Kontzeptua

Los toros en las fiestas (1998ko bertsioa)

Toro y Vaca primitivos.Uros, bisontes y bóvidos domésticos. Según ha estudiado el paleontólogo Jesús Altuna (1971, 1980) tanto el uro (Bos primigenius), extendido desde China hasta el Norte de Africa, como el bisonte (Bison priscus), más septentrional, se hallan documentados en los yacimientos del país (Lezetxiki, Aitzbitarte, Urtiaga, Ermittia), en especial en los dos primeros. El arte parietal franco-cantábrico (Niaux, Altzerri, Isturitz) confirma asimismo esta mayor abundancia del bisonte, por ej. en Santimamiñe donde aparece un solo uro frente a más de 24 bisontes. El uro, ampliamente representado en Centroeuropa en la era romana, desapareció posteriormente, como el bisonte; el último ejemplar de esta especie, una vieja hembra, murió en 1627, en el bosque de Jakterovo, a 65 km. de Varsovia. Un bóvido derivado del uro, el Bos taurus, más pequeño debido a la domesticación, está también presente en Euskal Herria desde el Neolítico, tanto al Norte (Arenaza, Galdames) como al Sur (Los Husos) del país. Su alzada en la Edad de los Metales oscilaba entre los 1,03 y 1,12 m. las vacas y 1,12 y 1,20 los toros.

La raza pirenaica. Ya en nuestros días los curiosos y los científicos dieron en estudiar la variedad bovina propia del país, a ambos lados de la frontera, a la que denominaron "raza pirenaica". Pertica y Eceizabarrena (1960) describen a sus ejemplares de los años 20-50 como animales pequeños, de cabeza ligera, frente plana y relativamente ancha, ojos pequeños y de mirar oblicuo. El cuerpo es pequeño y peculiar, pescuezo corto o mediano con papada abundante, espalda bien dispuesta y musculosa, línea del dorso bastante unida, patas delanteras cortas, ubres poco desarrolladas en las hembras, piel robusta, altura 1,17 m. hasta la cruz y mucosas visibles de color carne. Agiles, nerviosos y resistentes, soportan como no lo hacen otros las inclemencias climáticas y sus manadas permanecían casi todo el año en los "puertos" o pastizales de montaña de Roncal, Salazar, Aezkoa, Larrun o Zuberoa, Jaizkibel, Lastur, Gorbea o en la Ribera navarra. En otros tiempos (Pertica y Eceizabarrena, 1960) pacían libremente en los montes retirándose de noche a las seles; luego, al acogerse al caserío, se guarecían en los bosques (mendi-bei, betizuak). Con posterioridad, se retiraron a los pastos cercanos al caserío y, por último, van siendo encerrados en la cuadra a limentándose de forraje. Su explotación humana ha sido para diversión, carne, estiércol y laboreo principalmente, dando las hembras poca leche pero de muy buena calidad. Su peso en vivo puede ser de 325 Kg., alcanzando hasta los 400 en los bueyes laboradores y 600 en los cebados. Vacas y toros pirenaicos de exposición han llegado a pesar 600 y 800 kg., respectivamente. El austríaco Staffe considera (1926) a los cerca de 25.000 ejemplares que había en 1925 como una raza diferente a las de más al Norte y más al Sur: "con su pequeñez chocante, da la impresión de su absoluta primitivez". La poca atención prestada hasta años recientes a los restos de bóvidos hallados desde la época romana hurtan la posibilidad de establecer una demostrada cadena evolutiva entre el "bos taurus" protohistórico y la misma. Según Altuna (1980), los valores de altura en la cruz del bovino protohistórico del país no difieren mucho de los dados por Staffe, en 1926, debiéndose el aumento de talla de los reducidos ejemplares actuales a las mejoras zootécnicas introducidas en las últimas décadas. Una subraza peculiar fue la producida por el cruce de sus vacas con toros aquitanos de la Chalosse, ganado bravío diseminado hasta el s. XIX por toda Gascuña que crecía libre siendo utilizado para el laboreo y la leche y que dio lugar a una antiquísima modalidad de juego: la corrida landesa. Este ganado silvestre está desapareciendo; los últimos ejemplares libres de la vertiente Norte fueron muertos por militares en la zona del lago Maguide de Biscarrose en los años 40-50 (Harté, 1984). En la vertiente Sur la raza pirenaica dio origen además a las ganaderías peculiares de lidia del llamado "canal del Ebro". Estuvo a punto de desaparecer en los años 70; sólo se conserva en la actualidad en Navarra.