Kobazuloak

CUEVAS DE ISTURITS, OXOZELHAIA y ERBERUA

4 Nivel «Auriñaciense Típico». (Auriñaciense Típico antiguo). Corresponde a la masa del estrato SIII de los Saint-Périer y A de Passemard presente en la Sala de San Martín. No es tan segura su exacta corespondencia con los estratos de la Gran Sala (nivel V para los Saint-Périer y A para Passemard), como pretende H. Delporte: pues acaso estos niveles de la Gran Sala sean ligeramente más recientes que los de la de San Martín. Se trata de una capa arcillosa con diversos manchones amarillentos, en un espesor de 50 a 70 cm.: la cubre en varios sitios un horizonte arcilloso estéril, a veces ligeramente estalagmitizado. El nivel de ocupación humana incluye escasos hogares concretos, pero abunda en fragmentos de carbón dispersos por casi toda su extensión. En la colección de piedras talladas de los Saint-Périer el índice de los raspadores (2.030 ejemplares: el 51% del efectivo total) supera al índice laminar (1.748 piezas: el 44%) y notablemente al de buriles (206 ejemplares: sólo un 5% del total). El conjunto laminar está compuesto por 1.466 láminas con los bordes retocados (entre ellas, unas cuantas presentan muescas y denticulaciones retocadas, que las estrangulan), unas 260 tienen truncadura y 22 prenuncian la forma típica de la punta de La Gravette. Entre los raspadores hay unos 200 en extremo de lámina plana, son 350 los carenados y en hocico, sumando los de pezuña y nucleiformes el medio millar, etc. Los buriles ofrecen un lote significativo de poligonales y busqués. Hay alguna punta de aspecto musteriense. Además de aquel rico efectivo de industrias talladas, los Saint-Périer recogieron lascas y láminas simples y elementos de desecho de talla que superan en cuatro veces aquel efectivo de instrumentos acabados. Hay, además, algunos percutores (en cantos de cuarcita, ofita y esquisto), compresores o retocadores de esquisto y cuarzo, fragmentos de cristal de roca y ocre, dos moletas o pulidores, etc. Todo lo cual evidencia el desarrollo en aquel tiempo en la propia cueva de diversas actividades de taller o artesanales. El equipamiento de aquellas gentes en utensilios de asta y de hueso ofrece, también, una variada serie de elementos. 77 compresores o retocadores en diáfisis óseas ofrecen las características muescas y estrías de uso: pero orientadas en dirección ya no perpendicular a su eje (como fuera típica en el Musteriense). Son varias las espátulas de diversas dimensiones y calidad: a veces muy finas. Hay cinceles en asta, gruesos y cortos; y «puñales» en huesos aguzados que conservan su articulación en un extremo. Hay bastantes punzones con base apuntada y de pequeño tamaño. Las 87 azagayas que hallaron los Saint-Périer en este nivel del tipo característico de Auriñaciense Típico (hay otras 18 que encontró E. Passemard), de base hendida y dimensiones no grandes, suponen el elemento definitivo -en lo que atañe a este lote instrumental- para la certificación de esa etapa: la mayor parte están labradas en hueso, con dimensiones que oscilan entre los 4 y los 16 cm. Son muy numerosos en este nivel los objetos perforados que debieron emplearse en el adorno personal: 25 dientes (son caninos e incisivos de ciervo, reno y Gran Bóvido; y caninos de zorro, lobo y hiena), un metacarpiano de reno con orificio, tres esquirlas con agujero de suspensión,... y más de setenta Littorina perforadas. También son de gran interés la veintena de piezas que recogieron los Saint-Périer con diversas muescas y líneas cortas grabadas a intervalos regulares: las llamadas «marcas de caza»,. En 1921 E. Passemard halló un hueso de ave, al que se habían eliminado ambas epífisis, quedando en forma de tubo con tres orificios a lo largo de su cuerpo: se le calificó de «flauta». La fauna de este Auriñaciense Típico incluía en las series recogidas por Saint-Périer abundantes restos de caballo, bastantes de oro o de bisonte, algunos de reno (más numerosos, de todas formas, que el ciervo) y alguna pieza de rinoceronte lanudo. Entre los carnívoros: escasísimo lobo, bastante zorro (tanto común como el frío Alopex lagopus) y varios restos de oso (tanto de las cavernas como pardo) más una pieza de gato montés. El catálogo de aves formado por ambos equipos de excavadores incluye restos de Bubo maximus, Corvus corax, Pyrrhocorax alpinus, Coracia gracula, Pica pica, Vultur monachus,... según inventario que sería posteriormente perfilado por J. Bouchud. Todo ello muestra que esta sala de la cueva de Isturits estuvo habitada por el hombre con intensidad, siendo el caballo la base de la alimentación cárnica. En una circunstancia de clima frío que certifican algunos indicios de la fauna. En este nivel, en la opinión de los Saint-Périer, aparece un componente propio del Auriñaciense Típico (raspadores carenados y en hocico, láminas estranguladas, azagayas de base hendida, buriles gibosos -«busqués»-) y algunos elementos sueltos que «encuadran mejor en el Perigordiense II y III de la Dordoña». Veían en ello una interconexión de ambos phyla culturales: «no dos culturas paralelas, extrañas entre sí la una con respecto de la otra, el Auriñaciense sensu stricto y el Perigordiense, sino, al contrario, una asociación»,. Situación que, ahora, es admitida como bastante común a la mayor parte de los depósitos típicos del Auriñaciense Antiguo en el Sudoeste europeo.