Kontzeptua

Lamina (1987ko bertsioa)

Lamías enamoradas. Las lamias aparecen a veces como mujeres de aspecto tan atrayente que, en más de una ocasión, han logrado tocar el corazón de más de un campesino. Un joven de la casa Korrione (Garagarza -Mondragón-) ve a una lamia en la entrada de la caverna Kobaundi. Se enamora de ella. Conciertan ambos el casamiento, a condición, sin embargo, de que acierte el joven qué edad tiene la lamia. Una vecina de aquél se acerca a Kobaundi, se coloca de espaldas a la entrada y se dobla de suerte que, pasando la cabeza entre sus piernas, mire de frente a la cueva. Sale luego la lamia que, al ver aquel espectáculo, exclama diciendo: «en los ciento cinco años de mi vida no logré ver cosa parecida». Así, el de Korrione pudo enterarse de la edad de su novia. Pero, habiendo observado que ésta tenía pies de pato, comprendió que no era persona humana y él no podía casarse con ella. De tristeza y de pena contrajo una enfermedad, de la que luego murió. La lamia fue a Korrione a velar el cadáver, y lo cubrió con una sábana que sacó de una cáscara de nuez. Cuando el muerto fue conducido para ser enterrado, ella fue en el cortejo fúnebre llegando sólo hasta la puerta de la iglesia de Garagarza.