sentimiento antirromano, especialmente en el "saltus" vascón, junto con aspectos de revuelta social en el "ager" y fenómenos de saqueo y bandidaje.

A finales del siglo V, los acontecimientos señalados acentúan el declive imperial tanto desde el punto de vista económico como político y social, y, por tanto, las tribus vasconas recuperaron su influencia en el "ager". Se inició su desromanización y pasaron a defenderse de las incursiones militares de los monarcas visigodos, por el sur, y de los merovingios, por el norte. Desde el siglo IV, los territorios vascos fueron mas bien zona de paso de las llamadas tribus bárbaras (godos, suevos, vándalos, alanos...).