Concepto

Ciclos Festivos

El período de cuarenta días de la Cuaresma, que comienza con el Miércoles de Ceniza, sirve de puente entre la diversión desmedida del Carnaval y la austeridad religiosa de la pasión y muerte de Jesucristo. Digamos que, esta significación latente en la religión, ha quedado progresivamente a un lado hoy en día por las actuales fórmulas de entretenimiento que da el bienestar y, en casos determinados, las pequeñas vacaciones.

Antaño, durante la Cuaresma quedaba suprimido el baile, por lo que los paseos juveniles y algún que otro juego infantil propio de esta época rompían la monotonía y relativa calma imperante.

Los preparativos de la Semana Santa coinciden en el tiempo con la conocida procesión del borriquito, las bendiciones de palmas y de laurel; todo ello el Domingo de Ramos, a los que siguen los principales días conmemorados por la comunidad cristiana.

Si, por un lado, en infinidad de pueblos las conmemoraciones surgían y se realizaban de una forma relativamente apasionada, nos quedan algunos aspectos que, saliendo del olvido o de una privacidad relativa, se han convertido en referente espectacular. Así tenemos procesiones con imágenes (Bilbo, Azkoitia, Segura, etc.), escenas bíblicas y liturgias, Vía Crucis, pasiones vivientes (Balmaseda o Berango), encapuchados, bendiciones de agua y fuego, etc. Para finalizar, el Domingo de Pascua de Resurrección con la "procesión del encuentro".

Si todo esto ha sido un tanto habitual, dentro de la casuística, la conocida "Fiestas de los Bolantes" de la población fronteriza Navarra de Luzaide, trasvasada en el tiempo desde el Carnaval nos sirve de ejemplo inocuo a dicho período y de colorista festejo basado, en todas sus perspectivas, en la ejecución de danzas en círculo, Jautziak; o el paseo del "Judas" (Salinas de Añana o Moreda) a lomos de un burro configura ese otro final del ciclo, hecho existente en otro momentos del año.