Lurraldeak

Bizkaia. Geografía (1999ko bertsioa)

Principales formaciones vegetales.

El bosque potencial de Bizkaia, bosque caducifolio, estaría compuesto sobre todo por especies frondosas como el haya (Fagus sylvatica) a partir de los 600 metros, y el roble pedunculado (Quercus robur), el roble albar (Q. petraea) y el roble negro (Q. pyrenaica) en el piso inmediatamente inferior. Otras especies complementarias que aparecen son los castaños (Castanea sativa); además de fresnos (Fraxinus excelsior), abedules (Betula celtiberica), arces (Acer campestre), olmos (Ulmus minor), tejos (Taxus baccata), y acebos (Ilex aquifolium) entre otros. Sin embargo, la fuerte presión antrópica (presión demográfica, plantaciones masivas de resinosas y mirtáceas caso del eucalipto, la especialización ganadera, la ocupación urbana industrial y viaria, etc. ) ha propiciado la paulatina degradación del bosque atlántico. De tal forma que las manchas forestales supervivientes presentan, en gran medida, un aspecto muy degradado, siendo fáciles de identificar las etapas de sustitución. Así, conforme nos alejamos del óptimo, se genera una secuencia regresiva de mantos y orlas espinosas, landas acidófilas de helechos (Pteridium aquilinum), brezos y brecinas (Erica vagans y E. cinerea) y argomas (Ulex europaeus y U. gallii) al final de la serie, en los lugares donde exista labor de mantenimiento, prados de siega. El haya -Pagoa- (Fagus sylvatica) es un árbol de montaña que ocupa el piso montano (altura superior a los 600 metros). Sin embargo, debido a las condiciones climáticas que se dan en Bizkaia, el límite inferior puede descender mucho hasta llegar casi al nivel del mar, aunque es en torno a los 500 m. donde se sitúa su límite inferior medio. El sotobosque del hayedo acidófilo presenta una menor diversidad vegetal debido a la escasa luz que lo traspasa y la pobreza de suelo, encontrándose algún arbusto como el acebo (Ilex aquifolium) y matas de brezo (Erica arborea), y plantas de porte herbáceo como la oreja de monte (Saxifraga hirsuta) y la verónica (Veronica officinalis), asimismo helechos como el Oreopteris limbosperma y el Blechum spicant. Como casi todas las frondosas, también, ha sufrido una tala abusiva ocupando en la actualidad una extensión mucho menor, aunque gracias a que su hábitat se sitúa a mayor altura (piso montano) su recuperación ha sido más rápida. Ocupando el piso inmediatamente inferior (piso colino) se encuentra el roble pedunculado -Aritza- (Quercus robur) árbol muy característico y que se encuentra intimamente relacionado con la simbología mística del País Vasco. Con el roble se han mezclado otros árboles secundarios de crecimiento más rápido y que se van a instalar en los claros que deja el robledal, éste es el caso del abedul (Betula alba) y el castaño -Gaztaina- (Castanea sativa), especie ésta, hasta hace unos años, en franca regresión debido sobre todo a la enfermedad fúngica del castaño europeo causada por el hongo Phitophtora cambivora (enfermedad de la tinta). El sotobosque del robledal acidófilo, presenta igualmente una variedad vegetal en la que se van a encontrar arbustos como el acebo (Ilex aquifolium), sauce (Salix atrocinerea) y el arraclán (Frangula alnus). Igualmente, aparecen una serie de plantas acidófilas como el caso de la betónica (Stachys officinalis), la escorodonia (Teucrium scorodina) y helechos como el (Pteridium aquilinum). La tala del robledal, al igual que ocurre con la del hayedo da lugar a la landa acidófila compuesta por tres especies características tales como la argoma (Ulex europaeus), el brezo (Erica vagans) y el helecho (Pteridiun aquilinum). Otros tipos de robles presentes en Bizkaia son el marojo (Quercus pyrenaica) árbol que desplaza al roble pedunculado en terrenos más arenosos y sueltos. El roble albar (Q. petraea) que prefiere suelos más sueltos y aireados en montañas de altitud media, así, forma bosques en las laderas del macizo de Zalama y Gorbea; y el alcornoque (Q. suber) que se encuentra salpicando las colinas del litoral como es el caso de Armintza. Allí donde de forma permanente el agua dulce empapa los suelos se van a crear unas condiciones de vida en el subsuelo a la que se adaptan mejor unas plantas que otras, ese es el caso de comunidades vegetales como las alisedas -Haltza- (Alnus glutinosa) acompañados a menudo por otros árboles como el fresno -Lizar arruntza- (Fraxinus excelsior), y el sauce (Salix alba). En el estrato arbustivo se encuentran especies como el avellano -Urritza- (Corylus avellana), el cornejo (Cornus sanguinea); pero es en el estrato herbáceo en el que se van a dar cita numerosas especies que viven en las orillas de arroyos y cauces fluviales, ese es el caso del botón de oro (Ranunculus repens), la jabonera blanca (Silene dioica), el Chaerophyllum hirsutum, y la Scrophularia auriculata. Además de plantas trepadoras como la hiedra -Huntza- (Hedera helix), el lúpulo (Humulus lupulus), etc. Por lo general, estos bosques de ribera han sido sustituidos en su mayor parte por plantaciones de plátanos de sombra (Platanus hispanica) o chopos (Populus nigra). Hoy en día la repoblación de especies alóctonas llevada a cabo en detrimento de las especies autóctonas hace que la extensión ocupada por las coníferas, como el caso del pino insigne -Intsinis pinua- (Pinus radiata), sea muy elevada. Debido en gran parte a su rápido crecimiento y su adaptabilidad al terreno. Tras la destrucción del bosque caducifolio, y en relación con una fuerte lixiviación y acidificación del suelo, aparece la landa acidófila que constituye la unidad de matorral dentro de la vertiente atlántica del País Vasco, y que como se comentó con anterioridad, está integrada principalmente por tres especies: la argoma -Ote zuria- (Ulex europaeus), el brezo -Ainarra burusoila- (Erica vagans) y el helecho -garoa- (Pteridium aquilinum). En Bizkaia destacan las landas del Monte Oiz y Carranza. Y en aquellos lugares donde se ha destruido la landa aparece el siguiente estado en la regresión, los prados y pastizales aprovechados por el ganado. Finalmente ya la campiña, ese entorno humanizado, está ocupada por prados de siega y diente así como cultivos de forrajeras como la alfalfa, el trebol, etc. para la alimentación del ganado, coexistiendo con otros cultivos como el de las hortalizas, maíz, y árboles frutales como el manzano.