Kontzeptua

Toponimia (1998ko bertsioa)

Toponimia medieval y moderna. Durante los siglos del período histórico VIII al XII, van superponiéndose a los primeros nombres latinos, los románicos, los latinizados y romanizados y hasta alguno que otro germánico y hasta normando. De ahí los iniciados o terminados en villa, villar, ville, villare, court, castro, etc., según provengan del norte o del sur de Euskal Herria donde influyen muy poco hasta muy cerca de la edad moderna. Si fuera del país tenemos nombres como Gondreville, Gondrecourt, Villare o Villars, por el norte y Villarcayo, Villadiego, Villarodrigo, al otro lado del Ebro, también en país euskaldún han ido introduciéndose los Villafranca, Villar, Villarreal, Cantrevilla o Villambrosa, pero en número escaso y reciente. La posterior época feudal llena la Aquitania de exotismos toponímicos como Châteauneuf, Montfort, Roquefort, Castelnau, Labastida, Villefranche, y nuestros Villafrancas y hasta en forma euskerizada como el Milafranga laburdino. Idénticamente aparecen los Murillos, Castillos, Burgos, etc., como Murillo del Fruto, del Cuende y de Leza; Carcastillo, Uncastillo, Castillonuevo; El Burgo, Burguete, Ojacastro y Castro Urdiales (éste en los linderos vascos de Cantabria). En zona euskaldún estos nombres coexisten con los auténticos como Gazteluberri y Castillonuevo, Ordizia y Villafranca, Carcastillo y Zarrakastelu o se vasquizan como Milafranga de Laburdi o Gaztelu de Guipúzcoa. En el s. XII se produce al norte del país un aluvión de derivados de nombres personales que según se trate de la Aquitania o de la zona de habla vasca da resultados distintos: Laugerie (L'Auger-ie), Laymarie (L'Aymarie), Lasteyrie (L'Asteyrie), etc. De factura más moderna todavía son los plurales como Les Meillets, Les Atigues... Otras veces se hace referencia a fortalezas como Castro, a recintos amurallados como Murocinctus, a ruinas como Mazières, a industrias como Ferriére, a templos paganos como Fanjaux (Fanum Jovis), a árboles como Fresnay, o a migraciones y aun invasiones tales como Allaines (alanos) y Guetex (godos). Este tipo de nombres completa la destrucción y suplantación de la toponimia antigua aquitana pero se detiene en los linderos donde el euskera sigue imperando. Al sur pasa lo mismo aunque logran penetrar en pequeño número la zona netamente euskaldún. Citamos algunos ya existentes en plenos siglos XI y XII en tierra vasca:

VALLEMONTEARCOS
Balterra (1047)
Valterra (1092)
Valcoma (997)
Valcarlos
Monte Jeto (Montejurra)
(1172)
Monteacuto (1154)
Monte Real (1154)
Los Arcos (1181)
TORREBAÑOSMURO
Torres (1102)
Torreciella (1063)
Bannios (1035)
Tiermas
Morelo (s. XI)
Murel (1102)
Muriello
Murillo (1125)
PUENTECASTILLO. BASTIDAPIEDRA
Ponte Regina (1146)
Traspuente (1066)
Diacastello (1192)
Labastide (1312)
Petra Alta (1141)
Peralta (1165)
Petralda (1006)
VILLACASTROSALINAS
Berantibilla (1110)
Villa Maior (1138)
Villa Nova (1101)
Villa Torta (1089)
Ponicastro (1204)
Ojacastro (s. XII)
Castro Urdiales
Salinas (1174)
Sayllinas (1337)

Del mismo modo, la nueva religión, el Cristianismo, deja su huella. La basílica o capilla rural, basilicae, llega a formar nombres como Basoche, de aparente vascoidismo, pues baso- es igual a "bosque". La ermita, cellae, se ve representada en Celle, Sceaux; el monasterio, moutier, en Montreud, en forma diminutiva; y otros como Hôpital, Ospitale Villea¡eu, Tempterie, Commanderie y sobre todo los numerosos Eliza en zona de habla vasca, como Elizalde y Elizondo, los Abbadie y Abadia, Apatamonasterio, Krutzeberri, Gurrutzaga o con nombres de santos como Donostia, Donibane, Donamaria, Donezahar, Donazar, Donestebe.

EXCELSICRUZSANTO, SANTA
Excelsi (1143)
Michaele de Excelso
(St.) (1139)
Sancta Cruce (1064)Sancti Martini (1068)
Sancti Stephani (1033)
Sancti Vicenti (1104)
Sancti Geme (1087)

Recientemente el patois gascón ha conseguido introducir algunos topónimos como Polloe, Ayete, Urgull (en San Sebastián), y Bonloc, en el País Vasco-francés, pero es la implantación del castellano y del francés como idiomas oficiales, la que cubre de nombres románicos todas las regiones con una capa mucho más reciente: Los Mártires, La Arboleda, El Prado, La Tejería, El Batán, El Molino, etc., sin contar con la castellanización o afrancesamiento de la ortografía; Ezpelette por Ezpeleta o Guernica por Gernika. Este tipo de nombres salpica de erderismos nuestro mapa propio, uno de los más densos en materia toponímica del mundo pues no hay accidente del relieve, parcela de cultivo, bosque o término con una característica destacada que no tenga un nombre. Y súmese a ese etiquetaje oral detallístico sobre los accidentes naturales el establecido a los caseríos asentados por las laderas de los montes, las ermitas, los pueblos y establecimientos de todo orden. El fondo no moderno se presenta también punteado de nombres de no clara filiación euskérica descubriéndose, a simple golpe de vista, tipos de topónimos antiguos raros y de difícil clasificación. Pero, de todos modos, los nombres medievales difieren muy poco de las actuales a pesar de estar transcritos en documentos redactados en latín. Así, por ejemplo, Aderiz (1141), y Adiriz actual, Agibar (1073) y Aibar, Ahoitz (1079) y Aoiz, Ainazchar (1102) y Añezkar, Aizpurci (1104) o Aizpurdi (1032) y Aspurz, Albizu (1223) y Arbizu, Anios (1088) y Anoz. Así infinidad; pero también los hay en abundancia los que no han variado nada en un milenio: Aezcoa (1085), Adoain (1057), Aizpe (1087), Aldaba (1102), Aldunate (s. XI), Aranguren (1208), Araquil (1125), Arazuri (1097), Arbeiza (1097), Ardanaz (1093), Arraiza (1233), Arroniz (1056). Este gran porcentaje de nombres inmutables testimonia el uso exclusivo del euskera en esas localidades. En cambio cuando se observan vacilaciones simultáneas es más bien indicio de la interferencia de otro idioma por lo menos en relación al notario, cronista o autor de las cartas latinas. Así vemos que la villa de Aibar se ve citada Agibar (1073), Aibari (1093), Aiubare (1084), Aivar (1079), Aivarr (1184), Aybarr (1149), como ocurre con Aoiz, en euskera actual Agoiz citado Ahoiz (1079), Aoyz (1080) y Aoiz (1038), Cabarroso (1171), Cabarros (1091), Caparruso (1033) y Caparroso como actualmente (1032). De todos modos tan leves variantes son prueba de poca relación con otros idiomas. Lo popular parece tan denso que llega a desbordarse hacia el interior de la documentación latina vasca siendo en cierto modo, al elemento oficial del país. Hemos señalado con estas notas la capa más moderna de nombres extraños incrustados en el mapa vasco mucho más extenso que el actual y de fortísima densidad euskérica.