Sailkatu gabe

GIPUZKOA (SOCIEDAD TRADICIONAL)

Arquetipos (I).

Las características apuntadas hasta el momento pueden verse encarnadas en algunos arquetipos. Veamos éstos.

El temple, el coraje y la tenacidad aparecen como elementos principales en el carácter de las mujeres desde muy antiguo. En el siglo XIV tenemos a la hermana de Milla de Lastur que habiendo muerto Milia de parto, se dirigió de Deva a Mondragón a reivindicar la memoria de su hermana y trasladar sus despojos a Lastur. Sus endechas euskéricas, sus reproches al viudo Pero García de Oro, abren una polémica, al estilo del bertsolari, con la hermana de éste. Las dos se disputan. La hermana de Milia acusa también al pueblo de Mondragón de tratar mal a ciertas damas guipuzcoanas: a Ochanda de Gabiola, a María de Balda y a su propia hermana Milla de Lastur. Es realmente una denuncia de malos tratos, una poesía realista, en el euskara de su época, en defensa de la mujer guipuzcoana, que se supone de 1450.

Lope de Aguirre. Unamuno, nuestro gran polígrafo bilbaíno de ascendencia guipuzcoana, prometió un estudio sobre el polémico personaje oñatiarra. No lo realizó al parecer, pero merece la pena conocer el texto de su promesa:

"El alma torturada y tenebrosa de Lope de Aguirre, el Peregrino, el domador de potros, merece un estudio detenido. Tanto como la de Caín, o la de Judas, o la de César Borgia. El que escribe estos apuntes piensa hacerlo. Pero le da miedo y vértigo. Le da miedo y vértigo porque Lope de Aguirre era paisano suyo, de Oñate, villa muy cercana a la de sus padres y abuelos y en la misma provincia, y porque uno de sus tatarabuelos, el abuelo materno de su abuela paterna, era un Aguirre. Mas es preciso zahondar en todas las simas del alma, hasta en las de fango hirviente y venenoso. Es la manera de despertar la compasión redentora."

Unamuno ya se había formulado esta tremenda pregunta sobre su paisano, paisano que hasta podía ser su pariente: "¿Cómo se ha hecho el silencio en torno a este asombroso demonio, de este formidable ángel caído, de este trágico desesperado que pasó fuliginoso meteoro por la historia tormentosa de nuestra conquista del Perú y se ha perpetuado la memoria de otros, si no más grandes como caracteres, no menos repulsivos en el orden moral? El zuberotarra Agustín Chaho intenta penetrar también en el misterio de Lope de Aguirre (Chaho):

"Las memorias contemporáneas nos han transmitido el nombre del guipuzcoano De Aguirre, cargado de una crítica severa, muy merecida por los furores de este salvaje aventurero. Habitó mucho tiempo en Lima, donde murió su mujer dejándole una hija única de 16 años, dotada de una rara belleza. Aguirre rumiaba ya en su espíritu designios tales que sólo el genio vasco puede concebir. No proyectó nada menos que arrojar a los castellanos del Perú, rindiendo a ese magnífico imperio su antiguo lustre y su independencia, así como reservar para su hija el resplandeciente trono de los Incas. Aguirre amaba entrañablemente a su niña, y este sentimiento le hace menos odioso, extendiendo mayor interés al drama tempestuoso de su vida."

Iñigo de Loyola. Alguien lo vio así: "Un día de invierno por un camino de Castilla, marchaba a pie un hombrecillo flaco y pobremente vestido, cojo, y de facha enfermiza. A su vera un asnillo cargado de escribanías, atados de papeles y libros". Nadie diría que tanta parvedad, tanta pobreza, ocultara un espíritu apostólico ardiente, un espíritu de empresa que daría al mundo la institución más pujante y poderosa del mundo cristiano, baluarte del papado ante la reforma luterana. De apariencia tan ínfima, Iñigo de Loyola señalaría al Pontificado un camino de salvación con sus Ejercicios Espirituales, un fundamento institucional con las Constituciones; un ejemplo a seguir con su prodigiosa actividad; una capacidad de fe y sufrimiento que lo eleva victorioso sobre procesos y encarcelamientos; un don de persuasión y diálogo que le hace salir airoso de sus entrevistas con papas y otras dignidades de la Iglesia, hasta lograr la aprobación papal de su obra. Vivió en la Europa del Renacimiento, en el tiempo de Miguel Angel, Rafael Urbino y el Tiziano, los dioses del arte. Su gran pasión es la defensa del pontificado, la recuperación de las regiones cristianas atacadas por el protestantismo, Austria, Alemania y en general la Europa nórdica. Su plan de recuperación minucioso, desde los niños a las altas dignidades, de captación individual, pero de proyección universal, como toda su obra.

