Lexikoa

MISIÓN

Organización central y tangencial. El deber de difundir el Cristianismo en el Extremo Oriente, la Iglesia lo confió en los siglos XIII y XIV a la iniciativa de dos grandes órdenes mendicantes, sin que se instituyeran especiales dicasterios a tal fin. Fue con los grandes descubrimientos ultramarinos de Portugal y España, cuando el problema misionero se iba a agudizar. Los papas para solucionarlo, conforme a la mentalidad de la época, concedían al respecto a dichas coronas verdaderos patronazgos sobre las misiones, con lo que éstas recibían enorme impulso. Así pues, a través del padroado portugués y del patronato español se erigieron las primeras diócesis, con obispos nombrados por los respectivos soberanos de dichos países, que a su vez corrían con todos los gastos de personas, inmuebles y organización. Asimismo los misioneros, en cualquiera de sus rangos y dentro de sus Órdenes o Institutos, debían pasar por la única vía de España o de Portugal, que aprobaba o denegaba su función a través de sus Consejos de Indias o de Portugal respectivamente. La colisión del poder político y el religioso enrarecería la situación de las misiones de forma creciente, al complicarse la sociedad y economía de las naciones católicas. Para hacerles frente, la Santa Sede publicaba la bula «Inscrutabili», por la que en 1622 creaba la nueva «Congregación de Propaganda Fide», a fin de tomar el timón de las misiones externas o extranjeras católicas. En ella se defendía la independencia de las misiones, se protegía a los indígenas, se apoyaba la formación de un clero propio y de unos obispos nativos, fundando colegios al efecto y retomando la Santa Sede la dirección de las ya existentes. Se abolían además los privilegios de determinados religiosos, haciéndose ahora necesario el envío desde esta Congregación. Asimismo en 1633 el Vaticano abolía el cauce obligatorio de Lisboa para el ejercicio misional y concedía la libertad de ingreso en las misiones a todos los religiosos.