Kontzeptua

Construcción Naval en el País Vasco

Tras la I Guerra Carlista se inició en los tinglados tradicionales un paradójico período de prosperidad, en un momento en que comenzaba a triunfar en la navegación atlántica el buque de hierro movido con máquinas de vapor. Varios fueron los factores que lo posibilitaron, pero entre ellos fueron vitales el traslado de las aduanas del interior a la costa en 1841 y la política proteccionista implantada por el Gobierno para la industria española.

Efectivamente, entre 1841 y 1868 las gradas vascas registraron los mayores índices de producción de toda la centuria. La prosperidad alcanzó a casi todos los establecimientos navales del país, pero fueron las grandes factorías, especialmente las de la Ría de Bilbao, en las que se advierte un mayor crecimiento en su producción. Asimismo, al amparo de este clima proteccionista abrieron sus puertas algunas nuevas empresas, entre ellas la Empresa Naval de Pasajes y el astillero de Uriberri regentado por José Manuel Mutiozabal.

La manufactura naval en estos años estuvo, sobre todo, orientada a satisfacer la demanda creciente de navíos mercantes que había en el Señorío. Es por ello, por lo que los principales clientes del sector fueron la burguesía mercantil vizcaína, las sociedades mercantiles domiciliadas en Bizkaia y los pequeños comerciantes dedicados al cabotaje. En suma, la industria naval se enfrentaba al reto de satisfacer las necesidades que exigía la nueva coyuntura, razón por la que comenzó a labrar un abanico de variedades navales bastante más amplio y de tonelajes algo superiores al de las décadas anteriores.

Esta coyuntura cambió con la nueva política económica implantada en 1868 tras la caída de Isabel II.