Municipios

Estella - Lizarra

Levantamiento realista. A principios del año 1822 había una fuerte efervescencia en oposición al sistema constitucional en Estella, [Idoate en Rincones..., t. II, pp. 140-144]. Eran continuos los gritos contra la Constitución y los regidores recibían continuos anónimos amenazantes. El 9 de abril los grupos formados en las calles se negaron a retirarse a los requerimientos de un destacamento de militares y éstos hicieron una descarga, muriendo un paisano. Fue precisa la intervención de los sacerdotes para apaciguar a la población. En varias ocasiones más tuvieron que intervenir los soldados para disolver a los grupos de paisanos. El pueblo idolatraba a los cabecillas realistas que se habían echado al monte y los incidentes eran continuos. El 14 de octubre de 1822, 1.500 realistas mandados por Guergué entraron en Estella, [Rincones..., pp. 171-173, t. II]. Los realistas empezaron a entrar en Estella por el Puy y por las alturas de Lizarra, obligando a los constitucionales a refugiarse en la casa fuerte. Guergué aprovechó todos los medios pacíficos para obtener la rendición de los sitiados, sin resultado positivo. Mandó colocar una mina, a la vez que tres compañías se disponían a entrar por el boquete que hiciera, pero los defensores taparon rápidamente con tablas el hueco. Recurrió a otros métodos, pero siempre sin resultado. Por la mañana del día siguiente vinieron en socorro de Estella el coronel Fernández con más de 200 hombres. Por su lado los realistas recibieron un refuerzo de 600 hombres al mando de Zabala. Fernández, viendo la ingente cantidad de enemigos, optó por retirarse, pero los realistas no le dejaron, atacándole y deshaciéndole la columna. Los del fuerte, al enterarse de la derrota de Fernández decidieron la marcha a Vitoria, saliendo a las siete del mismo día, siendo hostilizados por jinetes realistas. Consigna Idoate en Rincones... [t. III, pp. 324-327] que el 19 de diciembre de 1823 estalló una sedición en Estella entre los voluntarios realistas. Según el oficio de su comandante, al pasar lista al mediodía los oficiales de la 1.ª compañía constataron que algunos soldados se habían afeitado el bigote, que hasta entonces habían llevado en virtud de las órdenes del Cuerpo. Se arrestó a los insubordinados y el instigador del hecho sufrió 200 palos delante de todo el batallón. Pero sobre las siete de la tarde los soldados armaron un gran griterío y sonaron varios tiros de fusil, teniendo que refugiarse los oficiales y el comandante donde pudieron. Tres horas duró el tumulto, acabando cuando una porción de voluntarios abandonaron Estella y se marcharon a sus pueblos. 234 desertaron ese día. Tomás Zumalacárregui y D. Santos Ladrón enviaron circulares a los pueblos de los desertores, logrando que se restableciera la situación. El 27 de diciembre el rey licenció a estas tropas, autorizando al virrey para formar un batallón de ocho compañías con los que quisieran seguir en la milicia.