Danse

Danzas de Navarra

En Navarra, a diferencia de Guipúzcoa o Bizkaia, son contadas las muestras de danzas de espadas. En Lesaka si bien hoy no emplean este arma, sino makilas, los protagonistas del ciclo se denominan ezpatadantzaris. Se admite que este ciclo sea considerado como de espadas porque la utilización de la vara o makila es fruto de un muy probable cambio de herramienta. El esquema del ciclo muestra una clara fisonomía de ezpatadantza muy semejante a la de las vecinas danzas guipuzcoanas: formación del grupo con el capitán al frente y unidos por las makilas, empleo de las varas como espadas o bordones, trenzado de la armadura, estructura rítmica, llamada o deia, papel solista del capitán...

Los ezpatadantzaris lesakarras bailan una sola vez al año, y lo hacen en honor a San Fermín, el día 7 de julio. El conjunto lo integra un capitán, que se sitúa al frente de la formación, y un número par de jóvenes en dos filas. Para algunas danzas se unen mediante las makilas. Visten de blanco con escapularios y cintas de color terciadas al pecho, alpargatas y cascabeles en las pantorrillas.

En la mañana de San Fermín los ezpatadantzaris acompañan al santo en la procesión encabezando la comitiva. Durante el recorrido los dantzaris tejen y destejen ininterrumpidamente sobre sus cabezas una armadura o pabellón con las makilas. Esta figura cargada de simbolismo, makil-gurutze, no ha conservado una melodía característica y se baila desde los años cincuenta del siglo XX con la popular biribilketa Iria, obra del txistulari Santiago Irigoyen, y con la conocida pieza Napoleones que toca en la procesión la Banda de Música. En la Plaza de Abajo y en la Plaza Vieja la procesión se detiene, el capitán sostiene los extremos de las makilas de los dos primeros dantzaris y en esta formación bailan la segunda danza del ritual lesakarra: ziarkakoa (zeharkakoa). Esta danza, que se interpreta tres veces a lo largo de la mañana, suele escribirse en 5/8 pero por su estructura rítmica, como sucede también en danzas vizcainas y guipuzcoanas, los txistularis la tocan de manera que se acerca a un 6/8. Es viva y nerviosa con desplazamiento lateral y enérgica patada subrayada por el efecto sonoro de los zintzarriak o cascabeles. La melodía posee semejanzas con otra popular de Bera y la deia o llamada es la misma que en la serie guipuzcoana.

Al llegar al cauce del río Onín la procesión se detiene nuevamente y los dantzaris interpretan la tercera de las danzas del ciclo ritual: zubigainekoa, que presenta la particularidad de ser bailada sobre los pretiles que canalizan al río en esta parte de la villa. La melodía es la misma que ziarkakoa y también los pasos excepto porque necesariamente debe ser bailada mediante desplazamientos adelante y atrás, sobre el pretil, para lo que el danzante debe girar sobre sí mismo sucesivamente con agilidad, rapidez y evidente riesgo. Se baila una sola vez durante la procesión y es el número más característico de este grupo de bailes. La estampa constituye una imagen identificativa de la propia villa. Tras la danza tiene lugar el ondeo de la bandera, bandera arboltu, desde el puente y sobre el mismo cauce del río. El ondeo se repite en otras festividades y debe acompasarse al son de una melodía determinada denominada Bandera arbola, aunque también la muy célebre melodía lesakarra Tantiru-Mairu, propia de San Juan, ha solido emplearse para esta función.

Por la tarde tiene lugar en la Plaza Vieja la celebración de un segundo ciclo de danzas que, si bien cuenta con la participación de los ezpatadantzaris con su indumentaria, carece del carácter solemne del oficiado durante la procesión. El ciclo de la tarde, al que se incorporan las mujeres, muestra un carácter social y abierto y se compone de Mutil dantza (que bailan los mozos), Neska dantza (con las chicas), Aurresku, Jota y Porrusalda.

Las danzas lesakarras descritas muestran relación con determinados ritos solsticiales de San Juan relacionados con el agua - esto podía observarse en la antigua función de moros y cristianos representada por los jóvenes de los barrios de Lagarrea y Piku-zelaia respectivamente - y su esplendor y arraigo se debe a la festividad del Corpus.