Sindikatuak

Unión General de Trabajadores (1990ko bertsioa)

El Sindicato Obrero Metalúrgico de Vizcaya. La fundación de este sindicato en 1914 constituye un acontecimiento decisivo y sin precedentes en los primeros momentos de la historia de la U. G. T. de Euskal Herria, ya que su sistema organizativo y sus planteamientos sindicales van a estimular la creación de otros sindicatos de industria de ámbito provincial. Este es el caso del Sindicato Minero creado en 1917, aunque desde 1912 existía, con una proyección supraprovincial, el importante Sindicato Obrero Papelero Vasconavarro, con sede en Tolosa. En todo caso, el protagonismo que ejerce el Sindicato Obrero Metalúrgico de Vizcaya va a influir en un cambio notable de la estrategia sindical que ahora sustituye el radicalismo y la protesta violenta, practicada por los mineros en el período anterior, por la defensa del pacto y de la negociación y por el control disciplinado de la acción reivindicativa. Estos nuevos comportamientos imprimen un carácter más moderno a las relaciones laborales en Vizcaya que trasciende también al resto de las provincias vascas a medida que penetra en ellas el proceso de industrialización. En 1916, este sindicato, aprovechando el malestar obrero por el encarecimiento progresivo de los precios, emprenderá una amplia campaña en favor del aumento salarial para sus afiliados en la que, además de los dirigentes sindicales, participan los principales líderes socialistas de Vizcaya. El éxito fue rotundo y se consiguieron elevaciones salariales que en algunos casos llegaron al treinta por ciento, y consiguieron el apoyo a sus reivindicaciones de las organizaciones de Solidaridad de Obreros Vascos recién creadas. En estos años las subidas continuas de los precios aumentaron el malestar general en todo el país y la agitación laboral fue intensa. Incluso en Guipúzcoa, que hasta entonces no había experimentado conflictos laborales de importancia, se produjeron huelgas de larga duración en la Unión Cerrajera de Mondragón y en las fábricas de Tolosa. Además, en esta etapa, a las cuestiones estrictamente laborales se añaden las expectativas políticas abiertas por la crisis de 1917. A partir del 13 de agosto, la U. G. T. y el P. S. O. E. fueron a una huelga revolucionaria contra la Monarquía en todo el Estado. En Euskal Herria se produjo una huelga general que afectó sobre todo a Bilbao, a la zona minera y a los municipios fabriles de la margen izquierda de la ría; en Guipúzcoa, a Eibar y, en menor medida, a Irún, Pasajes, Rentería y Beasain. El movimiento duró una semana y aunque no tuvo carácter insurreccional, produjo numerosas víctimas y muchos detenidos, debido a la dureza de la intervención del ejército. En estas fechas, a pesar de la competencia que ejercían las organizaciones dependientes de Solidaridad de Obreros Vascos desde 1911, y a pesar del auge de los movimientos sindicalistas, la U. G. T. alcanzó un importante desarrollo, llegando a alcanzar en Vizcaya la cifra de dieciocho mil afiliados en 1920, lo que confirma, sin lugar a dudas, el éxito de la práctica sindical adoptada, basada en la negociación, en la moderación y en el pacto con las grandes empresas. Pero, con la crisis económica de la postguerra, empiezan a debilitarse de forma muy acusada las organizaciones obreras, al mismo tiempo que la escisión comunista contribuye al debilitamiento de los sindicatos. Este proceso es especialmente grave en Vizcaya, de tal forma que, entre 1921 y 1923, la U. G. T. verá reducidos sus efectivos a las cifras de comienzos del siglo. Precisamente, la necesidad de frenar la penetración comunista es la causa que mueve a la U. G. T. a crear un nuevo órgano de coordinación provincial que fuera capaz de integrar y controlar a todas las sociedades de obediencia socialista. Es así como nace, en agosto de 1923, la Federación Provincial de la U. G. T. de Vizcaya por iniciativa del Sindicato Obrero Metalúrgico. Este nuevo organismo, aunque, en un principio, sólo funciona como un mecanismo de defensa frente a la influencia comunista; enseguida ampliará sus funciones y servirá para coordinar la propaganda sindical y las acciones reivindicativas de todas las asociaciones obreras de implantación provincial pertenecientes a la U. G. T. de Vizcaya. En este proceso hacia una mayor madurez sindical, Vizcaya se comporta como una provincia pionera tanto en la organización de sindicatos de industria como en la implantación de sistemas de coordinación territorial. Más adelante, en el período republicano, se constituirán también la Federación Provincial de Guipúzcoa y la de Navarra, esta última dependiente de la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra. En cambio, la Federación Nacional de Euzkadi, sin la inclusión de Navarra, sólo se organiza muy recientemente, en la pasada década de los años ochenta. Durante la Dictadura de Primo de Rivera, la U. G. T. se va reponiendo paulatinamente de la crisis. Este proceso de recuperación creciente se acentúa a finales de la década de los años veinte, gracias a la constitución de los Comités Paritarios y al esfuerzo por organizar a trabajadores de determinados sectores productivos hasta entonces poco influidos por la central socialista, como son los obreros textiles, los de la industria química, los de las diversas actividades relacionadas con el transporte y los empleados de comercio. En los últimos momentos de la Dictadura de Primo de Rivera, las organizaciones de la U. G. T. se encuentran muy consolidadas y con un alto nivel de afiliación que, en Vizcaya, alcanza los veinticuatro mil quinientos veintisiete socios, coincidiendo con una etapa de progreso económico determinado, en parte, por el trato de privilegio que el régimen dictatorial da a la burguesía vizcaina. Sin embargo, en estos años, los sindicatos socialistas tendrán que empezar también a tener muy en cuenta la competencia de las organizaciones obreras nacionalistas que han conseguido reorganizarse y se han implantado con decisión entre los empleados y en algunos sectores de la metalurgia.