Ya hemos dicho que la mitología vasca difícilmente podrá aportar nueva materia prima. El progreso del conocimiento no puede pues proceder más que de la actividad comparativa. Los vascos estamos huérfanos de parientes en lo que toca al origen de nuestra lengua, pero no sucede otro tanto en lo que se refiere a nuestra cultura y mitología. Para darnos cuenta de ello es necesario observar las mitologías de nuestro entrono, estudiarlas y entenderlas. Describir con precisión las semejanzas y las divergencias. De este conocimiento se deriva por ejemplo, que toda la mitología vasca no es de origen preindoeuropeo (también alberga mitos de origen romano y germánico además de los introducidos vía cristianismo) y que relatos recogidos en lenguas indoeuropeas pueden ser de origen preindoeuropeo. Para ello es necesario tener un dibujo muy preciso de lo que es cada mitología, no sólo a nivel de sus personajes, sino sobre todo reparando en cuáles son sus áreas de interés, y en cómo son los modelos y la ideología que proponen. Gracias a este conocimiento es posible detectar los elementos exóticos en la mitología vasca, y hallar en Europa elementos de cultura preindoeuropea que complementan y ayudan a entender mejor los nuestros propios.