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NIÑO, NIÑA (NIÑOS EN LA GUERRA)

Guerra y evacuaciones: Etapas. El interés de este estudio se centra, fundamentalmente, en las expediciones de los niños y de todo el personal pedagógico y auxiliar, en general, a su servicio; secundariamente, en el resto de las evacuaciones (mujeres, ancianos y población adulta).

En la organización y puesta en marcha de estas evacuaciones se pueden distinguir varias etapas, en función de las diversas circunstancias bélicas y las condiciones materiales que se crearon en el territorio vasco, con la ofensiva y avance de nuevas acciones militares.

La primera etapa abarca desde la ocupación de Guipúzcoa hasta fines de marzo de 1937; la segunda, desde la ofensiva de la primavera hasta junio; y la última, abarcaría la ofensiva final, la ocupación de Bilbao y la evacuación a Santander.

Durante la primera etapa tenemos, en primer lugar, el exilio de un gran número de niños guipuzcoanos que, a través de la frontera de Irún, llegan a Francia en el 36; se trata de familias enteras que huyen a pie, o como sea, impelidos por el pánico ante el acrecentamiento del conflicto contra Irún. Este éxodo, que primero trató de encontrar refugio en el país vecino, hubo de emigrar, casi en bloque, hacia las tierras de Cataluña, ante la falta de recursos económicos para seguir subsistiendo en Francia. En Cataluña fueron distribuidos por la región, organizándose desde ese momento varios refugios y colonias, incluidas las instituciones autonómicas vascas que más tarde se darían a conocer; la delegación vasca se instaló en el Paseo de Gracia, con todos los Departamentos de Hacienda, Justicia y Cultura y Asistencia Social. Después de la campaña de Guipúzcoa, a lo largo de varios meses se mantuvo estable la línea de Deva, a unos 40 ó 50 kilómetros de Bilbao. En esta etapa, los bombardeos no pueden considerarse como algo determinante de las evacuaciones. La prensa y los testimonios literarios del momento hacen especial hincapié en las difíciles condiciones materiales de la población: «Faltaba el trigo, y el racionamiento de pan era escaso y de mala calidad. No era fácil lograr carne, leche y pescado más que en cantidades muy reducidas» (Onaindia, 1973; 284). En este concepto, y ante el generoso ofrecimiento de la Embajada de la República en París, se realizó la primera expedición organizada, en el mes de marzo de 1937. Salieron de Bermeo unos 450 niños vascos, con destino a la isla de Oleron; iban acompañados por un total de 28 personas adultas, entre las que había médicos, auxiliares y personal pedagógico. La travesía se hizo por mar desde Bermeo a San Juan de Luz, y por tierra de aquí a Burdeos, para pasar de allí a Oleron. Fue grande el éxito de esta expedición y sus resultados iban a influir en los padres. Las noticias que llegaban, a través de la prensa, desde la «Casa Dichosa» (así se llamaba la colonia infantil) eran inmejorables. Era una mansión donde había de todo y no se escatimaba nada: había confort material (baños, duchas, calefacción, biblioteca, salas de fiesta, dormitorios decorados...) y había, sobre todo, paz. Luis de Castresana, que había sido uno de los niños expedicionarios, describiría, años más tarde, los lugares de la isla de Oleron en su libro «El otro árbol de Guernica», destacando, entre todas las cosas, la paz que se sentía allí: «Lo que más le gustaba a Santi de la isla de Oleron era, en fin, la paz; y lo que menos le gustaba era que no estaba en España, sino en Francia. No era solamente que Santi añorase a sus padres y a su hermano y a su pueblo y a sus amigos -que sí los añoraba, y mucho-, sino también que allí en las pocas semanas que llevaba en territorio extranjero, había ido ensanchando paulatinamente, casi insensiblemente, su campo geográfico» (Castresana, 1967: 67).

