Concepto

Carnaval

Una de las principales características del Carnaval es el disfraz. Se puede decir que no hay lo uno sin lo otro. Y dentro del disfraz, un aditamento inequívoco: la máscara.

En toda la corte de vestimentas encontramos una división, no total, entre los disfraces considerados tradicionales, los que aparecen de forma novedosa y los que, aun no siendo considerados ni lo uno ni lo otro, forman parte de un grupo que, con el tiempo, se ha consolidado.

Carnaval

Entre los trajes fijos que han llegado hasta nuestros días, encontramos los específicos de un pueblo o zona determinada. Así tenemos cómo el txatxo de Lantz (N) se viste con telas de sobrecamas para elaborar sus pantalones, blusas y camisas. En la cabeza un gorro cónico elaborado con papeles de sedas de colores. Tocado que, de parecidas características se llevan en otros pueblos, y de mayor tamaño los dantzaris que ejecutan la Sagar Dantza en el Valle de Baztan (N).

En muchas ocasiones, la denominación del disfrazado va unida al tipo de disfraz que porta. Son muchos los ejemplos en esta dirección: el surrandi de Durango (B), los "cipoteros" de Tudela (N), los "zarramusqueros" de Cintruénigo (N), el "zarrabaldo" de Urzainki (N), el mamuxarro de Unanu (N), los "cascabobos" de Agoitz (N), los "porreros" de Egino (A), o el momotxorro de Altsasu (N) entre otros.

En el siguiente nivel se encuentran los que, a lo largo del tiempo, se han convertido en aspecto habitual de la fiesta, surgidos de películas: cowboy e indio, o "Charlot". Los procedentes del comic: Superman, Spiderman y Batman. Los de oficios, situaciones especiales y marginación: la aña, el afilador, el señorito, el aldeano, el vagabundo, el borracho, el mendigo, el leproso, etc. Asimismo los disfraces y parodias de presidentes gubernamentales, deportistas de élite y personajes de dibujos animados (desde Shin Chan hasta Simpson's).

Carnaval

La importancia del disfraz y, sobre todo, de la careta o máscara es observable en el testimonio de los informantes que, a principios del siglo XX, participaron en unos Carnavales que fueron los últimos antes de su fatídica prohibición.

De los personajes de carne y hueso pasamos a los inanimados, grotescos o antropomorfos... en cierta medida sin vida y que, contribuían, a cargar la responsabilidad de las diversas adversidades atmosféricas, una lamentable cosecha, o la enfermedad que se cebaba con los animales domésticos. Ante estos lamentables hechos se buscaba un culpable y éste no podía ser otro que el representado en un pelele o muñeco.

Se le capturaba, enjuiciaba, sentenciaba y debía perecer ante los ojos atónitos de los allí congregados, año tras año, en el centro del pueblo. Denominaciones de personajes que han pasado a mejor vida: "Gutiérrez", "la abuela" y otros. Algunos, con el tiempo, se han logrado mantener o recuperar: Miel Otxin, Aitexarko, Zanpantzar, "Marquitos", "El Hombre de paja", o "Porretero". Finalmente, las nuevas creaciones: "La bruja" o Intxisu.