Sailkatu gabe

GIPUZKOA (SOCIEDAD TRADICIONAL)

Las minorías.

Nos referiremos aquí solamente a las minorías clásicas tales como los judíos o los gitanos, a una minoría lingüística, la gascona, y a los enigmáticos agotes, dejando aparte minorías de otra índole tales como las de tipo puramente sexual, social o religiosa.

Los judíos. Los hubo, según documentación del siglo XV, en Segura y Mondragón, sin participación, debido a su no calidad de vecinos, en la vida concejil. Podrían también interpretarse como guipuzcoanos los topónimos Ozeta (en Vergara), Irarrázabal (Deva) e Irauregi (Azpeitia) que aparecen en la documentación como poseyendo núcleos hebreos. Banús aventura la sugestiva hipótesis siguiente sobre la existencia de estos manchones minoritarios:

"Si hay un tema oscuro en la historia vascongada es el de la alta Edad Media, en el cual -opino yo- la clave está en la estructura gentilicia, en la organización social basada en los clanes. Para mi el bando gamboíno significa una penetración de la gens caristia, procedente del Norte de Alava, a lo largo del Deva; y este clan me parece a mí que desde su tierra de origen tenia ya un cierto hábito de convivencia con los judíos: concretamente en Guevara -solar matriz de todo el bando- hubo sinagoga y una noticia de Eulogio Serdán parece dar a entender que ésta se encontraba junto al castillo residencia del Pariente Mayor. Y todo me hace sospechar en los parientes mayores gamboínos una actitud de cierta tolerancia hacia los judios, que verosímilmente, en algunos casos, entrarían a formar parte de su servidumbre familiar; quizá como físicos, quizá como gestores de finanzas, actividades ambas muy concordes con el genio de su raza."

Gitanos. Según acuerdan los historiadores, los gitanos aparecen en Europa a comienzos del siglo XV, asentándose, en nuestro caso, con preferencia, en las zonas fronterizas de las monarquías francesa y española. Su aparición coincide por lo general con la caza de brujas en toda la geografía europea por lo que, entre otras razones, son los gitanos mal recibidos. Mientras en Laburdi y la Baja Navarra expulsan a estos extranjeros, Guipúzcoa se muestra más tolerante (1539) ordenándoles asentarse y tomar oficio si no quieren ser rechazados. Esta parece haber sido la tónica general de las autoridades guipuzcoanas hasta finales del siglo XVII, en contraste con la persecución sistemática con el comportamiento de las laburdinas y navarras. Es la Pragmática de 1695, aceptada por la provincia, la que desencadena una furiosa persecución con prohibición del uso de la lengua, traje, porte de armas, y la orden de empadronamiento obligatorio bajo pena de galeras, azote y destierro. La población gitana se empadrona o se escabulle. La orden más inhumana será la RO de 1749 que Guipúzcoa adoptó en un comienzo pero suspendió al poco. A partir de este momento se abre, pese a las periódicas expulsiones, la era del intento pacifico de la reinserción social. Ver GITANO.

Los agotes. Abundantes en otros lugares de la geografía vasca, en Guipúzcoa son pocos y rápidamente expulsados del territorio, aunque se sabe que vuelven, tras la expulsión. M. Carmen Aguirre Delclaux (Aguirre Delclaux, 1978) ha recogido interesantes disposiciones:

1572.-Por acuerdo de las Juntas Generales celebradas en Cestona, Lucas Zabala, alcalde de la hermandad, expulsó de Guipúzcoa a judíos, moros y agotes. 1574-1590-1604-1655-1663.-Se ejecutaron iguales disposiciones que las del año 1572. 1605.-En las Juntas de San Sebastián se acuerda también que el alcalde de la hermandad les expulse de todo el territorio. Cosa que realiza Martín de Celaiandia. En la siguiente Junta, noviembre del mismo año, da cuenta de que ha expulsado a seis de Fuenterrabía y a una moza del valle de Oyarzun, pero no especifica de qué raza eran. 1696.-Las Juntas de Tolosa acuerdan su expulsión. 1697.-Las Juntas de Mondragón ratifican este acuerdo. 1698.-Provisión de la Junta para la expulsión de unos Agotes residentes en Tolosa y previene a los juristas que hagan lo mismo con los que hubiere en sus jurisdicciones, castigando a las personas que los recogieron en sus casas. 1776.-"El síndico de Asteasu necesita de acompañado para evacuar en Navarra algunas diligencias tocantes a la causa del sujeto forastero, en que se condesciende. Avisa el alcalde de dicho lugar del fallecimiento del agote sobre cuya residencia se introdujo demanda en el Tribunal del corregimiento por incidencia de recusación."

