A lo largo de los años que van de 1914 a 1923, el socialismo arraiga definitivamente en Guipúzcoa. Hasta entonces, la conflictividad social había tenido escasa entidad en Guipúzcoa. En medio de un panorama de completa desmovilización obrera los intentos de algunos socialistas de constituir sociedades de resistencia y agrupaciones políticas no prosperaron, de manera que las agrupaciones socialistas de San Sebastián y Tolosa, por ejemplo, creadas en 1891, debieron refundarse en 1897.
Eibar fue la excepción: el grueso de su clase obrera quedó bajo el liderazgo socialista (los primeros propagandistas fueron de origen vizcaíno) desde fecha temprana, aunque el tipo de trabajo, de pequeño taller y bien remunerado, potenció entre los trabajadores eibarreses una visión más cooperativa que estrictamente de clase en sus relaciones laborales. En los años que van de 1915 a 1921-1923, los socialistas guipuzcoanos se hacen con la dirección del movimiento obrero de la provincia, a través de una creciente conflictividad motivada por el encarecimiento de las subsistencias durante la Primera Guerra Mundial. La Unión General de Trabajadores (UGT) de Guipúzcoa pasa de unos insignificantes 300 afiliados en 1900 a 8.382 en el bienio 1920-1921. De todos modos, habrá que esperar a la II República para que la influencia laboral socialista desemboque en una proyección política sustantiva.