Sindikatuak

Unión General de Trabajadores (1990ko bertsioa)

El final de la Dictadura. Desde 1971, los distintos colectivos de izquierda empiezan a coincidir todos con los planteamientos que había defendido siempre la U. G. T.sobre la necesidad de mantener el boicot a las elecciones sindicales y la oposición frontal a la nueva Ley Sindical que, en lo esencial, reproducía la estructura antidemocrática de los sindicatos verticales. Esta coincidencia de criterios lepermite a la U. G. T. mejorar sus relaciones con otras organizaciones, especialmente con CC. OO., con la que había mantenido claras diferencias con anterioridad. El acercamiento entre ambas centrales va a facilitar el acuerdo con otros colectivos antifranquistas, sin ningún tipo de exclusión, para potenciar el movimiento obrero. Este acuerdo, que se concreta en la constitución de una Plataforma Reivindicativa Unitaria con CC. OO., va a provocar, en cambio, la salida de E. L. A.-S. T. V. de la anterior Alianza Sindical. Las razones que aduce el sindicato nacionalista para este abandono se concretan en su desacuerdo con el criterio mantenido por U. G. T. sobre la participación en los comités de fábrica de todas aquellas personas que estuvieran dispuestas a luchar por la clase trabajadora sin distinción de las ideologías que profesaran ni de las organizaciones a las que pertenecieran. En realidad, lo que esta discrepancia pone en evidencia es el debilitamiento previo de la Alianza Sindical que apenas funcionaba desde 1970. A partir de los primeros años setenta, entran en los órganos dirigentes de la U. G. T.nuevas generaciones y los dirigentes vizcainos van a tener una importante presencia en las instancias superiores del sindicato. En esta época, la U. G. T. en general experimentaun importante crecimiento que es más ostensible en la provincia de Vizcaya, donde un buen número de importantes militantes están situados en las fábricas clave del movimiento obrero como en Altos Hornos de Vizcaya o en la Naval de Sestao. Desde 1974 se produce no sólo un avance importante en el número de afiliados en las organizaciones que ya estaban constituidas, sino también la constitución orgánica de la U. G. T., en donde todavía no se había reorganizado, como es el caso de Navarra, que en mayo de ese año constituye en Tudela la Federación Provincial, después de un período álgido de conflictividad laboral que va desde la huelga de Motor Ibérica en junio de 1973 hasta la de Audhi y la de Venancio Villanueva en 1974. Los planteamientos de la U. G. T. en estos últimos momentos del franquismo no han variado. Apoyan la unidad de acción con otras fuerzas obreras, pero no la unidad orgánica y reclaman la libertad sindical y la restitución del patrimonio de las organizaciones obreras suprimidas desde 1939. Además, junto a las reivindicaciones laborales como las cuarenta horas de jornada, la jubilación a los sesenta años, y la readmisión de despedidos por conflictos laborales, insisten en otras reivindicaciones de tipo político entre las que destacan la autodeterminación de Euskal Herria, la abolición de las jurisdicciones especiales y la disolución de las instituciones represivas. Los días 15, 16 y 17 de abril de 1976 se celebra en Madrid el XXX Congreso de la U. G. T., el primero en España después de largos años de exilio. El protagonismo de los ugetistas vascos como Nicolás Redondo o Eduardo López Albizu, y el propio impulso dado por la celebración del congreso, producirán un importante aumento de la afiliación y una reafirmación de las propias posiciones estratégicas y tácticas del sindicato. En esos momentos los afiliados de Euskal Herria suponen algo más del veintidós por cien del conjunto del Estado.