Concepto

Ciclos Festivos

El 16 de junio, San Antonio Abad, al igual que su homónimo del mes de enero con los alimentos, se convierte en el protector del ganado, sobre el cual se efectúan las consiguientes bendiciones protectoras contra las enfermedades. En el exterior del Santuario de Urkiola en Bizkaia se congregan puestos de venta de productos agrícolas. Junto a todo ello, dos grandes piedras, las cuales, con el tiempo, han pasado a convertirse en una fórmula propiciatoria para conseguir pareja. Lo mismo se toma en cuenta a la hora de pasar por debajo de las rocas existentes en el interior del templo de San Miguel en Arretxinaga (Markina-Xemein).

De una necesidad humana a otra. Es la festividad del astro rey, el sol, cuando se encuentra en su momento más cercano y paralelo a la tierra.

El sol da la vida mediante su luz y calor y su culto ha sido manifiesto a lo largo de la historia del ser humano: desde la protección hasta la fertilidad: fuego y agua en una sinergia y en perfecta armonía y conjunción.

Las llamas de las hogueras, al igual que las realizadas en el otro Solsticio, el de Invierno, intentan alcanzar el punto más alto, como si de una unión por conseguir estrechar lazos con el sol se tratara. Fuego que sirve para quemar las alimañas, el mantenimiento de buenas cosechas y de atracción visual, sobre todo, al mundo infantil.

En muchos pueblos estos fuegos se reproducen en huertas y calles y la noche más corta se cubre de humo. A la mañana siguiente el agua se convierte en fuente inspirada del ritual de pisar descalzo el rocío. La recogida de hierba configura el resto de actos profilácticos para su desarrollo social.

La otra festividad del ciclo, San Pedro, ampliamente celebrada en muchos lugares de la geografía, nos introduce en el apartado próximo a las aguas costeras, ya que es en Lekeitio donde, después de la procesión y realización de la Kilin-kala, se prepara un pequeño cortejo donde se traslada la caja de la Cofradía, y encima de la misma un dantzari vestido con frac ejecuta varias danzas.