Arte sacro. Iglesia de San Pedro Lizarra. No cabe duda que ésta fue la primitiva iglesia de la navarrería de Estella, pero en el siglo XVIII fue muy reformada. Tiene hoy una altísima torre, denominada popularmente "la Gallarda", de 1624. Retablo principal de la iglesia de San Pedro Lizarra. Dentro de la época renacentista, ya siguiendo los cánones de Vignola consta de tres cuerpos, en los que se mezclan columnas dóricas y corintias. La composición es regular, con cajas cuadradas y frontones triangulares. Basamento con los evangelistas. Otros apóstoles con escenas de la pasión, y en el centro el titular, San Pedro, y escenas a él referidas, con lo que se completan el primer y segundo cuerpo. El tercero presenta el Calvario con la conversión de San Pablo y la Asunción de la Virgen. Es obra de Juan o Joannes Imbertus (hijo) y datada a finales del siglo XVI. Policromado hacia 1600, hoy está desfigurado por una mala pintura. El sagrario es de la misma época y autor. Retablo colateral de San Pedro Lizarra, del apogeo de la época plateresca en su decoración, con mayoría de tablas sobre paneles escultóricos. Atribución dudosa, datable hacia 1550-1560. Santa María Jus del Castillo, fue sinagoga hasta 1145, en que fue consagrada. Obra románica en su mayor parte de hacia 1145, tiene una bóveda de fines del siglo XII pero la fachada fue reformada en neoclásico, en el siglo XVII. Quedan abundantes muestras decorativas medievales en el interior y el exterior, y una imagen gótica. Iglesia del Sepulcro. Sobre una primitiva fábrica románica del siglo XII se elevó esta iglesia, que presenta su magnífica fachada gótica de 1328, fachada que fue costeada por el gremio de mercaderes de ésta, en tiempos, importante ciudad. La parte que queda, pese a su riqueza, no es más que la parte inferior del original, ya que la superior fue volada en 1516 por el coronel Villalba, emisario de Cisneros. Presenta un profundo abocinamiento en su arquivolta, con doce nervios sobre un capitel corrido de decoración floral. Se apoya esta arquivolta en doce columnas a cada lado flanqueadas por otras tantas secundarias. El tímpano presenta tres zonas: la inferior, que hace de dintel, con una Sagrada Cena llena de movimiento y colorido humano. La superior, con una Crucifixión que preludia los retablos renacentistas. Y la media, con las historias de las tres Marías que visitan el sepulcro, María Magdalena recibiendo la visita de Cristo resucitado y Cristo bajando a los infiernos. En función de impostas y ménsulas, cabezas de personajes del Antiguo Testamento. A los lados, dos estatuas de abad y obispo respectivamente, tal vez en conmemoración del acuerdo sobre jurisdicción entre el obispo de Pamplona y el abad de San Juan de la Peña; acuerdo que dirimió un largo pleito. Sobre una faja de cuadrifolios, en sendas hornacinas, se ofrece el apostolado. Debajo, sepulcros bajo arcos apuntados. Es interesante el crucifijo bizantino del siglo XII que la leyenda asegura haber sido arrojado al agua por un judío. El crucifijo subió contra corriente hasta el lugar de la iglesia del Sepulcro, donde es venerado. Talla de San Matías e imagen de Ntra. Sra. de Belén, ambas medievales. El ábside es románico, del siglo XIII, y junto a él se puede ver algún lienzo de las murallas de la judería. Iglesia de San Pedro de la Rúa. Fechada no antes de 1147, sólo algunos capiteles del ábside por la parte interior se pueden hacer remontar a esta fecha. El atrio, algo posterior, se sitúa en la segunda mitad del siglo XII y el resto de la construcción, sobre todo su arco polilobulado, es ya de transición. Los ventanales son góticos y finalmente hay hasta una capilla renacentista. Sobre una larga escalera, la torre cae a plomo con la fachada, dando un severo aire de fortaleza al conjunto. La portada norte es de gran riqueza, presentando su arquivolta abocinada y apuntada de ocho grandes arcos con profusión de motivos esculpidos en las aristas y el intradós, terminado el conjunto en su parte interna por un ajimezado de diez lóbulos, que le dan un extraño aspecto califal. Cuatro columnas gruesas y cuatro más finas a cada lado, alternando, y capiteles que forman un friso continuo de decoración vegetal. Arpías, sagitarios y grifos barbudos forman la decoración animada, junto con máscaras, caras trazadas sólo esquemáticamente y figuras en las que se quieren ver obispos. Las basas con flores formando la figura de una X. Portal ciertamente emparentado con el de Cirauqui (siglo XIII) y el de la iglesia de Santiago de Puente la Reina. Tres naves de tres crujías y tres bellos ábsides semicirculares se ven por el interior. Bóveda de crucería ojival, destacando dos arcadas. La superior es de medio punto con capiteles de decoración vegetal. La inferior presenta