Kobazuloak

CUEVAS DE ISTURITS, OXOZELHAIA y ERBERUA

10 Nivel Magdaleniense Medio (= Magdaleniense IV). Corresponde a los niveles II de la Gran Sala y S I de la de San Martín en las excavaciones de los Saint-Périer, y a la parte superior del nivel E de los trabajos de E. Passemard. Es una capa formada por abundantes cantos de piedra, en arcilla rojiza, húmeda y apelmazada: su espesor varía entre los 10 y los 100 cm. En su base se apreció una abundante concentración de piedras planas que lo separan de las formaciones anteriores: apuntaron los Saint-Périer que serían colocadas intencionadamente por los hombres prehistóricos para asegurar un asentamiento a su habitación, aislándola del estrato atrilloso húmedo subyacente. En el cuadro de mamíferos cuyos restos fueron aportados por el ocupante de la cueva predomina el caballo sobre el reno y el ciervo; habiendo también una representación de sarrios, corzos, cabra montés y gran bovino. Entre los restos de carnívoros predominan los lobos y zorros, siendo escasos el oso de las cavernas, la hiena, el león y otros félidos. Son bastante frecuentes los restos de lepóridos y de diversas aves (rapaces diurnas o nocturnas, cuervos). Debe anotarse la presencia del harfang o lechuza de las nieves: indicativo de un extremado clima frío. Tam bién es digna de ser recordada la abundancia de conchas marinas: Littorina, bastantes Pecten (Pecten maximus, Chlamys islandica). La presencia del Pecten (Chlamys) islandicus, molusco hoy confinado a aguas boreales, certifica el clima frío de la época en que se fue depositando este nivel de Isturits. El instrumental lítico es muy abundante, mostrando una masiva habitación en ambas salas de la cueva. La materia prima con la que se elaboró es fundamentalmente el sílex pero se empleó en contadas ocasiones otro conjunto de materiales (calcedonia, cuarzo, cuarcita, ofita). Aparecen muchos fragmentos de colorantes, como el hematites y la limonita. Los raspadores más frecuentes son los trabajados en extremo de lámina, por lo común sin retocar sus bordes: algunos tienen su frente recto, otros son auténticos raspadores cóncavos, otros -sobre láminas espesas- adoptan formas altas o carenoides. Hay pocos raspadores de cepillo y, al contrario, bastante abundantes nucleiformes. Los buriles ofrecen el índice más elevado de toda la serie de utensilios de piedra: los que R. de Saint-Périer halló sólo en la Gran Sala pasan de 1.600. El tipo más frecuente (hasta un 75% de los buriles) es el diedro central (el «buril pico de flauta»). Algunos de los laterales sobre truncadura siguen recordando el tipo de buril de Noailles. Son bastante abundantes los buriles dobles o los combinados con raspadores. Muchos de los buriles de este nivel de Isturits fueron reavivados, el mellarse el corte primitivo del instrumento. El índice del utillaje laminar comprende piezas de tamaño en general pequeño: son bastantes las láminas con algunos retoques marginales o trabajadas como puntas, y raras las piezas dentadas o con muescas. Abunda el utillaje francamente microlítico: laminitas de dorso, con o sin troncadura en la base. Hay perforadores en extremo de lámina o en lascas irregulares (algunos, muy robustos, llegan a ser reales «picos entre muescas»). Se ha anotado, también, la presencia de piezas de aspecto más antiguo (así del Paleolítico Medio e, incluso, Inferior) que se reutilizan ahora, acomodándolas a los tipos característicos del Magdaleniense Medio. En el índice de varios habrá que recordar la existencia de numerosos retocadores o compresores (que hallaron tanto Passemard como Saint-Périer) en esquisto o en cuarcita, y los percutores. Las esquirlas óseas son muy frecuentes. Abundan los fragmentos alargados con su extremidad desgastada por el uso o deliberadamente aguzados en punta. Hay muchas espátulas y alisadores perfectamente pulidos y bastantes cinceles macizos de asta o que aprovechan trozos de azagayas rotas. Un fragmento de cráneo humano presentaba un borde desgastado con regularidad. Son normales en todas las secciones de la excavación de ambas salas de Isturits los compresores-retocadores en fragmentos óseos, testigos de un uso como taller de piedra -tallada del antro en aquella época. Las agujas de hueso que recogieron los Saint-Périer pasan del medio centenar de ejemplares, de dimensiones muy desiguales (entre los 32 y los 108 mm. de longitud extrema); hay, así mismo, bastantes puntas muy finas en esquirlas de hueso (las llamadas «alfileres»). Las azagayas y los punzones están, en su mayoría, fabricados en asta de reno o de ciervo. Los recogidos en la parte inferior del nivel tienen un largo bisel en general no estriado, y una sección transversa circular o ligeramente carenada según un tipo que se difunde desde el Solutrense avanzado y resultará muy peculiar en el Magdaleniense antiguo (Inferior o Medio) del litoral cantábrico. Apenas se conocen azagayas de sección cuadrangular