Lexique

MEDICINA

Fiebre amarilla, Cólera, Gripe. La sociedad vasca durante el siglo XIX y en la segunda década del siglo XX padeció, con las dolencias endémicas causantes de importantes tasas morbimortalidad y los afectos propios de la edad infantil, asimismo graves, procesos epidémicos, todos con repercusión demográfica manifiesta, siendo el primero el muy localizado de San Sebastián, que siguió al saqueo e incendio de la ciudad en 1813 y del que hizo Vicente Lardizábal descripción en su Periódico de San Sebastián y Pasages (1814).

También otro conflicto bélico, la primera guerra carlista, provocó dolencias epidémicas que afectaron a las tropas combatientes y puede asegurarse se extendieron en sus efectos a la población civil; de ellas hizo descripción Juan José Savirón en una Exposición de las tres enfermedades (tifus, disentería y escorbuto) que se disputaron el dominio del Ejército del Norte durante los años 1837, 1838, 1839 y 1840 (1842). Durante la decisiva batalla de Luchana una epidemia de tifus produjo la hospitalización de casi el 7 por 100 de los efectivos militares presentes en aquel episodio bélico.

Al margen de las epidemias directamente relacionadas con hechos de armas, durante el siglo XIX el temor a las epidemias o la presencia real de las mismas, acosa a la población vasca como a la totalidad de los habitantes del territorio peninsular.

En 1823 la fiebre amarilla hace aparición en el puerto de Pasajes; de ella escribieron relatos de su evolución clínica el médico francés Mr. Potau y el médico con ejercicio en San Sebastián Eugenio Francisco de Arruti, siendo ambas editadas en 1824.

El gran problema epidemiológico del siglo XIX en el País Vasco como en todo el occidente europeo fue el provocado por el cólera; desde 1832 se difunden disposiciones que buscaban precaver a la población del contagio; para evitar su difusión, cuando el cólera había ya hecho aparición en Francia, el Consejo de Navarra establece lazaretos en Maya y Roncesvalles. Favorecido por la situación de guerra que vivían Navarra y el resto del País Vasco peninsular, se difunde el primer brote de cólera. El Colegio de Medicina de Pamplona compuso una Instrucción con recomendaciones preventivas (1832) y otra similar, y del mismo año, con el título Instrucción sobre el cólera morbo asiático se imprime en Bilbao. En 1834 el cólera señorea en el país y de su gravedad es testimonio la cifra de mortalidad, un 40 por 100, que provoca en los afectados de Pamplona; en el Señorío de Vizcaya la intensidad de la epidemia fue desigual; los médicos de San Sebastián redactaron una «Memoria» con los resultados de su experiencia en la contención y tratamiento de la epidemia, editada el mismo año 1834. El cólera hizo de nuevo acto de presencia en el país en 1855, y de ella poseemos la descripción que de la epidemia, afectando a la ciudad de Vitoria, hizo el médico Gerónimo Roure en una «Memoria» publicada en 1856, en la que se incluyen pormenorizadas estadísticas de morbilidad y mortalidad; en agosto de 1855 se diagnosticaron los primeros casos en San Sebastián; poco posterior es la afección por el cólera de Bilbao y toda su provincia. Frente a la epidemia, como en 1834, se adoptaron medidas precautorias dictadas por las Juntas provinciales de Sanidad, incluyendo cordones sanitarios y aislamiento de los enfermos en improvisados hospitales. De su gravedad es expresivo el relato hecho por el párroco de Valdegovia; en él, tras una referencia que era obligada en un sacerdote a «la ira del Señor» como causa provocadora del mal, cuenta: «la enfermedad causaba estragos, llevándose al sepulcro en los primeros días cuatro, seis y ocho personas diariamente en una vecindad de 56 fogueras; los enfermos llegaron a la vez a setenta; cada familia era para sí». La última epidemia de cólera, que en España se singulariza por el intento de introducir la vacuna ideada por Ferrán, acontece en 1885 y su estudio, referido al País Vasco, como el de las epidemias anteriores, todavía está precisado de una investigación que muestre sus vías de penetración y progreso, las formas de actuación colectiva y la particularizada de los profesionales, y recoja cifras veraces de morbilidad y mortalidad. En 1885 se publica por la alcaldía de Pamplona un escrito con medidas preventivas y en Azpeitia se edita una Instrucción a las familias para preservarse del cólera morbo-asiático. En castellano y en euskera la revista Euskal Erria (1885) difunde unos «Consejos del médico viejo dirigidos a los jefes de familia para el caso de presentarse el cólera en nuestra tierra», escritos por el médico Gil Fresco; de Salustiano de Orive es una Guía sanitaria de precauciones fáciles y sencillas de ejecutar para evitar y curar el cólera (Bilbao, 1885).

Esta sucinta referencia a las epidemias padecidas por la sociedad vasca en el período contemporáneo ha de concluir con una referencia a la pandemia gripal de 1918 que a Guipúzcoa llega procedente de Francia en el mes de septiembre declarándose el estado de epidemia al inicio del siguiente mes; cada provincia vasca contó, para combatir la gripe, con su Junta de Sanidad. Las cifras de morbilidad y mortalidad atestiguan la gravedad de la epidemia, si bien datos veraces sólo los disponemos para la provincia de Guipúzcoa y la villa de Bilbao. El estudio de los registros hospitalarios han de ser vía para obtener referencia fiable sobre la repercusión demográfica de la pandemia; en el hospital de Basurto, y en el mes de octubre de 1918, se duplicó la cifra habitual de ingresos, produciéndose en su transcurso el 24 por 100 de la mortalidad de todo el año.