capiteles más antiguos al parecer y de historias esculpidas. En bandas y arquivoltas, decoración geométrico-vegetal. Dos capiteles de profundo dibujo vegetal se encuentran sobre las columnas del arco triunfal. La pila bautismal, románica, está formada por un grupo de hombres que sostienen una concha semiesférica decorada con grandes hojas. El claustro no conserva del original más que dos de sus alas, debido a la voladura del castillo de Estella en 1572. De la obra original, sobre un plinto de escasa altura, columnas gemelas con capiteles dobles y arcos de medio punto de no mucha altura. La galería oeste tiene temas vegetales y animales, mientras la galería norte lleva toda la decoración historiada. Sus temas son: 1. Capitel del pilar, con vegetales. 2. Escenas de la pasión. 3. Ciclo de los inocentes. 4. Escenas de la Natividad. 5. Escenas de combates entre hombres y entre hombres y monstruos. 6. Pasión y muerte de San Lorenzo. Es curioso que cada escena lleva grabada su descripción, como p. ej. HIC TRADIT LAURENTIUS THESAUROS, y el nombre de los personajes representados: LAURENTIUS, DECIVIS. 7 y 8. Escenas de la pasión de San Andrés. Como en el anterior: HIC IUBET EGEAS INCARCERARI (Aquí, Egeas lo manda encarcelar), de una gran ingenuidad. 9. Escenas de la vida de San Pedro. 10. Vuelve al tema vegetal. Es interesante el grupo de cuatro columnas torsionadas, bajo el capitel núm. 14. En las galerías desaparecidas de la obra original, arcos de medio punto u ojivales, sobre el antiguo plinto y basas románicas, dan idea de lo que debió haber sido el claustro románico en su época. Son interesantes, en su interior, los enterramientos de los duques de Granada de Ega. En ella se conservan unos curiosos objetos que la tradición asigna al obispo de Patrás, en peregrinación a Compostela, que murió en Estella de viaje. No obstante, parecen depender más de los talleres del limousin. Un lignum crucis se encierra en un relicario transicional de plata afiligranada. El relicario del omóplato de San Andrés apóstol es un templete gótico afiligranado también. El báculo de Patrás, atribuido al metropolita de esta ciudad, en realidad procede de Limoges. Data del comienzo del siglo XIII y en sus esmaltes sobre cobre bronceado representa las alegorías de la lealtad y de la astucia. Iglesia de San Miguel. Situada en la plaza del Mercado Viejo, cuyos edificios tienen aún sabor medieval, presenta una portada románica ya tardía situada en la fachada norte de la iglesia, compuesta por un porche construido en ojival que rompe parcialmente los grupos de santos que ya en la época románica rodeaban la portada propiamente dicha. Bajo ellos, relieves de excelente factura representando ángeles y santos. Sobre basas ornadas de motivos vegetales, cinco columnas a cada lado, intercaladas con pilastras de aristas redondeadas que dan la impresión de un número suplementario de columnillas. Diez capiteles en total, representando escenas del ciclo de la vida de Cristo, en su infancia. Un tímpano esculpido, sin dintel, apoyado directamente sobre impostas que representan leones o bien el león y el toro en que algunos quieren ver la fuerza y la mansedumbre, nos muestra un Cristo en majestad, de cuidadísima barba, sosteniendo un libro en que se ve el característico crismón pirenaico de los tímpanos. Mandorla cuadrilobulada, con un Tetramorfos en que las figuras vuelven violentamente la cabeza hacia la figura central. Un personaje a cada lado -un hombre y una mujer- cierran el grupo, sin que se sepa con certeza su significado. Los arcos de la arquivolta muestran un grupo de ángeles turiferarios de desproporcionada cabeza, luego el coro de ancianos del Apocalipsis en grupos de a dos, patriarcas y profetas, una serie de temas evangélicos y otra de escena de la vida y martirio de diversos santos. Dos esculturas suplementan las esquinas con escenas del martirio de San Lorenzo. El friso superior de ocho apóstoles, al tener sin terminar las columnas pares extremas, hace pensar que se proyectó el apostolado completo. En los relieves inferiores, es de notar que en la escena de la lucha de San Miguel con el infernal dragón, el primero lleva un escudo con las acednas del reino de Navarra. Existe otra portada, mucho más simple, en la calle de la Chapitela, con sólo tres arcos en su arquivolta y decoraciones vegetales, si bien igualmente perfecta en su ejecución. El interior sorprende por su unidad de estilo, ya transicional o incluso de primer gótico. Tres naves de cuatro crujías, con tres ábsides redondeados, y uno suplementario al lado del evangelio. Abovedado gótico con nervaturas cruzadas, y una interesante galería de arcos apuntados. Un retablo tapa el ábside por el interior. Alrededor de toda la iglesia, un bello triforio practicable. La