Entre 1914 y 1923-1930 se asiste a una nueva fase en el movimiento socialista del País Vasco, caracterizada por los dos fenómenos señalados más arriba: prudencia sindical y lucha política electoral. En Vizcaya, los años de la Gran Guerra crearon las condiciones necesarias para que el movimiento socialista se hiciera con el liderazgo del sector clave de los obreros de las fábricas, astilleros y grandes talleres de la margen izquierda de la ría del Nervión, hasta entonces al margen de la influencia del PSOE. Es indudable que la guerra, que impulsó la exportación de productos siderometalúrgicos y el transporte marítimo, fortaleció las posiciones de los obreros metalúrgicos.
Pues bien, a través de la actuación del recién creado (en marzo de 1914) Sindicato Obrero Metalúrgico de Vizcaya (SOMV), y de una serie de huelgas victoriosas, los metalúrgicos quedaron bajo control socialista. Su movilización dio a los socialistas la fuerza política y electoral en los distritos de Barakaldo y Balmaseda, por primera vez en la historia obrera de la región. Es cierto que durante los primeros años del socialismo en Vizcaya la corrupción electoral de los grandes industriales (Chávarri, Martínez Rivas, Casa Torre, etc.) hinchó enormemente su representación, pero no es menos cierto que los exiguos votos obreros conseguidos entonces por los socialistas eran su auténtica y genuina audiencia política.
A la altura de 1918, en cambio, el electorado obrero de Bilbao y de la ría, estaba encuadrado políticamente en el PSOE (entre 1918 y 1923 Indalecio Prieto resultó elegido ininterrumpidamente diputado por Bilbao) y sindicalmente en la UGT (en los años 1919/ 1920 la UGT alcanza una afiliación de 18.000 miembros, de los cuales 9.000 pertenecían al SOMV y 7.000 al Sindicato Minero). La política de moderación de esta nueva etapa del sindicalismo vasco que va de 1914 a 1923/1930 pudo mantenerse inalterable incluso cuando los peligros de desbordamiento por la izquierda fueron más serios, en los años 1921/1922, años en que los elementos comunistas escindidos del PSOE -grupo especialmente relevante dentro del socialismo de Vizcaya- actuaron intentando radicalizar el movimiento obrero sobre el telón de fondo de la gravísisma coyuntura de crisis económica que se desencadenó al final de la guerra europea.
No tuvieron éxito, y en 1922 la UGT procedió a expulsar a los sindicatos dominados por los comunistas. Así pues, entre 1914 y 1923 los socialistas habían consolidado el control, esta vez de un modo estable, bien organizado y políticamente rentable, del movimiento obrero de la región. De 1923 a 1930, los socialistas vascos conservaron sindicalmente sus posiciones en el movimiento obrero de la región. Políticamente fueron adversarios de la Dictadura de Primo de Rivera, y sus firmes posiciones de oposición política -no compartidas por el socialismo madrileño, de fuerte raíz obrerista- hicieron de la Federación Socialista Vascongada, liderada por Prieto, la única que rechazó la colaboración con el régimen del dictactor.
Este largo período de 1914/23-30 aseguró la presencia de los socialistas como fuerza dirigente del movimiento obrero en Vizcaya y Guipúzcoa, con una proyección política-no sólo sindical- relevante. En las otras dos provincias tuvieron escasa incidencia. En Alava no tuvieron ninguna, ya que la presencia socialista organizada siguió reducida a Vitoria, y en Navarra, en cambio, podemos registrar la existencia, a lo largo de estos años, de agrupaciones del Partido en Yesa y Villava (1924), Castejón (1927), Fitero (1928), Azagra (1930), Aoiz (1931) y Tudela, además de Pamplona.