Composers

Bernaola, Carmelo Alonso (2009 version)

El año 93, junto con el citado Premio Sabino Arana en su modalidad de Bellas Artes, recibiría la Medalla al Mérito Artístico por el Ayuntamiento de Madrid. Señor [, ya me arrancaste lo que yo más quería] (del 94) es el encabezamiento machadiano que marca este periodo postrero. La última década de Bernaola transcurre al hilo de grandes partituras concertantes: Clamores y secuencias (93) y Piezas caprichosas (97) -Otoño Musical Soriano-, violonchelo y violín solistas respectivos, e Imita, Imita que algo queda (95) en el nonagésimo aniversario de la Sinfónica de Madrid y en memoria del clarinetista y compositor, Julián Menéndez. Clarinete éste, el de Don Julián, que conecta la tradición del polifacético Antonio Romero y Andía o del citado Yuste, con la más vanguardista de Jesús Villa Rojo. Sin embargo, no descuida Carmelo las obras solistas de mayor libertad y economía de medios: Página para violín solo (94), Preludio-fantasía a la constancia y Solo para clarinete (ambas 95), o las pianísticas Pequeña pieza (95) dedicada a (su hijo) David, Pieza III (96) -homenaje a Falla-, Pieza IV (97) y Ofrenda-homenaje a Hazen (98) -las últimas con percusionista añadido-.

En el vistoso apartado orquestal el año 95 tributa con Fanfarria-Preludio, Perpetuo Pepe en homenaje al compositor José García Román y Euskadi (Euskarai abestia) con coro, dos años después Madrid sobre Cela -encargo de la Comunidad- arropa la incursión del músico de Ochandiano en un género de altos vuelos y tema clásico: el ballet La Celestina (96-97) estrenado por el Ballet Nacional de España al año siguiente. A renglón seguido, Líneas (trío) insiste en su acercamiento instrumental camerístico e idiomático, y es en este mismo 1998 cuando recibiera el Doctorado Honoris Causa por la Universidad Complutense, ocasión para la que escribiera su Complutum para orquesta.

Se aglutinan dedicatorias sentidas y tributos a la amistad y al recuerdo: Tiento (homenaje a Aguilera de Heredia) (99), último eslabón de Monumento (magno tríptico sinfónico junto con Abestiak -89- y Villanesca -78-). Como tal se encuentra en programa de la Sinfónica de Madrid bajo dirección de su Juan José Mena en el mismo 2001 en que viera el estreno por la Orquesta de la B.B.C. y todo un Andrew Davis, en el Festival de Granada de Fantasías. Tres estampas burgalesas reafirmó el agradecimiento a la ciudad que albergó sus primeras inquietudes cuando aún era tenor - e incluso llegara a jefe de cuerda- del Orfeón burgalés avanzados los años cuarenta, y este año 2001 retoma premonitorio, timbres litúrgicos por encargo de la casa de Cultura de Loyola con motivo de la inauguración del órgano de la Parroquia del Sagrado Corazón: Mutaciones rítmicas. Un año crepuscular que será coronado con la consecución del codiciado IX Premio de música de la Fundación Guerrero.

La última obra de su catálogo se presenta críptica: 2-2-2-2 --- 80. Epitafio y guarismo; número como principio y fin pitagórico de la música, como abstracción de ritmo y frecuencia. La onomástica -80 cumpleaños- a Ramón González de Amezúa, Director de la Academia y la presencia de Manuel Carra al piano, quedan como anécdotas en vísperas de su fallecimiento el 5 de junio de 2002 en Madrid.

La música para cine, teatro y televisión ha sido el otro acicate de la multidimensional obra de Bernaola, música que, a menudo, dirigía. La popularización de su nombre procede, especialmente de aquí, mundo donde fidelizó miradas de relevantes directores; una filmografía extensa que presenta títulos de culto del cine español. Sus ideas reflejadas en múltiples entrevistas, mostraban un sexto sentido práctico, funcional, consciente de los condicionantes de todo tipo de la banda sonora. La aceptación de cánones cinematográficos, incluidos peajes a director y productor, fue siempre explícita. Su música aquí busca ser un reflejo de la intención impresa por el director en la escena. Aunque hubo también lugar para destellos de vanguardismo en páginas intangibles, como la conocida sintonía de La clave, con elementos sonoros insólitos en este ámbito comercial -glissando de timbal-, junto con las más convencionales y tarareadas de Verano azul o El pícaro.

Sin embargo una, la música "seria" de vanguardia, como otra, la música funcional de estética tonal o descaradamente ligera, ofrecen para Bernaola la oportunidad de reflejar su cabal acercamiento a la poliédrica profesión de compositor. Un acercamiento donde lo humano trasciende toda compostura circunstancial y donde la compostura profesional se adapta y remite al hálito primordial del ser humano: necesidad, coraje y pasión creativas.