Los gascones.Serapio Múgica estudió, con la minuciosidad y solvencia que le caracterizaron, la llegada de estos vascones (Vasconia = Gasconia = Gascuña) romanizados a Guipúzcoa, por lo que extractamos, a continuación, las siguientes noticias. Entre la tesis del Dr. Camino que cree vinieron los primeros gascones en el séquito de Alfonso VIII de Castilla cuando vino a San Sebastián en 1204, y la de J. Ignacio Gamón que los trajo con anterioridad Sancho el Sabio de Navarra al dotar de fuero a San Sebastián, Múgica opta por la segunda versión. La razón de esta venida pudo estar en las luchas de laburdinos y gascones con Ricardo Corazón de León, hijo de Alienor de Aquitania. En alguna de esas revueltas se produjo, sin duda, la corriente emigratoria que llevó a los gascones a desalojar en grandes masas las tierras en que tenían su asiento. Entonces, Sancho el Sabio de Navarra, rey de Guipúzcoa a la sazón, les concedió terrenos en donde aposentarse al pie del monte Urgull de San Sebastián y en la costa situada entre la desembocadura del río Bidasoa y la del río Oria, y les dio el famoso fuero de población (entre 1150 y 1194). Se puede creer que el lenguaje de los gascones se propagó aquí porque era el habla de los primeros pobladores que tomaron asiento al pie del monte Urgull, que también lleva nombre gascón, sin que esto quiera decir, que con Don Alfonso VIII no vinieran nuevas familias a engrosar la colonia anterior. v. GASCON. Ya se ve por los apellidos de las personas que figuran ocupando los primeros puestos en San Sebastián, que la población estaba en manos de gascones. Echegaray especula sobre el influjo que pudo ejercer el carácter y genialidad de los gascones en el espíritu vasco y es certera la descripción que hace de la índole retozona de los donostiarras, Gamón afirma que la villa de Rentería en probanza que hizo el año 1624, en pleito con San Sebastián, decía que los pobladores de la actual capital de Guipúzcoa fueron gascones de Francia, y su lengua gascona "dura y se habla al presente vulgarmente en la villa", y añade por su cuenta que no desapareció enteramente hasta principios del siglo XVIII. No sólo en San Sebastián tomaron asiento los gascones, sino también en Pasajes y Fuenterrabía. Aún quedaban en 1922 algunos dichos en Pasajes de San Juan, que se creen procedentes de aquellas gentes. Marquelines cautes cinco al ardit, llamaban, sin duda, las vendedoras de marquelinas, que son los caracoles de mar. Ardite en castellano y ardit en vascuence se llamaba al ochavo, moneda de cobre. Por Semana Santa, cuando la carraca en sustitución de las campanas anunciaba por la calle las funciones de la iglesia, iban aún a comienzo de este siglo los chicos detrás del sacristán, cantando a maitines Zirringuilles a misa mayor sermón a les escole a menjar gebolles. Existía también una tertulia de ancianos gascones que a pesar de conocer bien el vascuence, gustaban de hablar en gascón cuando se reunían. De la existencia de un núcleo de gascones en Fuenterrabía tampoco se puede dudar, pues aparte de varios nombres gascones, que aún subsisten y que luego analizaremos, quedan otros vestigios claros y terminantes. La sentencia que dictaron los Comisarios de Francia y España para acabar con las diferencias que los vecinos de Hendaya y Fuenterrabía traían acerca de la ría Bidasoa al mediar el siglo XV, se escribió en gascón y desapareció en el incendio de Fuenterrabía del año 1498. En el archivo municipal de esta ciudad aún existe el proceso original escrito en 1518 en lenguaje gascón por acuerdo del Comisario de España, el Licenciado Acuña, y el de Francia, Maestre Francisco de Velcier, primer consejero del parlamento de Burdeos, instruido a consecuencia de la casatorre que los de Hendaya edificaron en la orilla del Bidasoa y que los de Fuenterrabía la quisieron derribar a cañonazos. En esta interesante información, se hallan en castellano los escritos presentados por Fuenterrabia y en gascón las declaraciones de los testigos de ambas partes. En tiempos más cercanos he hallado una referencia muy curiosa del uso del citado idioma gascón en estos pueblos, en un expediente instruido el año de 1611 en Fuenterrabia a unas brujas que embrujaban criaturas y se reunían en aquelarre en el monte Jaizkibel bajo la dirección del demonio "que tenia en la frente tres cuernos y era grande de cuerpo y los ojos muy