La industrialización y la urbanización de la Guipúzcoa rural del siglo XIX ha supuesto, como lo constatan sociólogos, antropólogos e historiadores, un impacto decisivo sobre las estructuras familiares. Este impacto ha afectado, no sólo al medio urbano sino, sobre todo, al medio rural centrado en el caserío o en la aldea. Desde comienzos del siglo XX y, especialmente, en el periodo 1960-1973, el avance de lo urbano en detrimento de la sociedad tradicional ha puesto a ésta en trance semiagónico, no sólo por los grandes trasvases de población al sector industrial como consecuencia de la minusvaloración de la renta agraria frente a la industrial, sino también por la incursión arrolladora del urbanismo en el hábitat rural y la aceptación universal de los modos de vida y mentalidad de la vida ciudadana. Estos elementos, que vienen a añadirse al gran cambio jurídico acaecido en la centuria precedente al desvincularse los mayorazgos, traen aparejadas las diversas características de la sociedad actual de Guipúzcoa entre las que pueden citarse la relajación de los vínculos de dominación parental, la caída del rigorismo moral, la centrifugación de la prole, la ampliación del mercado nupcial, etc. La unidad social configurada en torno al linaje y el solar ha cambiado; cambian con ella el entramado jurídico, los usos y costumbres, la indumentaria, el comportamiento social y las diversiones tradicionales.