El largo periodo de afianzamiento en un lenguaje propio culmina, tras más de una década, con un "tour de force serializado": Impulsos (1968-72). Y así se sintieron tales bríos hasta su primera Sinfonía en do del 74. Página que supuso un hito en su producción, encargo de la Orquesta Nacional de España, Premio a la mejor obra extranjera del Festival de Música de Montevideo (80) y de la que serían deudoras las sinfónico-corales Las negaciones de Pedro (75). Temática religiosa donde se podrían citar Procesional de entrada y Magnificat (69) con motivo de la entrada del Cardenal Primado de España, Vicente Enrique y Tarancón, en Toledo, las radiofónicas El Génesis (70) y Séptima palabra (71, con Rómulo), o la Pieza (72) de Libro de órgano, encargo de la Comisaría general de música, estrenada en el Palau catalán por Montserrat Torrent (73).
Bernaola volvía al coro con Polifonías (69) y Aurretxo txikia (70) y junto a ellas Oda für Marisa (70) y Canción vasca (70) en que apela al propio Guridi, otrora baluarte -organista y compositor- del Real Conservatorio madrileño en su formación. Era el año del nacimiento de su cuarto retoño, Gonzalo. En Relatividades (subtitulada con sorna: ¡Que comenten...!) de la temporada siguiente (71) evocó la memoria del castreño universal, Ataúlfo Argenta. Entre las páginas de cámara se citan este periodo: Argia ezta ikusten (La luz que no puede verse) del 73 o Per due y Presencia -quinteto en homenaje a Gombáu- (ambas del 74). En una curiosidad de este último año, curiosidad del panorama instrumental hispano de aquella y esta época, su pieza Liberame Domine rindió honores a la singularidad tímbrica del bandoneón (¡!), impar referente porteño.