grandes de donde salían resplandores de luces y una cola en las partes bajas y estaba sentado en una silla de oro". Conviene tener presente que así Pasajes como Fuenterrabía, constituyeron en sus orígenes parte de la jurisdicción de San Sebastián, en virtud de la carta-puebla concedida a esta última por D. Sancho el Sabio de Navarra. Los gascones no solamente intervinieron en la marcha de los acontecimientos locales, sino que en muchos sucesos de la Provincia ha de verse sin extrañeza la influencia de estos elementos, teniendo en cuenta que eran dueños y señores de tres pueblos importantes de Guipúzcoa. Estas gentes supieron convertir a San Sebastián en el primer pueblo de Guipúzcoa, merced a los privilegios concedidos por los monarcas de Navarra y de Castilla, a la situación topográfica del lugar que ocupaban y a su activa labor mercantil y marítima. Una de sus miras más apasionadas, fue la de dominar en absoluto el puerto de Pasajes, que por su cercanía a San Sebastián y admirables condiciones de seguridad y amplitud, reunía cuantas ventajas se podían apetecer para el tráfico comercial, y pusieron todos los medios a su alcance para adueñarse de él. A este efecto litigaron constantemente y tramaron toda clase de embrollos y pendencias armadas contra Oyarzun, Rentería y Fuenterrabía. Se comprenden mejor los tratados de conversa o convenios que hacían los guipuzcoanos con las gentes de Labourd, de suministrarse mutuamente bastimentos y otros artículos en tiempo de guerra, cuando parece que por estar más encendidos los ánimos, debían romper todo lazo de unión los habitantes de la orilla española y francesa del Bidasoa, y es que los unos y los otros eran miembros de unas mismas familias, muy especialmente entre los gascones y, en muchos casos, socios de una misma empresa mercantil, establecidos en plazas distintas para negociar por partida doble, importando y exportando de una a otra nación, no sólo en tiempo de paz sino en tiempo de guerra, a cuyo fin ambas partes acudían a sus gobiernos respectivos en demanda de licencia, haciendo ver los de Labourd las ventajas que de ello redundaban a Francia y los de Guipúzcoa a España. También contribuyó, indudablemente, la estancia de los gascones en Guipúzcoa para que los habitantes de esta frontera estuvieran unidos en lo eclesiástico al Obispado de Bayona, con inclusión de San Sebastián. En el padrón de vecinos que se formó el año de 1566, figuran muchísimos más apellidos vascos que gascones, aunque es seguro que muchos que llevaban aquellos apellidos hablaban gascón. Y sucedió que cuando los elementos procedentes de otros pueblos de la Provincia se vieron en mayoría, en la actual capital de Guipúzcoa, se consideró llegada la hora de que terminara la preponderancia de elementos extraños en tierra euskara y, siguiendo una acción combinada entre la provincia y los nuevos habitantes de San Sebastián, comenzaron a dictar una serie de disposiciones, que hicieron imposible la vida de los extranjeros en Donostia y demás pueblos de nuestro solar, hasta el extremo de que poco a poco los fueron anulando para los cargos públicos y expulsándolos del vecindario, para llegar a imponer la voluntad vasca en todo el territorio guipuzcoano (vide supra: hidalguía). Claro está que la oposición que se acentuó desde el siglo XVI entre los Reyes de España y Francia, fue el arma poderosa que se esgrimió en la Corte para que las resoluciones de aquí obtuvieran la confirmación debida. Estas y otras medidas, encaminadas al mismo fin, terminaron con la influencia de los gascones en San Sebastián, de donde, al decir de Gamón, desapareció el habla gascona a principios del siglo XVIII. Múgica completa el estudio que hemos extractado con una lista de nombres de muy posible procedencia gascona: En San Sebastián: Ayete, Barbasoil, Beloca, Embeltrán, Landarbaso, Mirral o Ulía, Folia, Miramón, Mompás, Narrica, Polloe, Urgull; en Fuenterrabía: Argelot, Gorgot, Higuer, Montaot, Pampinot; en Pasajes: Arriba la Monta, Borsa, Cai de Puyo, Conde de Masti, Herrera, Malmala, Malvernet, Molinao (hoy Alza), Pasajes. Cita otros más como Pontica de Rentería, Port de Lazón de Lezo, Fuente de Quer, cercano a Pasajes, etc., a los que añadiríamos las dos Guetarias, laburdina y guipuzcoana. José Múgica prosiguió (BRSVAP, 1967: 3-25) la publicación de las indagaciones de su padre con más notas y documentos.