Las corrientes cooperativistas que arraigaron en el País Vasco a comienzos de siglo fueron de dos tipos bien diferenciados: una corriente católica, afincada casi exclusivamente en el sector agrario, con su mayor potencial en la Nav. Media, tierra de pequeños agricultores, y una corriente socialista, enraizada entre los obreros industriales de Vizc. y Guip., que produjo las primeras realizaciones cooperativas del país en el campo del consumo y que posteriormente se extendió a la producción industrial. Tal vez no sea coincidencia que las mayores realizaciones de cooperación industrial se hayan dado en la única zona en la que, todavía en el s. XIX, existían vestigios gremiales: las comarcas armeras de Eibar y el alto valle del Deva.