Kontzeptua

Pacto de Santoña

Un error técnico empezó a complicar definitivamente las cosas en la madrugada del día siguiente. Dos de los oficiales enviados por la carretera de Castro a Somorrostro regresaron afirmando que el teniente coronel Farina hablaba de condiciones de rendición completamente distintas de las pactadas. La cuestión era que "deberían haber tratado exclusivamente de modalidades de detalle relativas a la rendición, y no deberían haber discutido sobre las condiciones de la misma, que de todos modos no eran de su compentencia ni de los mandos vascos inferiores, como tampoco de los mandos inferiores italianos", según la respuesta de estos últimos.

Este problema tuvo un alcance importante, pues originó un nuevo retraso, origen de las reticencias italianas a conceder la prórroga solicitada: "todo dependerá del modo en que se efectúe dicha rendición y del número de hombres que se rindan". Ante esta situación, Ajuriaguerra decidió acudir a entrevistarse directamente con los jefes del Ejército italiano. Ya de noche, tras alguna peripecia (viajó de Laredo a Algorta en un coche oficial italiano para volver a Castro porque su interlocutor había ido a buscarle), consiguió hablar con el general Roatta. La noticia que recibió fue bien concreta: el compromiso quedaba roto. Los argumentos expuestos en la nota que le fue entregada giran en tomo a una clave básica: el factor tiempo. "Las conversaciones para la rendición de las tropas vascas (...) se han prolongado en exceso, debido exclusivamente a los retardos, a las vacilaciones y tergiversaciones de la parte vasca". Según la nota, en el límite del plazo fijado, no se había rendido ningún soldado vasco, añadiendo que la situación estaba superada militarmente: "teniendo en cuenta que el victorioso avance legionario-nacional ha cortado toda posibilidad de huida a las tropas vascas, la rendición de dichas tropas queda a discreción de las autoridades legionarias".

Como es lógico, Ajuriaguerra intentó justificar las razones por las que resultó imposible el cumplimiento de los plazos fijados, básicamente las relacionadas con la desorientación causada por el resultado de la incursión de los oficiales citados en las líneas italianas y la ausencia de barcos. Insistió en que "la demostración de la nobleza con que ha actuado la tropa vasca está bien patente en que los batallones que cubrían el frente no han opuesto resistencia alguna". Según escribe Ajuriaguerra, Roatta quedó del todo convencido y prometió trasladar el tema a sus superiores.

Por fin, el día 26, las divisiones nacionalistas se entregaron al general italiano, sin que por parte del mando del mismo se tuviera respuesta concreta alguna. Paralelamente, los buques británicos "Boby" y "Seven Seas" llegaron al puerto de Santoña, con lo que parecía que la evacuación podría comenzar. La intervención de la marina de guerra franquista la hizo imposible. En esta caótica situación, Ajuriaguerra aceptó la propuesta de Roatta, la cual, según el primero, era la siguiente: "los responsables políticos saldrían de los barcos, elegirían unas casas, un cuartel o un edificio, los italianos pondrían una guardia exterior para impedir que los españoles pudieran entrar, y los nuestros habrían de considerarse dentro en libertad. Tratarían de arreglar la salida de los nuestros con Franco y si no lo conseguían, nos sacarían en algún barco italiano a la fuerza". El "edificio" elegido fue el penal de El Dueso, vacío desde pocos días antes. El domingo 29 de agosto, Ajuriaguerra y Roatta se despidieron definitivamente. El primero marchó al penal, y el segundo al frente de Aragón con su división de Flechas Negras. Fuerzas italianas custodiaban a los encerrados en El Dueso y en los campos de concentración de Castro y Laredo hasta que, el 4 de septiembre, el Ejército franquista relevó a aquellas unidades y se hizo con el control absoluto de la situación.