Ruiz Añíbarro sintetiza y perfila lo esencial del carácter del gran guipuzcoano Juan Sebastián de Elcano. Si se incorporase en su tumba para contemplar su pueblo natal, es seguro que lo reconocería al punto a pesar de haber transcurrido varios siglos desde su muerte. Los incendios y destrucciones de 1597, 1813 y 1836 no aniquilaron el espíritu de sus habitantes. La villa resurgió siempre de sus propias cenizas con igual trazado e idéntica fisonomía, animada de un terco afán de supervivencia. Su núcleo primitivo se ha mantenido como anclado en el tiempo. En un plano antiguo de la villa se señala el lugar donde se alzó la casa de Elcano, destruida por el incendio de 1836. Persisten allí sus ruinas, trozos de paredes semejantes a muñones mondados por las ventiscas. Se hallan esas ruinas sobre lo alto de un acantilado orientado al Norte, y en el fondo, al pie de las mismas, el mar impetuoso ruge su canción perenne y grandiosa. Ningún lugar parece más indicado que aquel para la cuna de un hombre que en el mar había de hallar su gloria y su tumba. En el atrio de la iglesia parroquial, mohosa de siglos, existe todavía una losa sepulcral ya muy gastada en la que puede descifrarse el siguiente epitafio: "Esta es la sepultura del insigne capitán Juan Sebastián Elcano, vecino y natural de esta noble y leal villa de Guetaria, que fue el primero que dio la vuelta al mundo en el navío La Victoria, y en memoria de este héroe animoso mandó poner esta losa D. Pedro de Echave y Azu, Caballero de la Orden de Calatrava. Año 1671. Rueguen a Dios por él". Sin embargo todo el mundo sabe que su sepultura fue el gran Océano Pacífico. Guetaria, celosa de su gloria, de poseer el marino más ilustre de su tiempo, le guarda un sitio sagrado, el lugar donde debería reposar.

La donostiarra Catalina de Erauso, la "Monja alferez", desde muy joven muestra su entereza, su afán de aventura, audacia y tenacidad. Desde su fuga del convento de San Sebastián, siendo muy joven, hasta morir de arriero en Méjico se cumple un periplo extraordinario, como soldado, ocultando su sexo, sólo descubierto en momentos cruciales, ante las autoridades de la Iglesia, para salvar su vida. En la Araucania chilena prueba su extraordinario valor volviendo al campamento acribillado su cuerpo de lanzadas y flechazos, pero con la bandera arrebatada al cacique indio a quien había dado muerte. Este acto heroico le valió el grado de alférez. Luego, su intervención en pendencias continuas la abocó a emprender su tremenda huida a través de la cordillera de los Andes. Muertos sus compañeros y sus caballos, llegó a tierra habitada exhausta, en un alarde de resistencia y tenacidad.

Juana de Asbaje, mejicano-vergaresa del siglo XVII. Hija de Pedro de Asbaje, de Vergara, en Guipúzcoa, conocida por Sor Juana Inés de la Cruz y también por el "Fénix de México". Su belleza, ingenio y donosura brillaban en la corte virreynal. En palacio se dedicó intensamente a estudiar las disciplinas universitarias. Como no se permitía el acceso de las mujeres a la Universidad quiso hacerlo vestida de hombre, pero tuvo que desistir. Fue sometida a examen público de todas las facultades ante 40 profesores de la Universidad, teólogos, humanistas, filósofos y matemáticos, y fue motivo de general asombro. Este aumentó cuando en la plenitud de sus facultades decidió ingresar en el convento, como Sor Juana Inés de la Cruz. Escritora brillante en prosa y en verso. Por su defensa de los derechos de la mujer, Juana, "la décima musa" también, es la adelantada y fundadora del feminismo mundial. En la plenitud de su triunfo literario surgió la "Carta Athenagórica", que rebate públicamente algunos conceptos del P. Vieira en su sermón de Jueves Santo de 1650. Había contestado al orador sagrado más formidable de su tiempo en el extenso mundo hispanolusitano de América. Las jerarquías intentaron aislarla. El mundo de las letras del continente se conmocionó. Sor Juana se defendió con la claridad y gracia habituales. Notemos que su alma era también generosa y no olvidaba su lengua paterna. Presentamos una muestra, cuya segunda estrofa está dedicada a la virgen de Aránzazu:

Nadie el vascuence mormure
que juras a Dios eterno,
que aquesta es la misma lengua
cortada de mis abuelos.
Guacen galanta, contigo
guacen nere lastana que al cielo toda Vizcaya (P. Vasco)
has de entrar.