Kontzeptua

Biziraupena (1997ko bertsioa)

La mesa de los poderosos. Sabemos que en el s. XV el príncipe de Viana se las arreglaba para que merluza y hasta langosta llegaran a su mesa de Tudela. La langosta costaba entonces a 7 sueldos la pieza, lo que equivalía al jornal de un oficial. Arroz, hortalizas, carnes de cerdo y vacuno y mucha caza eran los alimentos habituales de los poderosos. Pescado de río, como percas, barbas, anguilas y truchas, o de mar, como congrio o delfín, también eran apreciados. El salmón, por ser tan abundante en los ríos cantábricos, no era muy apreciado; se tomaba sólo durante los períodos de vigilia. Un siglo antes, en 1377, la crónica del viaje de Peire de Rosas, embajador del rey de Navarra ante el de Aragón, nos ha permitido conocer que el salmón en empanada que llevó para el viaje le costó 10 sueldos. En una cena de trayecto realizada en Tudela para él y sus acompañantes (tres de a caballo y cinco peones) se gastaron 11 dineros en pan, 18 dineros en vino y 4 dineros en pescado fresco. La salsa del pescado, compuesta por aceite y azafrán costó 6 dineros. Los arenques ahumados 4 dineros y las uvas del postre 5 dineros. Esta venía a ser la dieta de los poderosos, sujeta a las lógicas variaciones regionales, pero en la que se puede apreciar siempre la abundancia de proteínas de origen animal, aunque la leche y la mantequilla brillan por su ausencia, detalle en el que podemos ver la diferencia de los gustos gastronómicos entre la Península y Europa.