Danse

Danzas de Navarra

El Carnaval navarro, iñauteria, posee todos los rasgos característicos que definen al carnaval rural europeo: ritos purificadores y propiciatorios, ceremoniales de fecundidad y fertilidad con regeneración de la vida tras la muerte, disfraces y máscaras, representaciones de oficios, de animales, travestismo, esperpentos, cuestaciones y danzas. Algunas de las danzas de los ciclos carnavalescos son propias y exclusivas del carnaval otras, sin serlo específicamente, han quedado fijadas en la propia fiesta. Ocurre lo primero con Zaragi dantza en Arano y en Goizueta, con el muy propagado zortziko de Lanz, con las marchas y bolant iantzak de las comparsas bajonavarras, o con el rítmico desfile de los ioaldunak de Ituren y Zubieta. A estas viejas danzas hay que añadir otras revitalizadas como la que bailan los momotxorroak alsasuarras desde 1980. Otras danzas adquieren especial significación en este tiempo singular, efecto que comparten con la fiesta patronal, pues la propia fiesta les proporciona un marco idóneo de desarrollo. Ejemplo de ello son los iautziak y kadrilleak ultrapirenaicas, la karrika dantza de Betelu, o la soka dantza de Arantza. También los juegos con sacrificio de animales al son de sus propias melodías (antzara joku) y diversas parodias bufas tienen su marco en esta fiesta invernal.

Martxak y Bolant-iantzak Se denomina genéricamente martxak, marchas, a un conjunto de pasacalles en compás de 2/4 con los que las comparsas de Carnaval recorren bailando los pueblos de Luzaide y otros muchos de la Merindad de Baja Navarra en su ritual función de cuestación por las casas y caseríos. Cuando la comparsa luzaidarra, que atrasó la celebración hasta el domingo de Resurrección, entra en la plaza lo hace bailando bolant-iantza, o danza de volantes. Una de estas melodías es hoy pieza habitual en el repertorio de las orquestas que animan las fiestas de la geografía vasca.

El Zortziko de Lanz. El ritual drama carnavalesco de Lanz tiene lugar en la tarde-noche del Martes de Carnaval cuando la villa es tomada por un nutrido cortejo de personajes cada uno con su específica y antigua función. Al son del txistu, los txatxos, máscaras sin rostro de multicolor y a veces femenino ropaje, portan al gigante Miel Otxin; mientras un fantástico hombre-caballo, zaldiko, indomable, arremete una y otra vez contra el grotesco y torpe Ziripot. Zaldiko es herrado, entre el humo y la ceniza regeneradora de la vida, por los enigmáticos perrazaleak. El txistu no cesa en su recurrente y valseada melodía ternaria que sirve de base melódica al caótico discurrir del singular cortejo. Dos disparos de escopeta acaban con la vida de Miel Otxin, el bandido, el chivo expiatorio. Su cuerpo será quemado y, en torno a la hoguera, todos danzan en círculo el Zortziko. El zortziko es una danza circular en dos por cuatro bailada por hombres que suele formar parte de las soka dantzak aunque en lugares como Lanz o Baztán adquiere vida autónoma. Desde finales de los años setenta del siglo XX el Zortziko de Lanz ha conocido una extraordinaria difusión en todo Euskal Herria.

Las Kadrilleak, Polkas y Contradanzas: Son melodías de origen centroeuropeo arraigadas en el folclore de Luzaide a finales del siglo XIX. Se conservan varias figuras diferentes que los jóvenes bailan después de ofrecer el repertorio de sus antiguas danzas de Carnaval. Aún siendo bailes universales, los luzaidarras las han dotado de personalidad y una característica forma de bailarlos.

La Sagar dantza es danza propia del carnaval baztanés. En su acostumbrada ronda de cuestación por los caseríos era bailada por cuatro mozos vestidos de blanco y tocados de un cónico y multicolor gorro y sosteniendo dos manzanas en cada mano. De las tres sagar dantza que se recuerdan en el Valle y cuyas melodías se conservan, Erratzu, Amaiur y Arizkun es la de ésta última localidad la más popular. Presenta la sagar dantza de Arizkun una muy peculiar línea melódica con un ritmo de difícil medida de gran interés musicológico. Esta danza masculina en origen fue adaptada como danza de muchachas y como tal extensamente recreada por conjunto folclóricos durante el siglo XX.