torre en ladrillo es de fecha muy posterior a las relativas al resto de las obras. El maestro de San Miguel, de nombre propio y origen desconocido, aúna las influencias barroquizantes del románico tardío con la simplicidad del primer gótico. Se le han encontrado influencias del maestro de Silos, o del de Tudela, pero sin que se pueda establecer una filiación muy concreta. Retablo colateral de la iglesia de San Miguel, dedicado a San Crispín. Fue donado en 1602 por el gremio de zapateros. Se atribuye a Juan Imberto (hijo) y su policromía a Bartolomé Díaz de Uterga. Arquitectura greco-romana muy clásica, desprovista de ornamentación profana y talla perfecta en los bajorrelieves. Iglesia de San Juan Bautista. Comenzada en el período transicional, conserva de esta época la portada norte y apenas algunas construcciones más. El interior fue terminado en bóveda de crucería, y el conjunto aún fue muy modificado en estilo grecorromano. Retablo principal de la iglesia de San Juan Bautista. Consta de sotabanco, tres cuerpos, ático y tres calles, teniendo además cuatro entrecalles. El primer cuerpo sobre los profetas del basamento lleva escenas de la pasión y evangelistas. El segundo, San Juan Evangelista y varios santos, con más escenas de la pasión. El tercero, figuras y escenas del evangelio, con varios santos y santas. El ático refleja invariablemente el Calvario, con las historias de la conversión de San Pablo y las figuras de Santa Bárbara, San Juan y la Magdalena. En el frontispicio, un Padre Eterno rodeado por San Lorenzo y Santa Lucía. Documentalmente, pertenece a Pierres Picart, vecino de Alsasua y probablemente francés o flamenco de origen. Es interesantísima la arquitectura del conjunto, sobre todo los efectos ópticos (los arcos de las entrecalles están desviados sobre el plano principal). El retablo fue pintado y dorado en 1760 con bastante buena fortuna. Falta el relicario o sagrario original, que fue llevado al convento de San Francisco a principios del siglo XIX. Parroquia de San Juan. Dos blandones y un facistol, de Pedro de Troas, con tallas renacentistas en roble de la Burunda que existieron en esta iglesia, hoy día han desaparecido. Cruz parroquial procesional de San Juan Bautista, en plata, ejecutada por Pedro del Campo en 1590. De gran interés también, el Cristo renacentista del siglo XVI de esta misma iglesia. Virgen de Rocamador. Ya es citada, a propósito de donaciones hacia el año 1201, con Sancho VII el Fuerte. Es una clara muestra de la introducción de devociones francesas por el Camino de Santiago. A semejanza del primer templo de este nombre, creado en Francia por San Amador, su finalidad fue hospitalaria. Fue basílica y gozó de privilegios como Compostela, Jerusalén y otros centros importantes. La poseyeron también los templarios. Hoy día es convento de San Francisco. De la construcción primitiva queda el ábside románico semicircular, con una bella serie de canes y gran profusión de signos lapidarios en sus piedras. Santo Domingo fue primitivamente un convento fundado por Teobaldo II en 1259, y construido en un límpido gótico primario. Fue tal su importancia, que en el siglo XV se celebraron Cortes del Reino en él. También en sus orígenes había sido sinagoga. Hoy día se procede a su restauración. Monasterio de San Francisco, fundado por Teobaldo II, fue construido en los Arenales. Convertido en fortaleza durante las guerras carlistas, fue arrasado y desapareció completamente. El de San Agustín, que ya existía en 1295, en los Arenales también. El de la Merced, también llamado Sta. María de Salas, fue fundado por Pedro de París, a principios del siglo XIII, en estado ruinoso. El de San Benito y Santa Clara, ambos fundados en el siglo XIII y reformados en el XVII. Convento de las Recoletas, fundado en 1731, con arquitectura neoclásica, de la época. Iglesia de Santa María, muy desfigurada posteriormente, pero de origen románico. Iglesia del Puy. Ternos litúrgicos renacentistas, atribuidos al bordador Juan de Urroz, notables por su inspiración netamente mudéjar. La fábrica de la moderna iglesia, realizada hacia 1920 en un estilo cubista con reminiscencias góticas, resulta de dudoso gusto. La imagen, cuya leyenda le hace remontar a la época visigótica, es de madera recubierta de plata. No parece anterior a la época románica. Otra leyenda la hace aparecer milagrosamente en 1085, siendo rey de Navarra Sancho Ramírez, en el sitio de Toledo, donde los navarros ayudaban a los castellanos. Cruz del camino de Ordoiz. Denominada popularmente "la picota", se halla al final del barrio de las Pellejerías, junto al río. No posee fecha. Se especula de que tal vez se alzara como explicación de la matanza de judíos del siglo XIV, aunque la factura sea posterior al hecho.