Concept

Contexto en la mitología vasca

Sucede a veces que los datos mitológicos nos ponen una información relevante ante nuestros propios ojos, y que no somos capaces de verla porque la visión nos resulta excesivamente modesta o habitual y no destaca en absoluto. Por eso es crucial aprender a situarse en el contexto del narrador y de la narración, para llegar a apreciar en toda su dimensión la significación de los elementos que se evocan. Por ejemplo, estamos acostumbrados a contemplar el motivo de la fuerza de los gentiles como una simple anécdota. Que si arrojaban peñascos de un monte a otro, que si cargaban en la espalda desde no sé dónde, tantos sacos de trigo o pellejos de vino sin cansarse, que si construyeron las iglesias sin necesidad de levantar andamios porque lanzaban los sillares de las paredes desde el suelo,... Quienes pasamos sentados la mayor parte del día difícilmente podemos imaginar el placer que estos relatos de trabajos colosales realizados sin esfuerzo podían producir al agricultor reventado que los escuchaba. Quienes crearon el mito de los forzudos gentiles que todo lo hacen sin fatigarse, son los mismos que se veían obligados a talar árboles con hachas de piedra para obtener tierras de cultivo. Habría que experimentar su fatiga para llegar a comprender la idealización que para ellos suponían los gentiles, unos personajes que equivaldrían en el presente a los deportistas de élite o los cantantes de moda: el ejemplo más deseado y envidiado. Otro buen ejemplo son las referencias a las riquezas. Acostumbrados a ver en televisión los tesoros de los piratas o los de los cuentos de las mil y una noches, no resulta fácil valorar adecuadamente la carda de oro de las lamiñas, el peine de oro de Mari o menos aún el pan blanco de los gentiles. Pero poniéndonos en la piel de quien lo cuenta debemos comprender que tales referencias son la expresión de las mayores riquezas imaginables en la mente del narrador, algo comparable a los tesoros de los piratas o de la leyenda de Alí Babá. Dejemos las riquezas y ocupémonos del tiempo. Hablar del tiempo es para nosotros un recurso para dar conversación a alguien en un ascensor por ejemplo. Algo manido y tópico. Si no somos capaces de trasladarnos de nuestro propio contexto no entenderemos el valor que el conocimiento (real o presunto) de la meteorología tiene para el agricultor neolítico, como expresión última de su control simbólico sobre la Naturaleza. El conocimiento y la previsión de la meteorología expresados en la conversación son el colofón de un dominio humano sobre la Naturaleza que se expresa también en el dominio sobre las plantas y los animales. Saber que vertiendo tres veces agua en un esquilón ésta queda bendita nos evoca la magia de las campanas y el asombro y admiración que debieron suscitar los primeros objetos metálicos. La gente atribuyó a aquel nuevo sonido producido por los objetos metálicos, propiedades mágicas para ahuyentar a los espíritus. Al mismo tiempo el cencerro constituyó un gran avance tecnológico porque hizo posible mediante su sonido la identificación y el control a distancia de los animales y el pastoreo de montaña, lo debió suponer un salto cuantitativo en la prosperidad de la gente. Este esfuerzo de imaginación para salir del propio contexto nos revela también que los verdes prados y las ovejas no son una imagen de la Naturaleza, como equivocadamente se tiende a pensar, sino justamente lo contrario, una manifestación cultural. Que los campesinos carecen en general de respeto por la Naturaleza, que aunque para nosotros ordeñar sea un hecho banal, robar la leche de su cría a una hembra animal pudo perfectamente constituir un comportamiento deleznable para el hombre paleolítico, que decidir sobre el destino de plantas y animales como lo hace el hombre neolítico constituyó una revolución ideológica, etc. Todas estas reflexiones surgen del conocimiento del contexto arqueológico, histórico y antropológico, y tienen una enorme importancia a la hora de enriquecer nuestra comprensión e interpretación de la mitología, y a la hora de evitar que dicha comprensión e interpretación se realicen en base a mitologías de nuevo cuño.