Udalak

Bergara

Guerra carlista. Bergara fue atacada por sorpresa al amanecer del 5 de setiembre de 1834 por 2.000 carlistas que, mandados por Bartolomé de Guibelalde, no pudieron apoderarse de la villa. La reina recompensó tan heróica defensa por medio de la R. O. de 19 del mismo mes y año, resolviendo entre otras cosas lo siguiente. 1º Que se hiciese entender del modo más solemne cuán satisfecha se hallaba su magestad del bello ejemplo de fidelidad y valor dado por la villa de Bergara, a su gobernador, guarnición, milicia urbana, y habitantes que tomaron parte en la defensa, todos los cuales habían merecido su real aprecio. 2º Que las familias de los individuos de tropa y milicia urbana que hubiesen fallecido en la defensa, fuesen atendidas con las pensiones y auxilios posibles. 3º Que para perpetuo testimonio de esa gloriosa defensa se colocase en el centro del escudo de armas de la villa de Bergara un sobrescudo, en el cual se vean las iniciales de Isabel II, y sobre ellas una corona mural. Su gobernador el capitán Juan Antonio de Uzuriaga, fue ascendido al empleo inmediato y todos los individuos de tropa y mili-cia heridos o que se hubiesen distinguido más condecorados con la cruz de Isabel II. Sitiada por el general carlista Zumalacárregui, después de la rendición de Ordizia en 3 de junio de 1835, capituló sin resistencia y su milicia urbana pasó a la plaza de San Sebastián, donde continuó prestando sus servicios hasta la terminación de la guerra. Después del desastre que sufren los liberales en el Alto de Deskarga, sucumbirá esta guarnición liberal al verse totalmente abandonada por las tropas de la reina. En Bergara, pues, establece D. Carlos su cuartel general, haciendo su entrada en la villa el 10 de junio. Será este mismo mes, en Bergara, donde tendrá lugar el debate entre la camarilla palaciega y D. Carlos, que querían comenzar el sitio de Bilbao, y Zumalacárregui y otros que querían tomar el camino de Vitoria y Castilla. La toma de Bilbao suponía para la causa carlista dinero para financiar la guerra y un mayor apoyo internacional, pero el proyecto de Zumalacárregui era mucho más viable militarmente. Al fin Zumalacárregui, Villarreal, etc., se sometieron a los deseos del rey de tomar Bilbao, cosa en la que fracasaron.