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HERNANI (HISTORIA)

Hernani contra la matxinada (1766). El 15 de abril de 1766 se iniciaba la matxinada de 1766 en Azpeitia. Los amotinados comenzaron a recorrer la zona proclamando los acuerdos conseguidos. S. Gastaminza ("E. Alde", 1913) refiere así la participación represiva de los hernaniarras en la revuelta: "La noticia de su proximidad corría de villa en villa, como reguero de pólvora, obligando á las autoridades á tomar las determinaciones que su prudencia y celo les sugiriere á fin de contrarrestar la creciente invasión; pueblos hubo que poco menos que en masa hicieron, por el momento, causa común con los amotinados; otros aprestáronse á la defensa de sus intereses; entre estos últimos se contaba la villa de Oyarzun, que al recibir aviso de la de Hernani de lo no lejanas que se hallaban las turbas sublevadas contestaba con fecha 20 de Abril, por mano de su Alcalde Don Salvador Sein, las belicosas siguientes frases: "Mi ánimo con la aiuda de mis naturales es recivirles no con la suavidad que en otras repúblicas sino con gente armada y con la osttilidad que merece su sobrada libertad y osadía a lo que me hallo resueltto y detterminado siempre que llegare el caso de tener estta fortuna y acreditar en estta ocasión mi valor y celo al Real servicio y quietud de las Repúblicas". Bien ajeno en cambio el pacífico Municipio de Urnieta de que hasta su recinto pudieran llegar los alborotados machinos, alarmóse no poco cuando el día 21 vióse desagradablemente sorprendido con la presencia de cerca de tres mil amotinados procedentes de Usúrbil y al parecer castellanos, entre los que figuraban varios enmascarados "quienes ejecutaron algunas demostraciones bastante ofensivas á su honor", pues no contentos con hacer soltar al Alcalde Don Miguel Antonio de Iriarte Belandia la vara real de justicia y romper entre imprecaciones, denuestos y blasfemias nunca oídas en aquella sencilla población, las medidas corrientes para líquidos, obligaron al escribano Pedro de Vicuña á que puesto sobre una mesa en mitad de la plaza pública, rodeado por toda la chusma que espiando los menores movimientos, se burlaba de la poco gallarda apostura que en tal guisa hacia el anciano funcionario, leyese las capitulaciones arrancadas el 15 al Regimiento de Azpeitia. Tal indignación causaron estos sucesos en aquel tranquilo vecindario que al siguiente día, reunido el Ayuntamiento con los más significados de sus habitantes, acordó in continenti adquirir un quintal de pólvora, dos mil balas y cuatrocientas piedras de chispa á fin de repeler todo nuevo evento posible, y de convenio con Andoain y Hernani para si fuere menester "sacrificarse á fuego y sangre en defensa del Rey Nuestro señor, de nuestra madre la provincia y estas nuestras tres repúblicas". Al efecto celebraron en seguida una entrevista las delegaciones de los municipios de Urnieta y Hernani "en el mojón divisero de Mandazubi" en cuya entrevista trazase el plan á seguir para el mejor éxito de la empresa indicada. No tardó mucho tiempo en presentarse el conflicto ante las autoridades hernaniarras; al siguiente día de la entrevista mencionada, comenzó á reconcentrarse en las inmediaciones de la villa, la turba excitadora desperdigada por campos y caseríos, tratando de soliviantar á sus moradores; iniciáronse algunas tropelías por parte de la ruidosa banda, pero afortunadamente fueron cortadas al momento y sin ulteriores consecuencias en vista de la actitud de franca oposición á los amotinados que de antemano adoptara el vecindario, quien á prevención constituyó una compañía de naturales, para cuya formación hubo verdadera porfía; la compañía se puso al mando del Alcalde Ayerdi que ejercía funciones de capitán, del teniente Beracoechea, de un alférez y cuatro sargentos, gracias á cuyo esfuerzo pudo verse la población libre de los barulleros. El dio 23 la valerosa Compañía hernaniarra, unida á los trescientos soldados del Regimiento de Irlanda y á las demás compañías que siguiendo las nobles intenciones de la Ciudad de San Sebastián, cuyo Consulado y comercio facilitaron doce mil pesos fuertes para la organización de su Compañía, formaron los Municipios de Rentería, Oyarzun y Urnieta, marchó á las órdenes del Comandante Don Manuel Antonio Arriola, Alcalde de San Sebastián, en persecución de los revoltosos, al propio tiempo que el cabildo municipal de la hoy Invicta villa recibía un mensaje por el que Don Joseph Joaquín Emparan y Zarauz, en nombre de la provincia, exhortaba se diese á entender al vecindario, lo sensible que á aquella sería el que se agregara á la "tropa tumultuaria" que "anda inquietando barias villas" y lo lisonjeada que quedaría, si los habitantes de la villa se mantuvieran firmes, defendiéndose contra los que tuvieren el atrevimiento de insultar la población. La pequeña fuerza del Comandante Arriola llegó el mismo día veintitres por la tarde á Asteasu, y al siguiente día, en la plaza de Azpeitia, publicó solemnemente un bando militar atemperado á las circunstancias, hallándose las tropas sobre las armas. Destacóse para Azcoitia una Compañía de los veteranos granaderos de Irlanda, la que hizo prisioneros á veinticinco de los más significados cabecillas de la revuelta que unidos á los setenta y cinco que fueron detenidos en Azpeitia, motivaron la iniciación de la paz y del sosiego alterados fuertemente hacia algún tiempo; esta paz fué conseguida más tarde gracias á la dureza con que el referido Comandante ejecutó manu militari, sumarísima y ejemplarmente á los más significados jefes del movimiento sedicioso, mereciendo por todo ello el que la provincia le premiase confiriéndole el nombramiento y título de Comandante de sus milicias. Posteriormente felicitaron tanto el Consejo de Castilla como la provincia á los municipios que tan brillantemente defendieron los intereses del orden y la autoridad, y por último después de los azares y fatigas juntos sobrellevados, sellaron los Ayuntamientos de San Sebastián, Rentería, Oyarzun, Urnieta y Hernani su amistad antigua, con una "hermandad estrecha é inseparable" obligándose "por todos sus vecinos y naturales, padre por hijo y sin exepción alguna á salir á la defensa y á sobstener en la paz como en la guerra su decoro causa pública y el respeto á sus justicias, al Estado Eclesiástico y Nobleza contra cualesquiera sorpresas é insulto...".