Kontzeptua

Biziraupena (1997ko bertsioa)

Persistencia de una economía rural. La industrialización no supuso el fin de la economía rural tradicional. Si exceptuamos las zonas mineras y siderúrgicas de Bizkaia, donde se produjo una casi total destrucción del ecosistema, en el resto de Euskal-Herria el caserío y otros modos de explotación agraria que variaban sensiblemente de una comarca a otra, coexistieron con la industria. Esta situación ha llegado hasta nuestros días. Incluso, se puede decir que las mejoras introducidas en las técnicas agrícolas y la selección de las especies tanto vegetales como animales, provocaron un sensible incremento en los rendimientos agropecuarios y un abaratamiento de los productos. El clima de relativa estabilidad social subsiguiente a la derrota carlista de 1876 también contribuyó a facilitar la producción y distribución de los alimentos, pero, a pesar de todo, si exceptuamos a Navarra, Euskal-Herria siguió siendo un país deficitario en productos de primera necesidad y, por tanto, incapaz de autoabastecerse totalmente. Un estudio llevado a cabo en 1978 para la revista «Punto y Hora de Euskal-Herria», llegaba a la conclusión de que sólo el 70 % de los alimentos consumidos en el País Vasco habían sido producidos «in situ». Y eso teniendo en cuenta que en el estudio se incluía a Navarra, región productora del 45 % del total de los alimentos consumidos por los vascos, porque si nos atenemos exclusivamente a las provincias que componen la Comunidad Autónoma de Euskadi podríamos ver que el porcentaje de alimentos producidos en ellas y consumidos por sus habitantes no llegaba al 60 %. La entrada en la Comunidad Económica Europea y la necesidad de seguir la estricta normativa emanada desde esta institución ha supuesto un duro golpe para el sector primario vasco. Ganadería y pesca han sido los más perjudicados. La cada día mayor agilización de los transportes ha provocado la invasión de productos alimenticios procedentes del exterior. Y está teniendo efectos muy negativos sobre la economía y un impacto cultural no desdeñable, pues la dieta de la población euskaldún y sus hábitos gastronómicos están en trance de modificarse, acercándose cada vez más al modelo norte-europeo. A la altura de 1993, se puede decir que, aunque por distintos motivos que en el pasado, el porcentaje de alimentos importados superaba el 40 %, y esta cifra tiende a incrementarse.

Paloma MIRANDA DE LAGE