Durante siglos Pamplona conoció muy ricas y vistosas danzas que animaban las procesiones religiosas del Corpus. En la actualidad la tradición ha conservado las vistosas comparsas que animan en diversos pueblos de la merindad de ultrapuertos esta solemne fiesta. Estos marciales cortejos, que desfilan y bailan al son de las martxak, reúnen un conjunto de anacrónicos personajes e indumentarias tomados de los ejércitos franceses decimonónicos, de las llamadas compañías de naturales, de las carlistadas, etc. y que han pasado ya a formar parte del folclore bajonavarro.

El baile de la Balsa de Torralba del Río. El baile de la Balsa se celebra por la festividad de San Juan en el marco de un complejo ceremonial que ofrece valiosos elementos del ritual propio del solsticio vernal. Según la tradición, hace más de cuatrocientos años los cofrades de la Cofradía del Glorioso San Juan Bautista y Alabarderos, fundada a finales del siglo XIV, se pusieron a bailar de alegría junto a la balsa en la que habían dado muerte al último moro, Juan Lobo, que capitaneaba una partida de bandoleros. No se conoce con precisión el desarrollo de la fiesta en aquél tiempo pero sí tal y como se celebra al menos desde hace más de cien años. La víspera de San Juan llegan los gaiteros y se encienden hogueras dando comienzo la fiesta que continuaba hasta el amanecer momento en que era costumbre acudir a la fuente a purificarse con el agua de las primeras horas del día. Un cofrade con la cara pintada de negro se disfraza de moro, Juan Lobo, utilizando diversas ramas para cubrirse. Los mozos le persiguen y tras varias escaramuzas y huidas el fugitivo se zambulle en la balsa desde donde salpica a quien intenta atraparle. Al fin es apresado, juzgado en el frontón, condenado y ejecutado. Los cofrades, tras la batalla, se visten con sus prendas y atributos (bastón tallado, lazos de seda con pañuelos multicolores y flores frescas en la lanza del abad) y con ellos acuden a la procesión y solemne misa. Por la tarde, tras las vísperas y el rosario los cofrades van con los gaiteros a la balsa donde tiene lugar el alarde en el que cada cofrade por riguroso turno, comenzando por el abad, debe bailar ante la lanza. Se desconoce cuál fuera el baile anteriormente, pero desde que se tiene noticia ha sido tocado por gaiteros con melodía de jota con tres partes, una de las cuales más lenta a modo de copla o canción. Cada cofrade bailaba con relativa libertad sin ajustarse a unos pasos fijos predeterminados. Este bloque tradicional es testimonio de un rico y antiguo ritual con elementos propios de la festividad y del solsticio como la danza, agua, fuego, cofradía, lucha de moros y cristianos, chivo expiatorio y espíritu vegetal. En 1956 el grupo Larraiza de Estella estrenó con música adaptada por el P. Hilario Olazarán una coreografía de Francisco Beruete que hoy forma parte del repertorio de los grupos folclóricos de Estella con el nombre de Baile de la Balsa.

La actividad lúdica tradicional de los jóvenes vinculada al ritmo y a la música ha dejado en el acervo cultural de Navarra un grupo de danzas-juego que son divertimentos de habilidad, gracia y destreza ejecutados al son de una melodía y, generalmente, mediante un sencillo y determinado paso de baile. Su origen está en el descanso y diversión que acompañan a las tareas agropecuarias efectuadas en común y solidariamente en los caseríos: deshoje de maíz, fabricación de cal - kisulabeak- construcción de tejados de las casas -Bizker-besta-, recogida de leño o helecho -Garratu-besta-, y en cualquier otro momento de diversión. El inventario es prolijo en particular en los valles de Ulzama, Baztán, Erro y Aezkoa. Hay danzas-juego -conocidas también como irri-dantzak - en las que la habilidad exigida consiste en seguir e imitar los complicados o disparatados movimientos del que dirige la fila (isats-dantza), en saltar un cinto colocado cada vez a mayor altura (gerriko-dantza), en bailar sobre un almud a ritmo creciente (almute-dantza), o análogamente sortear una hilera de sillas sin tropezar con ellas o con los compañeros (alki-dantza o katedra-dantza). Otras consisten en diversos juegos de palmadas por parejas, esku dantzak (Olagüe, Imotz, Baztán, Luzaide), que también se ejecutan a ritmo cada vez más rápido y alguna de ellas en combinación con un ariñ-ariñ, o juegos de señalización progresiva de partes del cuerpo con las que hay que tocar el suelo, saltar y seguir bailando (Saint petike dantza o Ipurdi-dantza). Lo que fue diversión habitual propia pero no exclusiva de jóvenes ha desaparecido como tal quedando en el patrimonio folclórico de la comunidad.