Lexique

MEDICINA

Médicos vascos modernos. El término «modernidad», usado con criterio histórico, es usado para delimitar un período temporal que abarca desde los años iniciales del siglo XVI hasta la conclusión del siglo XVIII, englobando las etapas que culturalmente se definen como Renacimiento, Barroco e Ilustración.

La modernidad da comienzo en la península con la unificación de los reinos cristianos y la definitiva desaparición de la presencia islámica y concluye cuando parte del País Vasco es escenario de la guerra contra la Convención. En tal período el ejercicio del quehacer curador, cada vez más firmemente regulado por disposiciones reales, con exigencia para los médicos de titulación universitaria, y para los cirujanos de práctica ejercida con profesional de valer reconocido, lo controla el ya mencionado Tribunal del Protomedicato, en tierras navarras, como queda dicho, enfrentado a la autoridad de las Cofradías.

Los testimonios documentales reconocen la presencia de médicos y cirujanos en la práctica totalidad de los núcleos de población vascos, y su contratación por los concejos se ajustaba a previsiones que regulaban tanto los beneficios económicos como las obligaciones, estas últimas muy estrictas. La normativa legal y la propia estimación popular, hace que se diferencien, claramente, las profesiones de médico y cirujano, con limitación de sus campos de competencia.

La Medicina vasca del período que se rememora refleja en la personalidad de sus médicos con obra científica publicada vicisitudes de auge y decadencia similares a las vividas por el conjunto de la medicina peninsular: esplendor durante el siglo XVI, grave deterioro en la siguiente centuria y recuperación en la etapa «ilustrada», concretamente en las últimas décadas del siglo XVIII, y en el País Vasco, muy concretamente, debido a la participación de algunos médicos en la empresa cultural emprendida por la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. Unas contadas referencias individualizadoras atestiguarán, con su ejemplo, lo que se afirma.

La Medicina renacentista vasca cuenta con tres médicos que lograron destacar en el marco de la medicina española del siglo: Escoriaza, López de Corella y Huarte de San Juan. Hernán López de Escoriaza, médico de Carlos I, estuvo vinculado a la corte inglesa sirviendo a la reina Catalina de Aragón, esposa de Enrique VIII; con John Chambre y Thomas Linacre intervino en 1518 en la fundación del Colegio de Médicos londinense; Escoriaza figuró entre los confidentes de la reina y a ella sirvió en delicadas misiones alejadas de sus obligaciones como médico. Médicos reales, en la Corte española, fueron los profesionales de origen vasco Juan Xanti, Juan de Echavarri, Lope Fernández de Vergara y el doctor Yurre, entre otros; también sirvió al emperador y a don Juan de Austria Esteban de Zabala. A la corte de Felipe II estuvieron vinculados los médicos vascos Antonio Fernández Vitoria y García Oñate; algo posterior es la actividad profesional ejercida en el medio cortesano por Juan Bautista de Villarreal, Francisco de Galbete y Martín Antonio Marticorena. Alfonso López de Corella figura entre los médicos con más destacada obra escrita en la España del siglo XVI; clásica es su descripción del «tabardillo», el tifus exantemático (1574); figuran como libros importantes, entre los que escribió, un tratado general de medicina (Enchiridium seu methodum medicinae) y el texto, de contenido misceláneo, Trezientas preguntas de cosas naturales (1546), obra reimpresa al siguiente año con el título Secretos de Philosophia, Astrología y Medicina. Más conocido, y con universal reconocimiento por la real trascendencia de la única obra que escribió, es Juan Huarte de San Juan, nacido en San Juan de Pie de Puerto, escolar en Alcalá entre 1553 y 1559 y cuya vida como médico se desenvuelve en Linares y Baeza, fechándose su muerte entre fines de 1588 y comienzos del siguiente año. El lugar conquistado por Huarte en el mundo intelectual español y europeo lo alcanzó con su libro Examen de ingenios para las sciencias, impreso en 1575. El Examen, obra que fue revisada por Huarte a requerimiento de la Inquisición, alcanzó rápida y extendida difusión en Europa, realizándose del libro, antes de concluir el siglo XVI, versiones al francés, al italiano y al inglés; del siglo XVII es la traducción latina y de la siguiente centuria la versión alemana. En opinión de Iriarte llegaron a imprimirse setenta ediciones con trece variantes, lo que convierte al Examen en el texto médico peninsular con mayor divulgación en el mundo occidental. Por su contenido, con su teoría sobre los «ingenios», la obra de Huarte señala el comienzo de la psicología diferencial y de la orientación profesional.

En el tránsito del siglo XVII a la siguiente centuria médicos vascos participan, siempre en defensa de concepciones médicas tradicionales, dogmáticas, en la pugna entre el galenismo escolastizado y las orientaciones modernas imperantes en Europa; con Boix y Moliner polemizó Juan Francisco Leyza y Gastelu y con el doctor Martín Martínez, defensor de una medicina ecléctica, Juan Martín Lesaca, médico natural de Pamplona. De fecha anterior es la edición de la obra del médico también navarro Diego de Aroza titulada Tesoro de las excelencias y utilidades de la Medicina. Y espejo del prudente y sabio médico (1668). Cuando concluye el siglo XVII Juan Martínez de Zalduendo edita su Libro de los Vaños de Arnedillo, obra que incluye la defensa de un remedio universal en su virtud curadora; obra de tema hidrológico es el Libro de los prodigiosos baños de Thyermas, de Manuel Rodrigo y Andueza, publicada en Pamplona en 1713.

La importancia de la Medicina vasca se acrecienta en la segunda mitad del siglo XVIII siguiendo en su evolución curso similar al que se hace patente en el conjunto de la medicina peninsular; en tal suceso, y en el País Vasco, influye, según queda apuntado, la actividad de la Sociedad Bascongada, a la que pertenecieron médicos con obra clínica importante como Joseph Santiago Ruiz de Luzuriaga; Vicente Lardizábal es autor de la primera obra escrita en castellano sobre medicina naval; se impone citar aquí la aportación a la Obstetricia de Babil de Gárate (1756) y el texto quirúrgico, editado en 1779, de Josef Oronoz y Soroeta. Ignacio María Ruiz de Luzuriaga, hijo de quien fue activo socio de la Bascongada, educado en el Seminario de Vergara y con formación médica adquirida en París y Edimburgo, es la figura más relevante de la medicina vasca «ilustrada» y representante cualificado del alto nivel alcanzado por la medicina española cuando concluía el siglo XVIII. En Francia e Inglaterra Luzuriaga llevó a cabo labor investigadora, estudiando el proceso biológico de la respiración; tras su regreso a España, establecido en Madrid, su atención se orientó a la solución de problemas higiénicos, siendo activo propagador de la vacuna contra la viruela, recordando en este empeño la labor cumplida por su padre como inoculador.