Ocaso de las lamías. Si nos atenemos a ciertas creencias y leyendas de nuestro país, no ha pasado todavía la era de las lamias. No faltan, sin embargo, leyendas que aseguran haber desaparecido tales genios. En algunos sitios la desaparición de las lamias atribuyen a las ermitas; en otros, a las rogativas; en otros, al sonido de las campanas de las iglesias; alguna vez, a conjuros. Dícese que la ermita de Kristo-andako, sita junto a una cueva de Atxarte (Abadiano), fue construida para lograr la desaparición de las lamias que de noche salían de aquel subterráneo con mucho ruido de cadenas. En Udala dicen que las ermitas del contorno fueron construidas para desterrar a las lamias. Lo mismo dicen en Sara, atribuyendo la desaparición de las lamias a la construcción de las ermitas diseminadas por el territorio de aquel pueblo. De la región de Llodio desaparecieron las lamias a consecuencia de las rogativas organizadas para ello por los vecinos de aquel lugar. En Garagarza (Mondragón) dicen que las lamias fueron desterradas por la Virgen de Aránzazu. En Dima fueron desterradas las lamias de la cueva de Balzola, gracias al sonido de la campana de la vecina ermita de San Francisco de Olabarri. Las lamias que construyeron el puente de Ebrain (Bidarray), fueron conjuradas por un cura, condenándolas a un destierro de tantos años como granos de lino caben en un robo. En Orozco dicen que las lamias quedaron enterradas a siete estadios bajo tierra desde que fueron organizadas al efecto las rogativas en iglesias y ermitas. También es frecuente decir en aquel pueblo que las lamias ya no existen, porque fueron desterradas por el Evangelio.