Kontzeptua

Pacto de Santoña

Para entender adecuadamente el sentido de este hecho puntual, conviene valorar algunos elementos políticos acerca de la posición que el Partido Nacionalista Vasco se vio obligado a adoptar ante la sublevación del 18 de julio de 1936, así como el sentido último de su participación en la guerra civil española al lado de la República. A partir de 1934, el nacionalismo jelkide inició un proceso de acercamiento a las izquierdas rompiendo su alianza con el tradicionalismo; por otro lado, aquéllas fueron abandonando algunas de sus posiciones más contrarias al estatutismo peneuvista para pasar, en las elecciones de febrero de 1936, a asumir como propia la bandera del Estatuto. La vinculación entre República y Estatuto iba, en consecuencia, a pesar decisivamente a la hora de tomar una decisión a favor o en contra de los sublevados.

A pesar de los elementos ideológicos que tradicionalmente habían distanciado al PNV de las izquierdas y de la presión ejercida por el Vaticano para participar en las elecciones de febrero con el bloque derechista -el ya famoso "O Cristo o Lenin"-, el citado partido se alineó en favor de la República a través de la decisión hecha pública por el EBB el 19 de julio. Esta posición, adoptada "sin mucho entusiasmo" como afirma Juan Ajuriaguerra en la obra de Ronald Fraser Recuérdalo tú y recuérdalo a otros, no implica que el PNV perdiera su personalidad política y se entregara en pies y manos al Frente Popular. Antes al contrario, una vez logrado el Estatuto de Autonomía y formado el Gobierno Vasco presidido por Aguirre -en octubre de 1936-, el nacionalismo jelkide obtuvo la hegemonía política en el territorio sujeto a su gobierno, poco más que la provincia de Vizcaya.

Los constantes enfrentamientos entre los gobiernos vasco y central a lo largo de la guerra nos hablan no sólo de diferencias políticas, sino de un clima de recelo mutuo, perfectamente expresado por Azaña en sus Memorias cuando afirma que "estos nacionalistas no se baten por la causa de la República sino por su Autonomía y semi-independencia". De hecho, a medida que se acentuaba el cerco franquista sobre Bilbao, las tensas relaciones entre ambos gobiernos se situaron prácticamente al borde de la ruptura: por parte del poder central, temas como la no evacuación o destrucción de material de guerra o instalaciones industriales claves fueron motivo de graves acusaciones; el PNV por su parte, consideró que la República había abandonado a Vizcaya por la falta de aviación, llegando a utilizar el término de "traición manifiesta".