La segunda etapa llega a partir de la intensificación de las evacuaciones que se producirán ante la ofensiva sobre Vizcaya, en la primavera de 1937. En el avance de las tropas franquistas, fueron bombardeadas las poblaciones abiertas de Durango y Guernica; sobre todo, el bombardeo de Guernica (26 de abril) constituyó un hecho dramático y controvertido. En la acción murieron varios centenares de personas. Fue en estas circunstancias cuando se decidió intensificar las evacuaciones. Como dice J. L. Steer: «Era tal el horror que causaban, sobre todo, en los ancianos, mujeres y niños, estos bombardeos aéreos contra ciudades abiertas, que los padres de familia demandaban y urgían de las autoridades del Gobierno de Euzkadi a adoptar una política de evacuación, con el fin de poner a salvo la vida de los no combatientes» (Steer, 1963; 270-271). Todo esto, unido al emotivo llamamiento efectuado por Aguirre a las naciones del mundo, provocó una oleada de reacciones favorables a la causa vasca. (Euzkadi, 29-IV-1937). El auxilio que, en su famosa Declaración, solicitaba el presidente de Euskadi en favor de miles de mujeres y de niños refugiados en Bilbao, no tardó mucho en hallar un eco favorable en diversos países europeos, caso de Gran Bretaña y Francia, entre otros. Fue en este momento cuando arribó a Bilbao Miss Manning, laborista y miembro del organismo «The National Joint Committee» de Londres para ayuda a España, especialmente encargada para hacer las gestiones y los oportunos preparativos para conducir a Gran Bretaña a un importante número de niños. Por su parte, las Armadas inglesa y francesa se aprestaron no sólo para dar protección a lo convoyes de evacuación, sino también para facilitar la entrada de las expediciones en sus respectivos países. A principios de mayo ya estaba dispuesta y preparada una expedición para salir con destino a Francia, con más de 2.500 niños y unas 1.000 mujeres a bordo del trasatlántico «Habana» y del yate «Goizeko Izarra». Los meses de mayo y junio fueron particularmente intensos en cuanto a evacuaciones, aunque el éxodo no terminaría hasta agosto. Desde el puerto de Santurce, barco tras barco, salían continuos cargamentos de refugiados, entre niños, mujeres y ancianos; algunos de ellos viajaban en calidad de pasajeros. Los barcos que más se distinguieron en este transporte fueron el citado trasatlántico «Habana» y el también citado yate «Goizeko Izarra». El «Habana», de unas 10.551 toneladas, y cuyo nombre anterior había sido «Alfonso XIII», estaba especialmente acondicionado para esta clase de viajes. La única limitación a las expediciones provenía de las posibilidades mismas de hallar los suficientes lugares de recepción y colocación de los refugiados en los países de destino; al parecer, era enorme la masa de población inscrita en espera de embarcar. En la prensa de fines de mayo se dice que son más de treinta mil los niños que esperan la evacuación. En junio se organizó también la expedición a Rusia. Y fueron evacuados, en su momento, los niños del sanatorio de Górliz.

En la última etapa, a raíz de la ofensiva final sobre Bilbao y la precipitada huida hacia la capital cántabra, una gran aglomeración de niños, mujeres, soldados y refugiados, en general, se concentró en Santander en espera de poder embarcar para Francia. Pasados unos angustiosos días de espera, hacia el día 22 de junio pudieron cruzar el mar diversos grupos de niños y personas adultas; entre ellos viajaba también el famoso grupo de niños cantores de Guernica «Elai Alai», testimonio vivo de la tragedia de la villa destruida. Esta agrupación infantil se distinguiría después por la exquisitez de su arte, puesta de manifiesto en cuantas actuaciones desarrolló ante los más diversos auditorios franceses. La mayoría de los evacuados desde el puerto de Santander fueron transportados a Pauillac, y desde allí fueron distribuidos hacia diversas zonas y colonias, como la importante colonia de Donibane Garazi.