Lexique

MAR (CIENCIA)

Temperatura del agua de mar. La temperatura del agua de mar juega un importante papel en la distribución y desarrollo de los organismos marinos y su variación puede ser considerada según un gradiente horizontal (geográfico) o vertical (batimétrico). En el primer caso, las aguas muestran una gran amplitud de temperaturas, desde los -2°C de las regiones polares hasta los 32-35°C del golfo de México; es preciso considerar también la longitud para una misma latitud pues como ya comentamos anteriormente en el Atlántico norte se da una asimetría de forma que entre los paralelos 40 y 70° las costas europeas son más cálidas que las americanas debido a la corriente del golfo. La atmósfera recibe la energía térmica que mantiene la circulación oceánica a gran escala, transformando la energía cinética del viento en corrientes marinas superficiales. En las franjas tropicales y en las zonas de corrientes oceánicas cálidas en latitudes medias y altas, tal como en el caso de las costas europeas, se produce el fenómeno inverso de transferencia del calor del agua a la atmósfera. A escala local la influencia de las temperaturas la podemos observar claramente en el extremo sudeste del golfo de Vizcaya, justamente frente a la costa vasca donde se presenta una marcada discontinuidad biogeográfica para varias especies de algas y animales litorales. Debido a la proximidad de las masas continentales y a la relativamente estructura cerrada del golfo, así como a la escasa actividad de las corrientes sobre todo en los meses estivales, esta zona reacciona más rápidamente a las modificaciones climatológicas que la zona oceánica adquiriendo mayor cantidad de calor en verano (un 25 % más que en las áreas oceánicas situadas al Noroeste y Sudoeste del golfo). Las aguas superficales son las que reciben el calor procedente del sol lo cual hace disminuir su densidad y las hace permanecer «flotando» sobre una capa profunda de aguas frías y más densas. El aporte de aguas dulces procedentes del continente hace que varíe aún más la diferencia de densidad, disminuyendo la salinidad en superficie en la zona nerítica. La interfase entre ambas capas o más bien la zona donde la temperatura cambia bruscamente se denomina «termoclima» que en el golfo de Vizcaya se sitúa entre los 15 y 40 metros de profundidad. Al considerar los valores de la desviación típica de las temperaturas superficiales del agua de mar en San Sebastián en un período de 30 años (desde 1950 a 1980), medida los diez días centrales de cada mes, observamos cómo en los meses de junio y octubre se da una dispersión máxima de los valores (con máximos en la desviación típica muy significativos) que traducen los momentos de formación y desaparición de la termoclima estacional. En febrero-marzo así como en el mes de agosto la desviación típica de los valores es mínima, en el primer caso porque las aguas se encuentran mezcladas por la acción de los temporales en un proceso de estabilidad dinámica y en el segundo por la razón opuesta, es decir en agosto las capas superficiales se encuentran completamente estratificadas (estabilidad estática). Las primeras observaciones sistematizadas sobre la temperatura del agua de mar en las capas superficiales del golfo de Vizcaya se realizaron a partir de 1921 por E. Le Danois. En esta época se observa el avance en primavera de un frente de aguas cálidas de origen meridional, que tras supuestamente cruzar Finisterre penetra en el golfo de Vizcaya hasta la fosa de Cap Breton. Dicho fenómeno es denominado «transgresión» por Le Danois y «marea profunda» por Pettersson y fue considerado como el resultado de fenómenos de tipo astronómico que regularían la intensidad de dichas transgresiones (períodos de 111 años de manchas solares con subperíodos de 18 años y medio) y en efecto las observaciones realizadas entre 1921 y 1928 parecían confirmar esta hipótesis que también coincidía a gran escala con los datos registrados sobre las pesquerías de arenque en Dinamarca desde el siglo IX al XIX. Estas «transgresiones» cuyo estudio estuvo muy de moda a comienzos del siglo XX pueden ser interpretadas hoy en día como un progresivo calentamiento del golfo que es roto en su extremo O. por el afloramiento de las aguas profundas y frías al N. y al O. de Galicia, pero aparentemente parecen «cuñas» de agua cálida (de la corriente del golfo) que penetran desde el NO. hacia el interior