Lexikoa

MISIÓN

Misiones donostiarras en euskera. Acogía a predicadores de la talla del dominico Antonio Garcés en la ciudad de San Sebastián. Así nos lo recuerda el «Libro de Visitas de la Parroquia de San Vicente»: «El reverendísimo padre maestro fray Antonio Garcés, de la Orden de Predicadores, misionero apostólico, varón excelente en santidad y letras, predicó misión en la parroquia de San Vicente por espacio de quince días, empezando a los últimos de septiembre del año de 1759. No correspondió el fruto a lo que se esperaba de su eficacia, a causa de estar esta provincia y la ciudad divertidas con las prolongadas fiestas que por la proclamación y coronación de nuestro Catholico Rey D. Carlos III se hicieron al mismo tiempo, y estar los ánimos distraídos con las prevenciones para ellas. Pero se consiguió a lo memos el que no hubiese tamboril de noche al tiempo de la luminaria, por lo que se evitaron muchos males». Sin dejar de recordar la actuación euskalduna de los jesuitas al introducir en San Sebastián (1760) todos los domingos de Cuaresma una amplia variedad de pláticas sobre doctrina cristiana en vascuence, que luego seguiría el vicario de la parroquia de San Vicente, pasamos a considerar las misiones populares del siglo XIX.

Pasadas las inestabilidades de la guerra de invasión napoleónica y las situaciones de conflicto con Fernando VII, en su primer sexenio absolutista (1814-1820) y durante el trienio constitucional (1820-1823), el obispo de Pamplona, Joaquín Xavier de Uriz y Lasaga (1815-1829), convocaba a Misiones populares para los donostiarras extramuros de la ciudad en San Bartolomé en 1828 y para los de intramuros en 1829. Las primeras las predicaron los padres Cruz Echeverría y Obieta, los dos de Zarauz, a las que el pueblo respondía y acompañaba cantando letrillas en vascuence. En las segundas predicaron los capuchinos José de los Arcos y Bienaventura de Andoain, aquél en San Vicente en castellano y éste en Santa María en vascuence. La sociedad donostiarra atravesaba al parecer una época brillante y clara en torno al vascuence. Copiamos una cita, aunque no del todo completa, del «Libro de Actas» ya citado: «La Misión comenzaba a las dos y media de la tarde; salía en procesión de la casa del Sr. Vicario con sobrepelliz y estola morada. Cantaba el pueblo unas letrillas en bascuence. Acabadas las cuales, estando arrodillados delante del altar mayor donde se puso una imagen de María Santísima de los Dolores, el Señor Vicario con su cruz en la grada superior, a sus lados los PP. Misioneros, daba el tono el órgano y se cantaba la Salve en bascuence, repitiéndola el pueblo. Concluida ésta, se predicaba. Lo hacían alternando los dos Padres por dos días. Acabado el sermón, se cantaban otras letrillas en bascuence y concluidas éstas, echaba la bendición en bascuence con la cruz de la procesión como de los Misioneros, desde el altar».