Lexique

MEDICINA

Política sanitaria. La última etapa de la Medicina Vasca, que tiene su inicio en el país cuando concluye la primera guerra carlista, marco temporal en el que desarrollaron su labor los médicos de los que queda hecha mención, se caracteriza porque en su transcurso se articula, como en la totalidad del Estado español, una política sanitaria que tiene su inicio en la ya citada Ley de Sanidad de 1855.

Desaparecidas las instituciones reguladoras de la vida médica del Antiguo Régimen, la nueva normativa legal se impone tanto en la práctica del quehacer curador, en el ejercicio profesional, como en las medidas y disposiciones con las que se busca mejorar la situación higiénica, en particular en los más poblados centros urbanos, y evitar la aparición de brotes epidémicos y reducir la morbimortalidad infantil y la provocada por muy difundidas dolencias endémicas. Sobre el entramado legislativo de rango nacional, impuesto, naturalmente, a las provincias vascas y a Navarra, se destacan los rasgos singularizadores que se derivan del proceso de industrialización con el movimiento inmigratorio que cambia la faz urbana de las localidades asiento de plantas industriales, en las que se evidencia un deterioro de las condiciones higiénicas con potenciación o incremento de las que cabe denominar «enfermedades sociales», destacando, con los padecimientos propios de la edad infantil, la tuberculosis y la fiebre tifoidea; el estudio particularizado de la actividad de algunos importantes centros hospitalarios del país, muy concretamente el de Basurto, ha permitido confirmar con datos estadísticos esta realidad sanitaria.

Los organismos médicos provinciales y las autoridades municipales de los más importantes núcleos urbanos, ponen en vigor Reglamentos y Ordenanzas con los que se busca hacer realidad la normativa regulada por la Ley de Sanidad; cabe citar, para confirmarlo, el Reglamento de «policía urbana y limpieza del pueblo» que ya en 1833 aprobó la municipalidad de San Sebastián; en Bilbao se elabora un «Reglamento de higiene» en 1873 y se impone un particular «Reglamento de policía e higiene» para la zona minera y fabril vizcaína. Estas medidas de prevención, con articulado cada vez más pormenorizado y ajustado a los avances científicos, son objeto de mudanza desde los años finales del siglo XIX y en todo el primer tercio del siglo actual.

En la lucha por una mejora higiénica y la divulgación de medidas preventivas, destacaron algunos médicos, así en Vitoria Gerónimo Roure y Ramón Apraiz; una obra sobre Higiene y Sanidad públicas en Pamplona la publica en la capital navarra, en 1903, Agustín Lazcano. La realización de historias locales de la Medicina vasca, tarea todavía sólo iniciada, permitirá corroborar, con testimonios fehacientes, la evolución de esta lucha colectiva contra la enfermedad en los distintos ámbitos urbanos del país; sobre sanidad en el medio rural también se dispone de documentación, siendo particularmente valiosa la que ofrecen los trabajos de Beraza y Larumbe presentados a la Asamblea de Administración Municipal celebrada en San Sebastián en 1920; un modelo de caserío higienizado fue elaborado por el ingeniero Vicente Lafitte en 1928. Otra prueba de cómo se pretendió hacer efectiva la divulgación de consejos higiénicos la ofrece la publicación, en castellano y «vascuence», de la obra Manual de Higiene y Medicina Popular, escrita por los médicos Martín de Arámburu y Manuel Bago Aguirre y editada en Vergara en 1899.

La acción preventiva sobre la viruela, el problema sanitario más grave del siglo XVIII y que mantiene su importancia en la siguiente centuria, no obstante la activa labor difusora de la inoculación por médicos vinculados a la Sociedad Bascongada y más tarde la introducción de la vacuna, exigió la adopción de medidas entre las que sobresale la creación de Institutos Municipales de vacunación, cumpliendo lo que disponía una Real cédula de 1805, por la que se obligaba la creación en todos los hospitales provinciales «de una sala para conservar este fluido vacuno [la vacuna], y comunicarle a quantos concurran a disfrutar de este beneficio y gratuitamente a los pobres». Los principales hospitales dispusieron de servicios para la atención de variolosos y de niños afectados de otros procesos de carácter epidémico, siendo en este campo modélicos los pabellones creados en la fecha de su fundación (1908) en el bilbaíno Hospital de Basurto.

A la problemática general que a la política sanitaria se le planteó en el País Vasco, se suma en sus zonas mineras e industriales las que generaron aquellas actividades y el crecimiento demográfico derivado de la inmigración. Los centros mineros fueron dotados de instituciones asistenciales, siendo las primeras las establecidas, bajo la dirección de Areilza, en monte Triano; de referencia conveniente es asimismo la correspondiente a los sanatorios que se crearon en los enclaves industriales, destacando aquí el centro quirúrgico establecido en los Altos Homos de Bilbao. Sobre higiene industrial la literatura médica vasca cuenta con un temprano testimonio en la obra de N. Muguruza Nociones generales de Higiene del obrero industrial, editada en Eibar en 1918.