del golfo de Vizcaya. Como anteriormente señalamos al comenzar las causas de las corrientes (debidas a fuerzas externas y/o internas) éste es otro caso típico del desarrollo de una serie de teorías que se ponen de moda y son utilizadas por numerosos autores en una determinada época para, de repente, desaparecer en forma brusca cuando cambia el criterio de interpretación del fenómeno que se describe. Por otra parte las variaciones biogeográficas observadas en la costa vasca han sido explicadas de diversas formas: Lami en 1933 las justifica atendiendo al valor de la luminosidad y Feldman & Lami en 1941 las atribuyen a la constitución geológica y petrográfica de la costa vasca, pero por lo general se considera a la temperatura como el factor principal, dadas las anomalías térmicas que se presentan en el golfo de Vizcaya. El primer estudio sobre este particular fue llevado a cabo por Móller en 1941 para la marina de guerra alemana; este documento calificado de secreto militar pasó a manos de los aliados al finalizar la II guerra mundial y fue utilizado años más tarde por Fischer-Piette en 1963 para explicar el carácter meridional del extremo SE. del golfo de Vizcaya. En efecto, en el mapa de temperaturas medias anuales del agua superficial se muestra una bolsa térmica en el fondo del golfo con una temperatura media de 17°C, mientras que en Galicia no se sobrepasan los 16°C y en las costas bretonas no llegan a los 13°C. Las primera observaciones rutinarias sobre las temperaturas superficiales fueron realizadas en el laboratorio marítimo de La Rochelle bajo la dirección del profesor Romanovsky entre febrero de 1953 y marzo de 1956 y este tipo de estudios se potenció rápidamente dado su interés y relación con las migraciones y pesquería de la albacora o bonito del norte (Thunnus alalunga), así según Belloc ( 1928) se pesca bonito cuando la temperatura del agua a 40 m. es superior a 14°C; si el espesor de la capa de agua cálida es inferior a los 40 m., el bonito salta y no muerde el anzuelo. En numerosos trabajos de autores franceses se establecen las temperaturas superficiales en distintos puntos del golfo de Vizcaya con el fin de detectar los denominados «frentes térmicos» entre los 18,5°C y los 19,5°C donde se concentra esta especie. Otras veces se trata de explicar los descensos en la pesquería de la sardina en función de las variaciones térmicas de un año a otro. A partir de 1972 se establece un sistema de análisis automático de temperaturas publicándose los datos semestralmente. Se ha estudiado y se conoce relativamente bien el mecanismo responsable del afloramiento que ocurre frente a la costa de Galicia y que comienza en mayo con una fuerte repercusión positiva en la pesquería de la sardina. Sin embargo el mecanismo del calentamiento estival en las aguas del fondo del golfo de Vizcaya no parece estar tan claro. Considerando los valores medios de la temperatura superficial del agua de mar en un período que abarca 120 años, se aprecia cómo en el mes de abril ya aparece un núcleo de agua ligeramente más cálida en el fondo del golfo de Vizcaya, núcleo que se mantiene claramente en mayo extendiéndose desde San Sebastián hasta la desembocadura del Loira y que se mantienen en idéntica situación en junio para desplazarse en julio hacia el sudoeste, permaneciendo durante este mes el máximo térmico centrado frente al cabo de Ajo. Esta posición vuelve a modificarse en agosto y septiembre, encontrándose en octubre la bolsa térmica en posición similar a la observada en abril y mayo. En diciembre este núcleo térmico ha desaparecido completamente del extremo sudeste del golfo de Vizcaya. Comparando estos valores medios a lo largo del año frente a la costa vasca con los que se producen en el extremo noroeste peninsular, se aprecia cómo en los meses invernales la temperatura frente a la costa vasca es inferior, pero debido al afloramiento estival del Noroeste las temperaturas en la costa gallega se detienen en una cota máxima de 17°C, mientras que en la costa vasca siguen ascendiendo hasta superar los 20,4°C. Se observa en general un mayor recalentamiento (de 11,8 Kcal./ cm.² / 250 m./mes) en las aguas del golfo de Vizcaya que el que se produce a la misma latitud en zonas oceánicas al Oeste del golfo, mientras que las temperaturas invernales presentan valores similares. Este contenido térmico más alto queda parcialmente explicado por la insolación.