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Construcción Naval en el País Vasco

Para la década de 1870 el País Vasco había alcanzado un cierto grado de industrialización y de desarrollo del capitalismo. Los efectos dinamizadores de la revolución industrial continuaron en las décadas siguientes, modernizándose la economía, la sociedad y la configuración de la población vasca. Además, la nueva estructura económica de Bizkaia, pero no la de Gipuzkoa, basada en la constante y masiva exportación de mineral de hierro a Europa, creó un mercado importante para el negocio naviero. Pese a ello, antes de 1898 las navieras vascas aún tenían una presencia incipiente dentro del conjunto de la economía del país.

Una de las causas de la tardía inversión de las navieras la tenemos en el propio sector de la construcción naval. La política proteccionista del período de entreguerras, además de traer el florecimiento de los establecimientos tradicionales, favoreció la creación de una flota mercante compuesta básicamente por unidades de vela. Es decir, barcos aptos para el cabotaje, e incluso, aún para el comercio trasatlántico, pero no para el transporte rápido y continuado que exigía la exportación de mineral de hierro a Europa.

Así las cosas, el final del decenio de 1860 significó, de alguna manera, el principio del fin de la construcción naval tradicional en madera. Las medidas económicas adoptadas durante el "Sexenio Revolucionario", si bien no supusieron la supresión total de la política de protección a la industria nacional, sí comportaron la conclusión de una coyuntura excepcional, aunque artificial, para la construcción naval vasca. Con todo, estas medidas apenas tuvieron repercusiones en los astilleros vascos hasta 1874.

Las tornas para gradas vascas fueron cambiando durante la última guerra carlista, y más aún terminada ésta, ante la apertura del mercado interior a la competencia extranjera. Se evidenció la incapacidad que tenía la industria naval para adaptarse a las nuevas condiciones y demanda del mercado debido a su retraso tecnológico, lo cual le imposibilitó competir con los grandes buques de hierro europeos que llegaban a los principales puertos vascos. Ante ello, se hacía inaplazable la instalación de modernos tinglados en donde construir buques de hierro dotados de los avances tecnológicos del momento.

La sustitución de las factorías tradicionales por modernos establecimientos navales fue un proceso lento y dificultoso en el País Vasco. Hubo tímidos intentos de creación, casi todos ellos en Bizkaia, de talleres dedicados a la construcción de cascos metálicos y motores de vapor. Entre los primeros estaba la empresa de Agustín Cortadi y Cía; y entre los dedicados a la fabricación de motores vapor, estaban La Fossey de Lasarte que construyeron su primer motor de vapor marino en 1886, los Diques Secos de Bilbao, y una fábrica en Abando propiedad de Ramón de Andueza. Una excepción dentro de este panorama general fue la fundación de Astilleros del Nervión, primera industria naval moderna vasca, pero que fracasó en su intento.

En definitiva, fueron muy pocos los constructores vascos que siguieron la línea de renovación tecnológica, pese a disponer aparentemente de hierro suficiente y de una tecnología accesible, por lo que apenas se botaron vapores de hierro en el País Vasco. Se siguió anclado en la tradición y se continuó labrando pequeñas y medianas unidades de vela de pequeño porte para la pesca y el cabotaje. Esta actitud tuvo un gran coste económico para el sector que, ante la imposibilidad de captar los pedidos de las navieras dedicadas a la exportación de mineral de hierro a Europa, advirtió un brusco descenso del volumen de su producción.

Producción de los astilleros vascos, 1870-1899
AñosUnidadesToneladas
Fuente: ODRIOZOLA OYARBIDE, Lourdes: Construcción naval en el País Vasco, siglos XVI-XIX..., p. 174.
1870-187460+ 6.310'5
1875-187940+ 762'4
1880-188460+ 689
1885-188933+ 550
1890-189474+ 22.243'8
1895-1900112+ 723'5

Nada más inaugurado el nuevo siglo se atisban los primeros signos de cambio en los astilleros vascos. Se intentó recuperar parte de la cota del mercado perdido y se trató de ampliar la clientela fabricando embarcaciones para mercados emergentes, como por ejemplo el turismo. Estas pretensiones tuvieron una materialización distinta en Gipuzkoa y Bizkaia.

En Bizkaia, al amparo del espectacular crecimiento que en los últimos tiempos estaba viviendo el transporte marítimo, se establecieron a orillas del Nervión dos empresas modernas: la Compañía Euskalduna de Construcción y Reparación de Buques, S.A. (1900) y la Sociedad Española de Construcción Naval, S.A. (1913). Con una y otra empezaron a llegar los pedidos de las navieras que hasta la fecha habían sido atendidos en las factorías europeas y, entre ellas, preferentemente en las británicas.

Algunas factorías guipuzcoanas por su parte, apostaron por diversificar su producción construyendo pequeños vaporcitos pesqueros de madera para la flota litoral y embarcaciones para el recreo. Éste fue el caso de Astilleros Andonaegui de Pasaia, Astilleros Urola de Zumaia, y los talleres de Miguel Antonio Mutiozabal de Orio y de Senén Aseguinolaza de Hondarribia.