o rectangular (tan frecuentes, sin embargo, en el ámbito cantábrico). Se han recogido algunos «elementos intermediarios» para el ensamblaje de las azagayas a su astil: es decir, con biseles inversos en ambos extremos. Las varillas de asta, de sección planoconvexa, son bastante abundantes, aunque -por desgracia- pocas hayan llegado completas. Llevan bastantes una característica decoración (que comparten con escasas azagayas) en abultamientos o tubérculos en relieve, en hilera sencilla o doble sobre la cara dorsal: se han recogido más de un centenar de esos tipos. En otros treinta fragmentos de varillas aparece una peculiarísima decoración geométrica curvilínea en relieves (que quedan en alto, por la «excisión» de parte de la superficie y masa del asta) que forman ovas, serpentiformes, círculos, espirales, etc.: todo muy complejo, según un tipo que tiene en Isturits su mejor expresión y se considera característico del Magdaleniense Medio pirenaico. Diversos motivos más complejos (triángulos, rombos, escaleriformes, «V» en series,...) aparecen con profusión decorando dorsos de muchas varillas y cuerpos de azagayas. En este nivel se recogieron algunos bastones perforados, algunos con temas en relieve o grabados: de entre ellos hay que destacar un ejemplar dotado de nueve agujeros menores en tomo a la gran perforación central. Como fósil típico de la etapa -de acuerdo con el modelo estratigráfico «clásico» de La Madeleine- se deben citar varios prototipos de arpones en que se puede seguir una evolución interna entre los ejemplares más antiguos (con sus dientes apenas destacados) y los más recientes (con dientes pequeños, angulosos y afilados muy juntos a un solo lado; o con dientes más gruesos curvados y algo separados). El repertorio de elementos de adorno personal en dientes, conchas y fragmentos perforados como colgantes es amplísimo. A título de modelo de referencia puede servir la muestra reunida por R. de Saint-Périer en su excavación del nivel en la Gran Sala: donde hay 88 dientes perforados (25 de reno, 22 de zorro, 20 de caballo, 5 de ciervo,...), 136 conchas preparadas para ser suspendidas (son 132 las Littorina perforadas mediante desgaste de su vuelta dorsal -muchas de ellas teñidas en ocre-, 1 Pecten y 2 Chlamys islandica) y 20 «perlas» en piedras varias que debieron emplearse como objeto de adorno (10 de jade, 4 de ámbar, 3 de esteatita verde, 2 de arcilla desecada, 1 de limonita). De muy especial interés son más de medio centenar de rodetes de hueso: unos cuarenta fueron encontrados por los Saint-Périer y una docena por E. Passemard. Se trata de piezas extraídas de un hueso plano (por lo común de una escápula de reno) de forma circular con una perforación en su centro y diversos motivos -realistas o no decorando sus caras. Es el rodete un elemento probablemente de adorno personal, al aparecer de particular expansión en el Magdaleniense Medio pirenaico (según las excavaciones del último cuarto del XIX en diversas cuevas importantes, por E. Piette). Como lote global de ese tipo el de Isturits es el más numeroso de todos los conocidos en la Prehistoria europea. Las admirables manifestaciones del arte mueble de esta época en Isturits se pueden agrupar en tres conjuntos: los grabados, los contornos recortados y las esculturas de bulto. Sin descender por ahora a mayores detalles conviene apuntar que entre las figuras grabadas hay varias espléndidas representaciones de caballos y de bisontes, de algunos renos, ciervos, cabras monteses, sarrios, carnívoros varios (entre ellos, hasta una probable figura de cabeza de glotón), algún antropomorfo (un hombre y una mujer sobre la cara de una pieza ósea que tiene, por el otro lado, dos figuras de bisontes; varias cabezas de antropomorfos -«hombrecillos»- sobre huesos o piedras), etc. En cuanto a los contornos recortados se trata, por lo común, de cabezas de caballo que han sido extraídas de huesos hioides de ese mismo animal: recortados y grabados con cuidado -incluso dotadas de una perforación para hacer de colgantes- ofrecen figuras muy cuidadosas en detalles, según un modelo de notable personalidad pirenaica (donde Isturits desempeña un papel muy importante en el número y calidad de esas figuras). Las esculturas de bulto o altorrelieves se hallan a menudo decorando algunos instrumentos de asta (propulsores, bastones, p.e.) o bien son temas exentos de tamaño bastante pequeño sobre arenisca blanda u otras piedras menos frecuentes (¡incluso el ámbar!). Las gentes del Magdaleniense Medio habitaron con asiduidad la gran superficie de Isturits, tanto en la Gran Sala como en la de San Martín: con una profusión y extensión de ocupaciones como no se observa en las etapas anteriores o posteriores de la Prehistoria de la cueva. Sus colecciones de instrumentos óseos y del arte de pequeño tamaño constituyen a Isturits como a uno de los yacimientos más importantes del Magdaleniense Medio en el mundo.